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jueves, 15 de octubre de 2015

Toques del Alma 92

12. Un corazón dilatado por la convivencia con Dios absorbe la realidad y el deseo en equilibrada proporción. Sólo así, lo visible y tangible queda enriquecido por la fantasía de Dios, el imposible que nos propone y promete como a Abraham ( 18,10-14), a María (Lc 1,26-38), etc. Es que no hay hombre más pobre, más incompleto, que el que se cierra a “los imposibles” que Dios quiere hacer en él.

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