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lunes, 3 de octubre de 2016

AMAR LA EUCARISTÍA-HISTORIA-(TODO LO PUBLICADO)




(del libro Historia del Santísimo Sacramento.- Autor D. Francisco Menchén)

A partir del 4 de Octubre, la Comunidad publicará semanalmente ésta nueva sección que comprenderá:
I.- Historia del Santísimo Sacramento según el libro del mismo título del historiador D.Francisco Menchén quien  amablemente ha autorizado su difusión  a la Comunidad.

II.- GRANDES CONVERSIONES.-Testimonios de grandes convertidos por la conmoción interior y belleza que experimentaron en la Adoración al Santísimo y la Eucaristía a lo largo del último siglo.

¿Eres consciente de que la Eucaristía fué instituida por el mismo Jesucristo en la última cena y que supone una infinita riqueza que da a su Iglesia para que todos podamos vivir intensamente nuestra comunión con Él?.

¿Sabías qué la Adoración del Santísimo surgió en la Iglesia primitiva gracias a que en las primeras comunidades personas escogidas llevaban el Cuerpo del Señor a los cristianos prisioneros para que pudieran comulgar y así ser fortalecidos en su fe y amor hacia Él?

¿ Y que como no era posible visitar diariamente a estos encarcelados, les llevaban, en un recipiente digno, múltiples porciones del Cuerpo del Señor, suficientes para varios días y que los prisioneros, conscientes del tesoro que la Iglesia había puesto en sus manos, empezaron a adorar al Santísimo por las noches gozosos de poder adorar a su Señor. Eran unos condenados a muerte que caminaban hacia la Vida.

Os animamos, pues, a hacer partícipes de ésta, creemos, bella iniciativa
a todas las personas, contactos, grupos parroquiales, de oración, etc., que podáis, pues esto es también evangelizar.
Un abrazo en el Señor
P. Antonio Pavía 


LA EUCARISTIA EN LA IGLESIA PRIMITIVA (del libro Historia del Santísimo Sacramento.- Autor D. Francisco Menchén)

La Eucaristía se va a convertir desde un punto de vista histórico en uno de los pilares del Cristianismo. Tenemos que tener en cuenta que éste no nace repentinamente como una nueva religión sino que se va conformando poco a poco basándose en la figura de Cristo como Mesías Redentor, hijo de Dios y Dios mismo; luego en el Antiguo Testamento, o Tanaj que va a seguir vigente, el viejo pacto va a ser sustituido por el nuevo pacto de Jesús muerto en la Cruz. De hecho hay que recordar cómo la Iglesia de Jerusalén va a continuar con las prácticas judías durante un buen tiempo. En este sentido es muy revelador lo que nos cuenta Lucas en los Hechos de los Apóstoles: “Acudían al templo todos los días con perseverancia con un mismo espíritu, partían el pan por las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón” (Hech 2, 46).
Efectivamente la Iglesia de Jerusalén seguía observando fielmente los preceptos de la ley Mosaica, de hecho Santiago el Obispo de Jerusalén era un fiel observante de la ley. Pues a pesar de que a los gentiles se les eximió de las cargas de la ley, la inmensa mayoría de la iglesia judeocristiana de Jerusalén las siguió observando en un principio. Entonces ¿qué es lo que les diferenciaba a los cristianos de Judea del resto de los judíos? pues que para este grupo de judíos, Jesús era el Mesías, el enviado, que su palabra estaba viva y además de cumplir con la ley, el cristiano tiene que convertirse de corazón. Sin embargo seguían asistiendo al templo. Pero aquí nos encontramos con una diferencia importante: TOMABAN EL ALIMENTO CON ALEGRIA. ¿Qué tipo de alimento?, pues el pan y el vino, es decir celebraban la Eucaristía, tal y como se lo había enseñado Jesús a sus discípulos. Esto es lo que les diferenciaba sustancialmente de los judíos, así como que ya no hacían sacrificios en el templo, pues el único sacrificio que celebraban era tomar el pan y el vino, como el cuerpo y la sangre de Cristo tal y como éste les mandó. Ya no había que sacrificar sino que celebrar el Sacrificio de Jesús y en esa celebración, el cristiano entraba en comunión con Jesús mismo comiendo el pan y bebiendo el vino, que lo van a considerar como verdadero cuerpo y sangre de Jesús.
Veamos que nos dice el evangelio:
Mateo: “Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípulos, dijo: Tomad, comed, este es mi cuerpo. Tomó luego una copa y dadas las gracias, se la dio diciendo Bebed de ella todos, porque esta es mi sangre de la Alianza que es derramada por muchos para perdón de los pecados. (Mt 26, 26-28).
Marcos “Y mientras estaban comiendo, tomó pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio y dijo: Tomad, este es mi cuerpo. Tomó luego una copa y dadas las gracias se la dió y bebieron todos de ella. Y les dijo: Esta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos.” (Mc 14, 22-25).

