Sabemos que en buena parte del primer mundo la creencia en Dios se está desvaneciendo. Nos preguntamos cómo hemos llegado a esta situación y qué debemos de hacer los aún creyentes. Nos duele ver cómo es que Dios, que era el alma de nuestros pueblos y ciudades, pasa casi desapercibido. Hemos de reconocer que ha habido más empeño en adoctrinar a la gente a base de devociones, que sí son válidas, que en sembrar en sus corazones el Evangelio de Jesús. Hemos ofrecido al pueblo de Dios multitud de promesas, visiones, revelaciones... etc, que, siendo buenas, no están a la altura del Evangelio que engendra la fe, como escribe Pablo (Rm 10,17). Sí, la fe firme sobre la Roca, como dice Jesús (Mt 7,24). El Evangelio contiene la Fuerza y la Gracia de Dios que crea en el hombre la Fidelidad a Jesús... y si embargo es... ¡el Gran Desconocido para muchos bautizados! Recordemos cuando Jesús multiplicó los panes para toda una multitud hambrienta. Después, al decirles que Él era el Pan Vivo bajado del Cielo, le abandonaron. Entonces preguntó a los suyos si también querían irse y Pedro le respondió: "Señor, Tú tienes palabras de Vida Eterna" (Jn 6,67...). Quizás sea esto lo que ha faltado, dar al hombre Palabras de Vida eterna, las propias del Evangelio de Jesús. Esto nos compete a todos... Ánimo, aún estamos a tiempo.
P. Antonio Pavía
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