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sábado, 30 de diciembre de 2017
viernes, 29 de diciembre de 2017
¿QUIEN ERES SEÑOR? Hch 9,5 para el Evangelio del Domingo 31 deDiciembre de 2017
María y José llevan a Jesús al Templo para presentarlo a Dios tal y como prescribía la Ley. Entra en escena un anciano llamado Simeón a quien el Espíritu Santo habia revelado que no moriría sin antes ver y conocer al Mesías Salvador. El niño Jesus no se diferenciaba en nada a los demás recien nacidos que ese día fueron tambié n llevados al Templo por sus padres, sin embargo Simeón le reconoció como el Señor y es que los que obedecen a Dios ven con los ojos de su alma lo que no alcanzan a ver los ojos de la cara....y esto es la Fe, ver al Viviente cuyas palabras dan Vida en el Evangelio, un libro que en el exterior, aparentemente no se diferencia en nada a muchísimos otros de temática espiritual.
(P.Antonio Pavía)
comunidadmariamadreapostoles.com
jueves, 28 de diciembre de 2017
POEMAS II.- COMO LOS JUNCOS
Jesús le dijo:
—Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?. María pensó que estaba hablando con el que cuidaba el jardín donde estaba la tumba. Por eso le dijo:
—Señor, si usted se ha llevado el cuerpo que estaba en esta tumba, dígame dónde lo puso y yo iré a buscarlo.
Jesús le dijo: ¡María!. Ella se volvió y le dijo: ¡Maestro!
Jn 20; 15-16
COMO LOS JUNCOS
Escuché que debía salir a buscarte al lugar donde te encontraste por primera vez conmigo.
El primer día que me miraste y te miré. El primer día que estuve segura de haberte encontrado.
Todos tenemos ese día grabado en nuestro corazón y no es porque tú no estés siempre es porque nosotros antes no estábamos; hasta que decidimos salir a tu encuentro angustiados por la incertidumbre, pero con una fuerza que nos llevó a no desistir.
Ese lugar, que aparece de pronto es donde por primera vez hallamos la verdad que no nos abandona nunca y aunque después, la vida nos agite, y tantas veces creamos que te hemos vuelto a perder, como antes de encontrarte, donde no había nada, solamente queda esperar y seguir buscándote, porque en un sonido, en una imagen, en un escalofrío, apareces de nuevo para decirnos que nunca te habías ido, pero que el camino detrás de ti es así, impredecible, para que no demos nada por hecho.
Para que nosotros, que pronto nos acostumbramos a todo, no perdamos esa tenacidad de buscarte; porque en cada búsqueda, conocemos cosas nuevas de ti y de nosotros mismos y porque tú, mientras te buscamos, moldeas nuestra alma como lo hace el alfarero mientras el barro está aún húmedo: el barro de nuestro corazón se humedece con la prueba, con la búsqueda , con la angustia de no encontrarte.
Pero, allí en la distancia, esperando, buscándote, de repente nos dices que estás, que siempre estuviste, que nunca te irás, que la espera es uno de los caminos que tú trazaste para abrir nuestros ojos y que en la espera, crece la fe como lo hacen los juncos en las laderas de los ríos, zarandeados por los vientos de la vida, bailando al son del viento y alimentados por tu agua, tu agua de vida eterna
»Si me llaman, yo les responderé; si gritan pidiendo ayuda, yo les diré: “Aquí estoy” Is 58;9
(Por Olga Alonso)
miércoles, 27 de diciembre de 2017
Emigrantes.- (por Mila)
Estamos en Adviento.. Cuatro semanas de recogimiento, caridad y amor y alegría porque esperamos la venida del Señor que se hace carne para estar entre nosotros.
Acerquémonos y acojamos a los hermanos que están entre nosotros y que han tenido que salir de sus países para poder trabajar y vivir aquí con sus familias.. Acuérdate de aquellos emigrantes, María y José con El Niño Jesús que también tuvieron que emigrar ante la persecución de Herodes... Pensar en la Sagrada familia.
PASTORES SEGÚN MI CORAZÓN.-XXXV.-SABER ESCOGER
XXXV.-Saber
escoger
Última cena. La
atmósfera está más que recargada, hasta el aire parece pesado. El desconcierto
de los apóstoles es total y manifiesto, han dejado todo por su Señor y parece
que es su Señor quien les deja a ellos en el más absoluto de los desamparos. La
conspiración contra quien dice ser el Hijo de Dios no tiene vuelta atrás. Es
evidente que van a por Él, que su condena está ya decidida; así las cosas y
cuando parece que el derrotismo tiene la voz cantante en el grupo, Jesús toma
la palabra y dice proféticamente: “¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha
solicitado el poder cribaros como trigo; pero yo he rogado por ti, para que tu
fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos” (Lc
22,31-32).
