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sábado, 19 de septiembre de 2015

Serpiente satánica, Serpiente Santa (por Tomás Cremades)


Replicó la serpiente a la mujer: “De ninguna manera moriréis. Es que Dios sabe que el día en que comiereis de él (el árbol prohibido), se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal.” (Gen 2, 4-6)
Y, efectivamente NO les engañó. Dios había proyectado en su inmensa Sabiduría, hacer del hombre una imagen semejante a Él. Dios-Jesucristo, se hizo hombre para que el hombre se hiciera como Dios. Dice san Atanasio, obispo de Alejandría, en su Tratado sobre la encarnación del Verbo Divino, que el Logos (la Palabra) se hizo carne como nosotros, para nuestra salvación. Dice exactamente que “se hizo hombre para que nosotros llegáramos a ser Dios; se hizo visible corporalmente para que nosotros tuviéramos una idea del Padre invisible, y soportó la violencia de los hombres para que nosotros heredáramos la incorruptibilidad”.
Lo que ocurre es que la “serpiente satánica”, el diablo, Príncipe de la mentira, nos engaña en la forma de decirnos la manera en qué podemos ser Dios. Él nos enseña a ser dios con minúscula, suplantando al Dios verdadero, único Señor. El diablo nos dice que somos nosotros los que dictamos la ley; nosotros decimos qué es lo bueno y qué es lo malo. Suplantamos a Dios. Ese es el verdadero pecado de Adán, ese es el pecado del hombre. 
Y, en ese orden de cosas, nos estorba Dios. Y así vale el aborto, la eutanasia, la mentira, el robo, el asesinato, la corrupción, la mentira…y un larguísimo etcétera.
Envió entonces Yahvé contra el pueblo serpientes abrasadoras que mordían al pueblo; y murió mucha gente en Israel. El pueblo fue a decirle a Moisés: “Hemos pecado por haber hablado contra Yahvé y contra ti. Intercede ante Yahvé para que aparte de nosotros las serpientes”. Moisés intercedió por el pueblo: Y dijo Yahvé a Moisés: “Hazte una serpiente abrasadora y ponla sobre un mástil. Todo el que haya sido mordido y la mire, vivirá” (Num 20, 6-9)
Esta imagen de la serpiente de bronce hecho por Moisés, es la viva imagen de Jesucristo: todo el que mira al crucificado-serpiente colgada del mástil, que es el madero de la Cruz-se curará.
Como se curó el buen ladrón en la cruz: “¡Señor, apiádate de mí cuando estés en tu Reino!” “Hoy estará conmigo en el Paraíso” le dijo Jesús.
Jesús no le reprochó sus pecados, que indudablemente le habían llevado a la muerte; pecados probablemente ciertos…Jesús vio su arrepentimiento. Y su fe en Él. Y desde entonces sabemos que Dimas, el llamado “buen ladrón”, siendo malo como el otro ladrón, fue admitido en el cielo. Y lo celebramos como san Dimas.
Se cumplió la profecía de Jesús: “Cuando yo sea elevado de la tierra, atraeré a todos hacia Mí”(Jn 12,32), anunciando la muerte que había de padecer.
Jesucristo, la serpiente santa, imagen adorada del pueblo de Israel, que sana al que le mira con la fe de curar sus heridas, anticipada por Moisés en el desierto, profetizada por Él mismo, es el verdadero Cordero de Dios que arranca nuestro pecado.
 
Alabado sea Jesucristo
 
Septiembre 2015

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