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sábado, 19 de marzo de 2016

MISERICORDIA Y CONVERSIÓN I .- (por María Pilar)

Este es el tiempo de la Misericordia. La salvación se anuncia donde acechó el infierno. ¿Nos queremos convertir?, pues preparémonos para "escuchar"; pero para escuchar a Dios, con todo nuestro ser, atento y receptivo. 

Para convertirse, hay que escuchar a Dios y poner en práctica lo que el Señor nos dice.
Sin embargo, ocurre con facilidad, que al escuchar la predicación del Evangelio, pensemos que lo que nuestros oídos están oyendo, lo que Dios está hablando no es para nosotros. Y automáticamente lo trasladamos a los demás: ¡ésta palabra no es para mí!, ¡esto es para tal persona!, ¡y qué pena que no esté aquí para oírlo, con lo bien que le hubiese venido!.......
     Seguro que todos hemos caído alguna vez en esa equivocación. El que escucha soy yo, y es a mí a quien Dios le está hablando.
     Dios nos habla siempre a través de su Palabra, y por si  no lo sabemos, nos habla a cada uno de una manera individual y personal cuando escuchamos la predicación del Evangelio. Aunque el receptorio esté abarrotado de personas, en esos momentos Dios se está dirigiendo a mí como si estuviésemos solos El y yo. Pues de esta escucha, la cual Dios nos capacita abriéndonos el oído a su voz, casi sin darnos cuenta, vamos comenzando a conocerle y amarle. Entonces es cuando nos nace el deseo de darlo a conocer a los demás como respuesta a su llamada y nuestra escucha. ¡Ahora es cuando comienza nuestra conversión!

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