Satanás ha requerido
un poder sobre los discípulos de Jesús. Se repite la historia de Job (Jb 1,6-11
y 2,4-6). El escándalo para todos aquellos que piensen que la fe ayuda a tener
todo bien sistematizado y controlado está servido; a nadie le cabe en la cabeza
que Dios permita a Satanás hacer daño al hombre. Vamos a entrar de lleno en
este tema del mal a ver si es verdad que, como dice el apóstol Pablo, todo,
incluido el mal en el que también contamos las pruebas a las que somete Satanás
a quienes quieren ser discípulos de Jesús, concurren para su bien. “Por lo
demás, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de todos los
que le aman…” (Rm 8,28).
Satanás ha
pedido permiso para cribaros como el trigo, dice Jesús a estos hombres
amedrentados, a quienes ha llamado para continuar su misión pastoral. Ve en
ellos a los pastores según su corazón profetizados por Jeremías (Jr 3,15). A
todo esto, podemos transcribir la pregunta inoportuna por excelencia: ¿Por qué
no hizo Jesús un milagro, sólo uno más, y les cambió el corazón para que
pudiesen pastorear con solicitud y entrega total a sus ovejas? Pues no lo hizo
porque una vez elegidos, son ellos los que han de escoger libremente el
abrazarse con todo su corazón, con toda su alma y con todas sus fuerzas a la
misión pastoral que el Buen Pastor les confía.
No, no va a
hacer un milagro, va a hacer algo inmensamente mayor: va a permitir que sean
cribados como se criba el trigo. A lo largo de esta tremenda prueba, Él mismo
estará a su lado sosteniéndoles con su presencia, fortaleciéndoles. No nos
estamos imaginando nada, ya que, tal y como hemos leído en el texto de Lucas,
Jesús le promete esto a Pedro como cabeza de su Iglesia; promesa que alcanza a
todos los que están participando de la Cena. Jesús proclama solemnemente que
intercederá por él para que no desfallezca.
Gracias a esta
criba, este ser removidos hasta violentamente en el cedazo aunque parezca
increíble, repito, gracias a esta criba, Satanás va perdiendo su combate, pues
la fuerza de sus vaivenes provoca que el trigo se separe de la paja. Es
entonces, sólo entonces, que el hombre, en este su servicio a Dios, alcanza la
sabiduría y, como hija de ésta, la libertad para saber escoger. Por supuesto
que sólo un necio escogería la paja. Bueno, lo importante es que se llega a ser
pastores según el corazón de Dios a base de ser sometidos a esta criba –repito-
permitida providencialmente por Dios. No se trata de aplaudir el mal y menos
aún justificarlo, pero el hecho es que, aun siendo obra de Satanás, Dios sabe
sacar de su mal el bien.
El tonto útil zarandea
Me imagino que,
a estas alturas, se habrá diluido bastante el escándalo del que hablé antes,
del permiso dado por Dios a Satanás. La verdad es que, en lo que concierne a la
llamada de Jesús a sus apóstoles de todos los tiempos, Satanás, muy a pesar
suyo, hace el papel de “tonto útil”. Gracias a sus arremetidas que, por cierto,
a nadie gustan ni apetecen, se abren nuestros ojos para distinguir y discernir
entre lo que sirve y lo desechable. Una vez reconocido lo uno y lo otro, la
elección se impone; se elige lo que realmente tiene valor, no los harapos.
Cuando Jesús
afirma que Satanás va a tamizar a estos hombres que, a las alturas de la última
Cena, ya casi han perdido su confianza en Él, sus ojos los ven a lo lejos
victoriosos en su combate de la fe, gloriosos. Ve a Pedro en Roma sosteniendo
con su entereza a su temeroso rebaño golpeado por tantas persecuciones; a Juan
en Patmos fortaleciendo a las distintas Iglesias locales surgidas a lo largo y
ancho del Imperio Romano; a Felipe en Samaría sembrando en tantos hombres
hambrientos de verdad, el Evangelio de
la gracia; a Santiago ofreciendo su cuello ante la espada de su verdugo… y,
abriendo el tiempo hacia la eternidad, contempló gozoso a la inmensa multitud
de pastores según su corazón alimentando a pueblos enteros con el Evangelio de
la salvación que Él mismo graba en sus entrañas.