Lucas: “Cuando llegó la hora, se puso a la mesa con los apóstoles; y les dijo: con ansia he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer; porque os digo que ya no la comeré más hasta que halle su cumplimiento del Reino de Dios.
Y recibiendo una copa, dadas las gracias, dijo: Tomad esto y repartirlo entre vosotros; porque os digo que, a partir de este momento, no beberé del producto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios.
Tomó luego pan y, dadas las gracias, lo partió y se lo dio diciendo: este es mi cuerpo, que es entregado por vosotros hacer esto en recuerdo mío. De igual modo después de cenar, la copa, diciendo: esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros. (Lc 22, 14-20),
Estos textos bíblicos se complementan con dos citas de Pablo a los Corintios:
“La copa de bendición que bendecimos ¿no es acaso comunión con el cuerpo de Cristo? Y el pan que partimos ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo? Porque aun siendo muchos, un solo pan y un solo cuerpo somos, pues todos participamos de un solo pan. (1 Cor, 10, 16-17).

-“Porque yo recibí del Señor lo que os he trasmitido: Que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan, y después de dar gracias, lo partió y dijo: este es mi cuerpo que se da por vosotros; haced esto en recuerdo mío. Así mismo también la copa después de cenar diciendo: esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre. Cuantas veces las bebiereis, hacerlo en recuerdo mío. Pues cada vez que coméis este pan, y bebáis esta copa, anunciáis la muerte del Señor, hasta que venga. Por tanto, quien coma el pan o beba la copa del Señor indignamente, será reo del cuerpo y de la Sangre del Señor” (1 Cor, 11, 23-27). 



