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martes, 15 de marzo de 2016

“CONFUSION” (por María G.S,)

 “CONFUSION”                        
 
Cuando yo era pequeña, jugaba al teléfono loco, os acordáis? Nos sentábamos en círculo y el primero le decía una palabra o a veces una frase al siguiente, muy rápido, y así sucesivamente hasta que la palabra volvía al primero. Y ahí empezaban las risas, cuando cada uno decía lo que había entendido y se comprobaba que no tenía nada que ver con la palabra de partida.
Bueno, os cuento esto, porque a la hora de hablar de Dios, yo no quiero confundir a nadie con mis palabras. La “Palabra” no confunde, las palabras puede que sí.
Jesús nos habla con “palabras” sencillas pero certeras. Dejaba a la gente admirada y sorprendida, su “Palabra” no dejaba a nadie indiferente, o lo seguían o lo rechazaban. Frases como “Dad al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios”, desarmaba a los más astutos que iban a por El, y como ésta, muchísimas más, que nos regala a lo largo del Evangelio . Nos las regala, sí, pero no para guardarlas en un cajón, sino en nuestro corazón, para hacer uso de ellas en el momento oportuno. Y ahí es donde empieza el “lio” o mejor dicho la misión del discípulo, que es hacer llegar a los que te rodean (y si puedes más lejos) el “Amor” que recibimos del Padre.
Y para no llevar a nadie a la “confusión”, la mejor manera que se me ocurre es hacerlo “con-fusión” en el Padre, de la forma que Él nos ha enseñado, con la ORACION, que nos da la fuerza del  Espíritu Santo y nos funde en Él.
Y mirad si Dios es grande, que el día en yo quería escribir esto y no sabía muy bien cómo, en una de las lecturas correspondientes a ese día, San Pablo nos dice: “Vivid en constante oración y súplica guiados por el Espíritu. Y renunciando incluso al sueño para ello, orad con la mayor insistencia por todos los creyentes y también por mí, a fin de que Dios ponga en mis  labios la palabra oportuna para dar a conocer con audacia el misterio del evangelio, del que soy embajador entre cadenas. Que Dios me conceda anunciarlo con la entereza que debo” (Ef.6, 18-20)

Déjame Señor, coger de esta carta de San Pablo, la parte proporcional que me toca.

María G.S.

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