Pastores que,
una vez llamados, se dejaron libremente cribar, zarandear, a veces aullando de
dolor y tristeza ante tanta angustia y abandono. La criba les permitió crecer
en amor y libertades, y les desató de todo aquello que creían, por un tiempo,
compatible con su pastoreo. Fue así que pudieron llegar a ser hermanos
universales porque allí donde hay un pastor según el corazón de Dios, y aun
cuando ejerzan su ministerio en la aldea más remota de cualquiera de los cinco
continentes, la Luz de su Dios se proyecta amorosamente sobre el mundo entero.
Quiero
centrarme en un testimonio entresacado del Antiguo Testamento que, como bien
sabemos, es todo él una profecía acerca del Mesías, su misión y la Iglesia
nacida de su costado, como afirman repetidamente los santos Padres de la
Iglesia. Nos acercamos al profeta Jeremías, amigo íntimo de Dios que vivió
desgarradoramente la caída libre del pueblo santo a causa de su insensatez.
Insensatez que no apareció por generación espontánea, sino que fue fruto de un
pastoreo insustancial. Evidentemente, no eran pastores sabios, sino necios, con
todo el tinte peyorativo que tiene esta palabra en boca de Dios. También
Jeremías es sometido a una criba que podríamos llamar hasta brutal. Nos parece
que su Adversario no le da tregua alguna, no hay respiro para su dolor ni
remedio que alivie su alma abatida. No encuentra aparentemente medicina para
sus heridas.
Como le fue
profetizado siglos después a María de Nazaret, también Jeremías tiene su alma
atravesada por una espada. Es tal su dolor, tan desoladora su soledad, que
llega a dudar de todo incluso hasta de Dios. “¿Por qué ha resultado mi penar
perpetuo, y mi herida irremediable, rebelde a la medicina? ¡Ay! ¿Serás Tú para
mí como un espejismo, aguas no verdaderas?” (Jr 15,18).
Dios ha oído a
su profeta, a su íntimo, porque Jeremías lo fue como pocos. No se le escapó
ninguno de sus gemidos. Una a una sus lágrimas fueron por Él contadas y hasta
recogidas como dice el salmista: “De mi vida errante llevas tú la cuenta,
¡recoge mis lágrimas en tu odre!” (Sl 56,9). Cuando Dios consideró que la
prueba había alcanzado su cometido, cuando ya eran perfectamente visibles y,
por lo tanto, separables en el corazón de su amigo el trigo y la paja, le dijo:
¡Quiero que seas mío eternamente! He permitido todos estos vaivenes y zarandeos
en tu vida en vistas a tu misión profética, a tu pastoreo; en realidad, aun en
el dolor sabías que estaba junto a ti, y esto fue lo que te dio la capacidad
para escoger y decidir. La capacidad te la he brindado yo, la libertad no; eso
lo tienes que poner tú. Escoge, pues, entre el trigo y la paja, entre la
escoria y el oro, lo precioso y lo vil, toda esa maraña que tenías mezclada en
tu corazón. Y si sabes escoger lo que realmente es precioso y eterno, entonces
serás como mi boca. Serás pastor según mi corazón y también según mi boca: has sabido escoger.
Oigamos qué fue lo que realmente le dijo Dios: “Si te vuelves porque yo te haga
volver, estarás en mi presencia; y si sacas lo precioso de lo vil, serás como
mi boca” (Jr 15,19).
Su amor vale más que
mis proyectos
Nuestro querido
Jeremías es figura eminente de Jesucristo el Buen Pastor y Palabra del Padre. Y
sin querer ser desconsiderado, también de su boca, al igual que de la de Jesús,
salían palabras llenas de gracia. Jeremías es también icono de los llamados por
el Hijo de Dios para pastorear el mundo entero. Más allá de fijarnos en
pretendidas cualidades de éstos que, incluso elevadas a pedestales pueden
obstaculizar la originalidad, limpieza y frescura de la llamada, los pastores
según el corazón de Dios son su boca. A esto se refiere Jesús cuando proclamó
solemnemente acerca de sus pastores: “Quien a vosotros os escucha, a mí me
escucha” (Lc 10,16); sí, porque son mi boca.
Profundamente,
hasta los más recónditos entresijos de su alma, fue cribado Pablo una vez que
acogió la llamada de Jesús. Pálida fue la luz que cegó sus ojos haciéndole caer
camino a Damasco, en comparación con la que recibió de su Señor y Maestro en
esa su aventura de conocerle más y más cada día hasta llegar a la comunión con
Él y con sus padecimientos (Flp 3,10…).