En la Didadje también nos encontramos dos menciones interesantes acerca de la Eucaristía:
-Pero que nadie coma ni beba de vuestra eucaristía sin estar bautizado en el nombre de Jesús; pues de esto dijo el Señor: “No deis lo santo a los perros”
-En los Domingos del Señor, reuníos y partir el pan y hacer gracias, confesando antes vuestros pecados para que vuestro Sacrificio sea puro. El que tenga algún disgusto con su amigo, no asista a vuestra reunión hasta haberse conciliado a fin de que no se contamine vuestro sacrificio. Pues esto es lo que dijo el Señor: En todo lugar ofrézcanseme sacrificios limpios, porque soy yo rey grande, dice el Señor, y mi nombre es admirable entre las naciones.
Todos estos textos son bastante tempranos e indudablemente encuadrados en la Iglesia primitiva del S. I. Y nos cuentan un hecho esencial que marca el nacimiento del cristianismo que es la reunión de la asamblea para tomar el pan y el vino en recuerdo de Cristo.
Pero vayamos por partes: En primer lugar nos encontramos con unos apóstoles asustados, recluidos en la casa de Marcos que en la fiesta de Pentecostés dicen recibir el Espíritu Santo en forma de unas lenguas de fuego. Este hecho que sucedió en privado obviamente no ha podido ser atestiguado por elementos ajenos a esa comunidad. Lo que sí ha podido ser atestiguado es el discurso de Pedro a la multitud de Jerusalén; tras el cual, según Lucas en los hechos de los apóstoles (hech 4,4) hubo una conversión de unas cinco mil personas, número que no debe de ser tenido por exacto, pero sí que indica que se convirtieron una gran multitud de personas tras escuchar a Pedro hablar cada uno en la lengua de su país de origen. Este hecho viene atestiguado por la carta de Hilarion de Amastris a Quione. De esta gran cantidad de personas un buen número formó parte de la comunidad cristiana al haber sido bautizados, y todos ellos reunían una serie de características comunes:
-La de aceptar que Jesús murió y resucitó, idea no disparatada para una multitud que en parte le había seguido en su peregrinación desde Galilea hasta Jerusalén, y que poco antes de su muerte había resucitado a Lázaro. El hecho de que Jesús no solo fuera capaz de resucitar a una persona y que en la tradición judía existiera una tradición de resucitaciones, así como su aparición pública a 500 personas le lleva a David Flusser en su obra ”Jesús el judío” a afirmar que está científicamente probado la resurrección de Jesús. Por lo tanto frente a los argumentos inconsistentes de autores como Pagola o Crossnan, la afirmación de David Flusser, que en su día recibió el premio al mejor historiador de todos los tiempos, hace factible que mucha gente creyera en la resurrección de Cristo; ya que de todas las hipótesis posibles tras la muerte de Jesús y la ausencia de cadáver en la tumba: robo del cadáver, supervivencia a la crucifixión, etc. la resurrección de Jesús era y sigue siendo la salida más lógica a este enigma y más aún lo era en ese tiempo.
-Por otro lado, los cristianos al aceptar que Jesús había muerto, resucitado y se había presentado a sus discípulos, se acepta que la resurrección de Jesús es diferente a las anteriores resucitaciones bíblicas, Lázaro no resucitó para no volver a morir sino que murió; Jesús no, Jesús, resucitó para luego volver con su Padre.
Lo anterior suponía aceptar que Jesús era el Mesías prometido, el hijo de Dios, por lo tanto era Dios y la comunidad cristiana de Jerusalén pese a que seguía observando las costumbres y la ley mosaica introdujo una modificación en su culto. Por un lado seguía estudiando la Tanaj y por otro celebraba la fracción del Pan y el vino dentro de una ceremonia donde, junto a la lectura de pasajes de la Tanaj se predicaba el evangelio de Jesús. Fue precisamente la necesidad de leer con exactitud los dichos de Jesús lo que originó la redacción del Evangelio. 