Pablo, el
apóstol a quien el mundo conocido de entonces se le quedó pequeño en su afán
evangelizador, fue cribado como Jeremías, como Moisés, como Elías…, como todo
aquel que se deja amar, llamar y llenar por Dios. La persecución, ignominia,
expolio de su dignidad, desprecios incontables no le echaron atrás. Zarandeado
y pulido hasta la extenuación del alma, también del cuerpo, Pablo separó y
escogió. Primero separó y, aunque nos pueda parecer un poco drástico, llamó a
todos los pedestales que había levantado antes del conocimiento de su Señor,
basura, desecho.
No es que Pablo
desprecie nada de lo humano, pero si las cosas de este mundo le impiden
apropiarse del trigo que vieron sus ojos, trigo como, por ejemplo, éste del que
da testimonio: “la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús mi Señor” (Flp
3,8), entonces sí entendemos su forma de expresarse, su llamar basura a la
paja. Nada, ni los mayores honores hasta ahora recibidos, ni los que podría
seguir recibiendo si volviese a su anterior estatus, tendrían el valor
suficiente como para hacer la competencia al amor y la vida que recibía de su
Buen Pastor. Fue un perder para ganarlo todo, un desechar para abrazar y ser
abrazado por el amor eterno.
Como David,
Pablo y con él todos los que supieron escoger, pueden confesar: “tu Amor vale
más que la vida” (Sl 63,4). He ahí la raíz y razón de su elección. Lejos
estamos de generosidades, hablamos de sabiduría, de quien sabe acoger el don de
Dios. Tu amor, así entendieron David, Pablo y todos los demás, es más valioso
que la vida a la que me aboca mi corazón en el que el trigo y la paja continúan
mezclados.
¡Quiero otra
vida!, oímos con frecuencia decir a la gente. La verdad es que Dios es el
primero que quiere otra vida para ti, para sus hijos. Los pastores según el
corazón de Dios son aquellos que aceptan ser cribados por Satanás, conscientes
de que hay mucho de paja y desecho en ellos. Conforme se van dejando probar,
van conociendo el asombro de la cercanía de Dios. ¿Cómo se va a separar de
ellos si aun siendo un cúmulo de debilidades, se ponen en sus manos para poder
ser útiles al mundo por medio de la predicación del Evangelio? Si dijéramos que
éstos son los pastores que Dios quiere, sería incompleto. Me explico, no
solamente son los que Dios quiere, sino también los que quiere y necesita el
mundo.
martes, 26 de diciembre de 2017
CON MOTIVO DEL TESTIMONIO DE CAROLE
Muchos son los “milagros” con que el Señor ha querido adornar a esta pequeña comunidad de fieles, pobres en su concepción, pequeños en su sabiduría, pero amantes de la Palabra de Dios, buscadores y discípulos de su Evangelio. Verdaderamente Él prefiere a los pequeños, para que así se revele su Gloria, la que procede del Padre, revelada por su único Hijo Jesucristo.
No en vano el libro de la Sabiduría nos dirá: “…Pues aunque sea perfecto entre los hijos de los hombres, sin la Sabiduría que procede de Ti, será estimado en nada…” (Sb 9)
De igual modo, Jesucristo comentará: “…Te doy gracias Padre, Señor del Cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla…” (Mt 11,25)
Él se presenta en la vida de las personas de forma suave, como el “viento de Elías” (1Re, 19,12), y así, como dice el salmo, “…Sin que hablen, sin que resuene su Voz, a todas partes alcanza su pregón…” (Sal 19), llegó la Palabra de Dios a tu vida, para dar este testimonio del Amor que Dios te ha prodigado. Él ha enviado sobre ti su Palabra, y de esta forma, corre veloz su mensaje (Sal 147).
Que este don de Dios nos ilumine a todos con la alegría de recibir la Gracia desbordante de Jesucristo Nuestro Señor, y sirva de ejemplo a cuantos viven hoy día, inmersos en los acontecimientos de penumbra en que un día te encontraste.
La Comunidad María Madre de los a Apóstoles
lunes, 25 de diciembre de 2017
Un largo viaje para encontrar y amar al Señor (por Carole Demoulin)
Recibí el sacramento del Bautismo y de la Primera Comunión el 16 de julio 2017 a los 45 años...
Desde pequeña he sentido la presencia de Dios dentro de mí…
Desde pequeña he sentido la presencia de Dios dentro de mí y el deseo de aprender a conocerle. Sin embargo, en mi familia, se consideraba que la religión no era adecuada para mentes curiosas y reflexivas. Ni contemplaban creer en algo que para ellos era “fuera de lo posible, fuera de lo racional ”.
En el patio de la escuela infantil, una amiga mía me preguntó por qué no sonreía y …. si conocía a Dios. Ella empezó a hablarme de su fe y me enseñó a rezar el Padre Nuestro. Desde ese día, seguí rezando, buscando en la soledad, la presencia de este Padre. Cuando pedí a mis padres seguir la clase de religión en el colegio, se negaron. En otra ocasión, me encontré con una Biblia en la mesilla de noche de una habitación en un hotel. Enseguida mis padres me dijeron que no era para mí, sino para “aquellos que creían en Dios”. Deduje, entonces, que abrir la Biblia me permitiría conocer mejor a Dios, y me encerré en el cuarto de baño para leerla. A los 15 años, mis amigos hicieron referencia a los Reyes Magos y me di cuenta de que, yo era la única que no sabía quiénes eran. ¡Mis amigos no se lo podían creer! Yo, según las “oportunidades” que se me presentaban, seguía avanzando en mi búsqueda de Dios. Alimentaba mi fe con lecturas o encuentros, hubo momentos fuertes como mi matrimonio y luego los bautismos y primeras comuniones de mis tres hijos. Junto con mi marido, que, en su caso, era de una familia católica, les quisimos ofrecer la oportunidad de conocer a Dios, descubrir el Evangelio y seguir un camino de fe. Mi madre, convencida de que lo hacía por complacer a mi marido, respetaba mis decisiones aunque evitaba hablar del tema en la familia.
Mi ser profundo estaba abrumado por un sentimiento de gran soledad ya que se encontraba irremediablemente dividido entre dos realidades que se repelían: por un lado el sentir, cada vez más, la presencia de Dios dentro de mi, y por otro lado, la fuerte conciencia de que aquello constituía una traición respecto a mi cultura familiar. Con el tiempo, la soledad se convirtió en malestar, especialmente en la misa, porque en medio de la familia cristiana, frente a Jesús en la Cruz, me sentía como “clandestina”. Además, no estaba todavía “invitada a la cena del Señor”. Sin embargo en mi ser interior, sentía que, éste, era mi lugar.
El día de la Comunión de Thibault, mi hijo menor, a pesar de la felicidad propia de tal evento, me sentí muy desamparada, con gran sufrimiento y tristeza. Era más fuerte que mi voluntad, lloré, sintiéndome hundida por mi impotencia. Normalmente no solía pedirle nada a Dios, más bien le expresaba mi confianza y agradecimiento, pero ese día sentí como un grito que surgía de mi alma: “¡Dios ¡ ¿Qué tengo que hacer?”, “¿Qué quieres que haga?”. Y…¡Él me respondió!
Una amiga me propuso ir a las reuniones de un grupo parroquial “Descubrir o volver a descubrir la fe” y también a las catequesis semanales del padre Antonio Pavía (Misionero Comboniano). Sentí que era una respuesta clarísima, una manifestación de Dios, Él me abría un camino y solamente tenía que dejarme guiar. Desde entonces sentí una paz interior que nunca me ha dejado así como un sentimiento de profundo agradecimiento.
El padre Antonio me “partía la Palabra”…
No obstante, una sensación de gran vértigo se fue apoderando de mi; me sentía pequeña, minúscula, ignorante. El padre Antonio iba aclarando mis dudas, literalmente me “partía” el Evangelio como se parte el pan, el pan de la Palabra. Yo aprendí a acoger la Palabra porque sentía que alimentaba mi alma, la transformaba, le aportaba quietud espiritual pero también caos emocional frente a lo desconocido, frente a algo que me superaba totalmente.
Desde mi infancia había aprendido a dirigirme a Dios -Padre- en mi oración silenciosa, a Él solo. Jesús era ese hombre, al que yo reconocía como Hijo de Dios, del que admiraba el Amor que le unía a su Padre, su libertad de acción y de palabra y su fuerza para enfrentarse a los que no le reconocían por quién era. Lo miraba, sin más, incluso a veces con incomodidad, al verle crucificado (¿por qué?) en la cruz. No me dirigía a Jesús porque no tenía ninguna relación personal con Él. Pero sí que, al acoger en mi corazón, en mi alma, la Palabra de Dios, conocí a Jesús. Este encuentro me conmovió, me ayudó a tener confianza, a soltarme y dejarme guiar.
Así que poco a poco me entregué con confianza, dejando mis emociones en manos de Jesús. Seguí descubriendo los tesoros que Dios me tenía guardados: Fueron, entre tantos, todas las personas que se cruzaron en mi camino de fe, y que tanto me ayudaron con su testimonio, su propia fe y su confianza en Dios. Doy gracias a Dios por cada una de esas personas, y les doy gracias a ellas: a Elisabeth y Luis (mis padrinos de bautismo), a Lucile, al padre Antonio y a todos los miembros de la Comunidad que me acogieron con tanta generosidad. Entendí que no somos cristianos solos, cada uno frente a Dios, sino juntos unidos en Jesús, en una gran familia.