Hubo muchos evangelios y fue la Iglesia la que determinó que evangelios se ceñían a la tradición de la Iglesia y cuáles no, De ahí que nacieran los evangelios canónicos y los apócrifos.
Por lo tanto lo que nos cuenta los evangelios está en plena concordancia con lo que pensaban los cristianos de la época. El primer evangelio en escribirse es el de Marcos que recoge la tradición oral y según muchos autores también se basaría en un presunto evangelio anterior perdido que sería el evangelio Q. No obstante y al no haberse encontrado este evangelio, sino que como mucho nos encontramos con hipotéticas reconstrucciones del mismo a través de la comparación de los evangelios sinópticos, hemos de decir que Marcos es la fuente más antigua aceptada por la Iglesia con una antigüedad que bien puede retrotraerse a algo más de la decena de años después de la muerte de Jesús. Marcos nos dice que Jesús dejó claro que el pan es su cuerpo y el vino es su sangre. 
Los otros dos evangelios sinópticos: Mateo y Lucas, se basan en Marcos y tratan de ampliar la información aportada por éste. En el caso de Mateo, que se dedica a escribir fundamentalmente a los judeocristianos vuelve a dejar claro el mensaje: el pan es el cuerpo de Cristo y el vino es su sangre. Así de claro. Los cristianos de la Iglesia de Jerusalén cuando se reunían para tomar el alimento, tomaban el pan en el sentido de que es el cuerpo de Cristo y el vino que es su sangre.
Lucas, que era gentil, un gran investigador que estuvo en Jerusalén y que allí contactó con Mateo y la Virgen María lo que hace es aclarar la importancia de este acto. A la hora de comer el pan y el vino, no solo se está recordando a Jesús, sino que esta es la Nueva Alianza. Es decir la alianza antigua mosaica es sustituida por una Nueva Alianza entre Dios y su pueblo. El cristiano asume que la muerte y resurrección de Jesús se plasman en este acto,
Juan escribe un evangelio más teológico y deja claro que es la Eucaristía: “En verdad, en verdad os digo: Sino coméis la carne del hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo lo resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.” (Jn 6, 53 – 56).
 En este sentido, San Pablo en los años 50, en su carta a los Corintios vuelve a dejar claro que la eucaristía es el acto donde el cristiano al tomar el pan y el vino no solo participa en la nueva alianza entre Dios y los hombres sino que está unido a Jesús. De ahí que el cristiano debe de estar preparado para ello.
Esto lo pone de manifiesto la Didadjé que establece unos requisitos claros para poder tomar parte en la toma del alimento; es decir a la hora de tomar el cuerpo y la sangre de Cristo. En primer lugar han de estar bautizados. El Bautismo tenía un profundo significado para el pueblo de Israel. Cuando una persona se bautizaba lo que hacía era renunciar a su vida anterior que quedaba completamente atrás y se sometía por completo a las enseñanzas de una persona, Por lo tanto el Bautismo suponía en sí mismo una conversión total del individuo y la aceptación del mensaje de Cristo de una forma inequívoca.
Pero no solo se le exigía al cristiano una adhesión total a Cristo y por lo tanto una conversión, sino que además el cristiano ha de estar dispuesto a estar completamente preparado para unirse al cuerpo de Cristo en una Nueva Alianza y para ello ha de estar libre de pecado y a bien con sus hermanos.
Ahora, estos textos fueron una interpretación equivocada de la realidad o ¿acaso fue el producto de un mayor fanatismo al tratarse de un periodo muy cercano a la muerte de Jesús? La evolución de la Iglesia primitiva parece demostrar que no es así.
El catecumenado, que era un periodo de preparación de los neófitos para recibir el bautismo solía durar años. Los catecúmenos no podían recibir el pan y el vino. Luego si para poder recibir el pan y el vino se ha de esperar años y se tiene que estar espiritualmente preparado para recibirlo es porque aquello que se recibe era de suma importancia: el mismo Cristo. 