Como todos los años, la Comunidad María Madre de los Apóstoles, (comunidadmariamadreapostoles.com) celebró en Segovia su semana de Ejercicios Espirituales anuales bajo la Dirección del padre Antonio.
Algunas palabras de las catequesis que nos dio el padre Antonio a lo largo de esos días en Segovia, resuenan todavía en mí : “Nos toca amar, mirar de frente y, desde el corazón, levantar los ojos y caminar por las alturas”.
Mirar de frente sin necesidad de mirar atrás, de pensar en el sufrimiento que acompañó mi camino de fe, es precisamente la libertad que me regala mi fe. Ya no me hace temblar lo alejada que está mi familia de Dios, lo difícil que es comunicar sobre este tema con ellos. Hoy sé que todavía no han hecho la experiencia de acercarse a, o dejarse acercar por, Dios. ¡Si la hicieran, seguramente estarían conmigo! Ya no temo los comentarios a veces llenos de hostilidad o de incomprensión de las personas de mi entorno, cuando vienen a enterarse de mi “conversión”.
Quizá sea un poco temprano para asimilar los momentos intensos, muy íntimos que viví aquella semana de Julio en Segovia, y que culminaron con la celebración de mi bautismo y mi primera comunión. Quizá resulte confuso mi testimonio por falta de perspectiva pero me atrevo con confianza y humildad. Recibí regalos inestimables, mi corazón se abrió aún más al Amor. Me sentí tan privilegiada... Recibir el bautismo, y comulgar por primera vez, fueron momentos de profunda gracia que siguen acompañándome desde entonces.
Alabar a Dios brota en mí como una evidencia. Pero ¿cómo alabar a Dios? Pues, así y como lo diría Madeleine Delbrêl: se alaba a Dios desde la necesidad de vivir del amor que recibimos de Él, profundamente, humildemente, en nuestro día a día. Luego, ofrecer a los demás el amor recibido es nuestra manera de devolverle a Dios su Amor. Amar a Dios en cada persona. La fe desnuda, la fe esencial de Madeleine Delbrêl. Todo un ejemplo para mi.
¿Alguna transformación? No lo sé, pero me siento a gusto con Dios. Ahora, cada domingo, cuando me acerco para recibir la comunión, me siento transportada por una alegría vivaz que me acompaña todo el día. Cuando sonrío ahora, es como si lo hiciera junto con Jesús, junto con Dios. Sigo en el camino. La “llama del Amor” está dentro de mí y procuro hacerle más espacio a Jesús. Conforme voy avanzando en mi camino, descubro que el Evangelio no es un libro que se lee desde una mirada externa, sino desde el interior, desde nuestras vidas, se adhiere a nuestras vidas . Lo que deseo es hacer el bien, alabar a Dios desde mi humildad, y cultivar la alegría de confiar en Él. Su ternura es inagotable. Le pido la fuerza para que nunca me aleje de Él.
Mi fe me da fuerza, como una energía que me supera y transciende mi persona, la siento dentro de mí, la saboreo. Espero poder mantener intacto este sentimiento de « nunca tener bastante », siempre tener sed y hambre de Dios, agua viva, fuente de vida.
En la Pascua, podré recibir el sacramento de la Confirmación. Dios sigue sembrando en mi alma, siento que todo se mueve de nuevo en mi corazón. Emociones muy fuertes me inundan, pero con la experiencia previa de mi bautismo, sé que puedo estar tranquila, estoy en camino, buscando sin parar el rostro de Dios.
Carole Demoulin
Viniste Señor porque me amas (3)
Viniste Señor, a enseñarme a reconocerte en mi prójimo.
Viniste Señor, para grabar en mi alma tu bendita Palabra que me alimenta, me sacia y me hace estremecer.
Viniste Señor, para alimentar y hacer crecer la semilla de mi bautismo, para que llegue a dar buen fruto acogiendo tu Palabra.
Viniste Señor, para abrir mis oídos entaponados a la escucha de tu voz.
Viniste Señor, a descolocar “mis cosas” para colocar en su lugar “las tuyas”.
Viniste Señor, para ejercitar mi espíritu con el arte de orar, y de esa manera, enseñarme a amar como tú amas.
Viniste Señor, a decirme que el que ama, ora, y por lo tanto el que ora, no puede dejar de amar.
Viniste Señor, para que mis ojos puedan recrearse en la maravilla de tu creación.
Viniste Señor, para asumir mis pecados y borrar mi culpa.
Viniste Señor, a decirme: “Te amo y eres preciosa para mí”.
Viniste Señor, porque querías escuchar de mis labios, mi respuesta a tu amor por mí. Que desde lo profundo de mi alma, yo también te amo Señor, Tú lo eres todo para mí.
Viniste Señor, para dar tu vida por mí, y un día llevarme junto a Ti.
Viniste Señor, para ser mi Salvador.
Gracias Señor! Que el mundo entero conozca tu amor y sepa que en Tí está la salvación.
(Por María Pilar Pérez)
sábado, 23 de diciembre de 2017
viernes, 22 de diciembre de 2017
¿QUIEN ERES SEÑOR? Hch 9,5 para el Evangelio del Domingo 24 deDiciembre de 2017
Aquí estoy Dios mío
La Iglesia nos ofrece hoy el Anuncio del angel a Maria. ¡Aquí estoy! respondió ella, no al angel sino a Dios... cuya Palabra había acogido... ¡Aquí estoy, en Tí!... le dijo entonces Él.
La fe no entiende de tratados sino de amor y confianza... la fe es acoger el Evangelio y a Dios vivo en sus páginas. Al tener a Dios como huésped, Él mismo nos abre su Misterio.. esa Sabiduría "desconocida por los príncipes del mundo" como dice Pablo ( 1 Co 2,7-8). Dios nos hace partícipes de sus secretos, de su Vida.
Lo que celebramos en Navidad, a cuyas puertas estamos, es que gracias a Jesucristo el ¡aquí estoy! recíproco entre Dios y tú, ya es posible.
(Antonio Pavía. Misioneros Comboniano)
comunidadmariamadreapostoles.com
Sacas pan de los campos, Señor
"Desde tu morada riegas los campos. Sacas pan de los campos y vino que alegra el corazón, y aceite que da brillo a su rostro, y alimento que le da fuerzas. (Salmo 103)."
Nos da el pan de la eucaristía... y el vino nuevo del evangelio ... y ¡cómo me alegra esto el corazón!
Este alimento es el que nos da la fuerza y la esperanza para seguir avanzando hacia el Padre y nos hace ir cantando las maravillas del Señor .... y compartirlas para que otros las experimenten.
AMÉN
(Por Carmen Pérez)
jueves, 21 de diciembre de 2017
La fuerza De Dios
Son muchos los lugares en la Sagrada Escritura donde se hace patente la FUERZA de DIOS. Ya en el Canto del Benedictus, en el que el Espíritu inundó a Zacarías por el anuncio del nacimiento de Juan Bautista, se nos presenta la venida de Jesucristo como “…el Señor ha visitado a su pueblo,…suscitándonos una Fuerza de Salvación en la casa de David, su siervo…” (Lc 1, 68-79)
En el libro el Éxodo, se nos dice: “…mi fuerza y mi poder es el Señor, Él es mi salvación…” (Ex 15), dando así fe de esa experiencia vivida por los israelitas al paso del mar Rojo. Cántico que recogerá siglos más tarde Isaías cuando dice: “…He aquí a Dios, mi Salvador, estoy seguro, sin miedo, pues Yahvé es mi fuerza y mi canción, Él es mi salvación…” (Is 12, 1-5)
Cuando en el Salmo 92, el salmista inspirado por el Espíritu Santo, habla del poder de las aguas caudalosas, de la fuerza creciente de los ríos, que alzan su voz, de la fuerza impetuosa del mar, como símbolo de las fuerzas del mal, donde habita el Leviatán, eleva nuestro ánimo anunciándonos que Dios es más potente en el cielo.
Y el Salmo 83, como, “Añoranza del Templo”, entona un canto de alabanza diciendo:
“Dichosos los que viven en tu casa, alabándote siempre. Bienaventurados los que encuentran en Ti su Fuerza al preparar su peregrinación…”
Es que el cristiano está peregrinando por el mundo asido a las Manos de Dios, de tal forma, que: “…cuando atraviesa por áridos valles, lo convierte en oasis, como si la lluvia temprana lo cubriera de bendiciones…” (Sal 83)
Esta Lluvia temprana no es otra cosa que la Palabra de Jesucristo, el Evangelio de la Vida. Y es tal, que, aunque encontremos en el camino, en nuestra peregrinación, multitud de fracasos, incomprensiones, desalientos, sufrimientos…su Palabra nos sostiene y alimenta para que “nuestro pie no tropiece en la piedra”. Esos son esos áridos valles, donde, sin su ausencia, no crece la hierba, nuestra Fe.
Contra esta piedra que nos hace tropezar, tenemos a Jesucristo, nuestra Piedra angular, sostén y sustento de nuestra alma.
Pablo pone la “guinda” de la predicación cuando dice:”Pues la predicación de la Cruz es una locura para los que se pierden; mas para los que se salvan,-para nosotros-, es fuerza de Dios…” (1 Cor1, 18)
Alabado sea Jesucristo
(Tomás Cremades)
miércoles, 20 de diciembre de 2017
Poemas II.- EL DÍA PASA
"No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos?. Que por todas esas cosas se afanan los gentiles; pues ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura."
Mt 6; 31-33
EL DÍA PASA
El día pasa, ocurren cosas y pasamos por el mundo diciendo, haciendo, tejiendo nuestra vida, decidiendo qué hacer, cómo actuar.
Y en medio de nuestras cosas, tu mirada, siempre tu mirada, espera atenta nuestra pregunta, nuestra duda.
Si no nos cruzamos con ella, las cosas ocurren y tú no intervienes pero si te buscamos y te preguntamos, Señor ¿qué piensas? , entonces, siempre hallamos respuesta.
Respuesta que intuimos y que tantas veces no nos gusta, pero cuánto confiamos en que éste que tú nos indicas, es el camino.
Y, si obedecemos, todo ocurre.
Se despliega ante nosotros la claridad de tu luz.
Se despliega ante nosotros la claridad de tu luz.
Los hombres siempre la reconocen.
(Olga Alonso)
"Siendo joven aún, antes de ir por el mundo, me di a buscar abiertamente la sabiduría en mi oración, a la puerta delante del templo la pedí, y hasta mi último día la andaré buscando. En su flor, como en racimo que madura, se recreó mi corazón. Mi pie avanzó en derechura, desde mi juventud he seguido sus huellas. Incliné un poco mi oído y la recibí, y me encontré una gran enseñanza."
Si 51; 13-16
martes, 19 de diciembre de 2017
VINISTE SEÑOR PORQUE ME AMAS (2)
Viniste Señor, para caminar conmigo y acompañarme siempre.
Viniste Señor, para sostener con tu fuerza mi debilidad.
Viniste Señor, para darme el poder de vencer a mis enemigos del alma.
Viniste Señor, para ahuyentar mis miedos.
Viniste Señor, a romper mis cadenas, soltar mis amarras, para descansar sólo en ti.
Viniste Señor, para enseñarme tu Verdad.
Viniste Señor, a fortalecer mi esperanza para que no desfallezca.
Viniste Señor, y porque viniste, gracias por venir. Ya no me dejes marchar sin Tí. Y a los que durante mi vida anudaste a mi querer, y a los que no, atráenos a todos hacia Tí. Que el mundo entero conozca tu Amor y que en Tí está la salvación.
(María Pilar Pérez)
sábado, 16 de diciembre de 2017
viernes, 15 de diciembre de 2017
¿ QUIEN ERES SEÑOR? Hch 9,5 para el Evangelio del Domingo 17 deDiciembre de 2017
¿Tenemos tiempo para buscar a Dios?
La predicación de Juan Bautista a la orilla del Jordan no puede ser más contundente: ¡En medio de vosotros hay uno - Jesus - a quien no conoceis! Es una premonición del problema que nos puede afectar: que nuestros intereses sean más determinantes que interiorizar el Evangelio hasta dar con el espíritu y vida que contiene. Hablamos de la savia divina que corre por las palabras de Jesús. Quien se hace con esta savia, conoce a Jesús y al Padre, a su Padre Jn( 14,7 ). 2000 años lleva Jesús cumpliendo esta promesa a los que le buscan. El problema es, que no encontramos tiempo para buscarle si relegamos su búsqueda al último lugar. Quizás nos ayude el testimonio de Pablo.. "...Juzgo que todo es banal ante el sublime conocimiento de Jesús, mi Señor..( Fil 3,8)
(Antonio Pavía.- Misionero Comboniano)
comunidadmariamadreapostoles.com
Tu Paz (Isaías 26,12)
"Señor, Tú nos darás la paz porque todas nuestras empresas nos las realizas Tú."
La paz que el Señor nos dice, cuando nos manda ir a Él los cansados y agobiados... Los cansados de nosotros mismos, de pensar que podemos con nuestras obras hacer todo y que no necesitamos de Dios .....
Jesús llora sobre Jerusalén viendo que no comprenden lo que lleva a la Paz ... Jerusalén somos todos. ¡Cuánto nos cuesta aprender a descansar en la voluntad de Dios....!
Señor ayúdame a comprender donde está la paz ... Tu Paz
AMÉN
(Por Carmen Pérez)