Los Padres de la Iglesia nos van a dar su opinión acerca de la eucaristía:
San Ignacio de Antioquía 
Fue Obispo de Antioquía, martirizado en Roma siendo devorado por los leones en los tiempos del emperador Trajano en el año 110. Nos deja los siguientes testimonios:
-Carta a los Efesios: “Partiendo de un mismo pan, que es medicina de inmortalidad, antídoto para no morir, sino vivir por siempre en Cristo Jesús”.
-Carta a los Filadelfios: “Esforzaos, por lo tanto, por usar de una sola eucaristía; pues una sola es la carne de nuestro Señor Jesucristo y uno solo es el cáliz para unirnos con su sangre, un solo altar, con un solo Obispo junto con el Presbítero y los Diáconos con siervos míos, a fin de cuanto hagáis, todo hagáis según Dios”.
-Carta a los Romanos: “No siento placer por la comida corruptible ni por los deleites de esta vida. El pan de Dios quiero, que es la carne de Jesucristo, el linaje de David; y por bebida quiero la sangre, de Él, el cual escaridad incorruptible”.
-Cartas a los Hermíneos
a) “De la Eucaristía y de la oración se apartan (los docetas) porque no confiesan que la eucaristía de nuestro Salvador Jesucristo, la que padeció por nuestros pecados, la que por bondad resucitó el Padre. Por tanto, los que contradicen al don de Dios litigando, se van muriendo, mejor les fuera amar para que también resucitasen”.
b) “Solo aquella Eucaristía ha de tenerse válida: la que se celebra bajo la supervisión del Obispo o aquel a quien él se lo encargare...no es lícito sin el Obispo ni bautizar ni celebrar ágapes”,
San Justino 
Es un mártir que murió decapitado en el año 165, fue uno de los mayores apologetas de la Iglesia, destacando su obra Diálogos con Trifón debido al intenso debate que mantuvo con éste judío. Justino tuvo que hacer frente a las acusaciones de canibalismo que recaían sobre los cristianos. No obstante Justino va a ser muy tajante al respecto:
En su Apología primera, manifiesta: “Este
alimento se llama entre nosotros Eucaristía, del cual a ningún otro es lícito participar, sino al que cree que nuestra doctrinas verdadera, y ha sido purificado por el bautismo para perdón de pecados y para regeneración y que vive como Cristo enseñó. Porque estas cosas no la tomamos como pan ordinario ni bebida ordinaria, sino que, así como el verbo de Dios, habiéndose encarnado Jesucristo nuestro Salvador, tuvo carne y sangre para nuestra salvación, así también se nos ha enseñado que el alimento eucaristizado mediante la palabra (verbo) de oración procedente de El – alimento del que nuestra sangre y nuestra carne se nutren con arreglo a nuestra transformación – es la carne y la sangre de aquel Jesús que se encarnó... Y por todas las cosas de las cuales nos alimentamos, bendecimos al Creador de todo, por medio de su hijo Jesucristo y del Espíritu Santo. Y el día llamado del sol se tiene una reunión en un mismo sitio de todos los que habitan en las ciudades o en los campos, y se leen los comentarios de los apóstoles o las escrituras de los profetas...Y se da y hace participante a cada uno de las cosas eucaristizadas y a los ausentes se les envía por medio de los Diáconos.....Y nos reunimos todos los días del sol (domingo) puesto que es el día primero el cual Dios, cambiando las tinieblas y la materia, creó el mundo y Jesucristo nuestro salvador resucitó de entre los muertos”.
En sus Diálogos con Trifón dice:
- “Porque desde la salida del sol hasta su ocaso mi nombre es glorificado entre las gentes y en todo lugar se ofrece a mi nombre incienso y ofrenda pura, pues grande es mi nombre entre las naciones dice el Señor, pero vosotros lo profanáis....Ya entonces predice a cerca de los sacrificios que en todo lugar le son ofrecidos a Él por nosotros los gentiles, (gentiles convertidos al cristianismo) esto es, el pan de la Eucaristía y el cáliz igualmente de la Eucaristía”.
- “Así nosotros los que por el nombre de Jesús con un solo hombre hemos creído en el Dios hacedor de todas las cosas, habiéndonos despojado, por el nombre suyo hijo primogénito, de los vestidos viejos, es decir de los pecados, inflamados por la palabra de su llamamiento, somos la verdadera raza sacerdotal de Dios; según atestigua el mismo Dios al decir que en todo lugar entre los gentiles hay quienes le ofrecen a él sacrificios agradables y puros. Pues de todos los sacrificios por medio de este nombre los cuales ordenó Jesucristo que se hicieran, a saber, en la Eucaristía del pan y del cáliz, sacrificios que hacen los cristianos en todos los lugares de la tierra, ya que de antemano testifica Dios que le son agradables. En cambio rechaza los que hacéis vosotros, y por medio de vuestros sacerdotes, diciendo: y vuestros sacrificios no aceptaré de vuestras manos: pues desde la salida del sol hasta su ocaso mi nombre es glorificado, dice, entre las gentes, mientras que vosotros lo profanáis”. 


Los Padres de la Iglesia nos van a dar su opinión acerca de la Eucaristía:
San Irineo
Fue discípulo de San Policarpo que a su vez fue discípulo de San Juan, vivió entre los años 130 a 202, destaca su obra “Contra las herejías” donde nos da una serie de informaciones interesantes:
-“Tomó el pan que es algo de la creación, y dio gracias diciendo: este es mi cuerpo, Y de la misma manera afirmó que el cáliz, es de nuestra creación terrena, era su sangre: y enseñó la nueva oblación del Nuevo Testamento, la cual, recibiéndola de los Apóstoles, la Iglesia, ofrece en todo el mundo a Dios, que nos da los alimentos, primicias de sus dones en el Nuevo Testamento; a cerca de lo cual Malaquías, uno los doce profetas (menores), profetizó así; en efecto, el mío no está hacia vosotros dice el Señor Omnipotente. Y no aceptaré de vuestras manos sacrificio. Porque desde el levante a poniente es glorificado mi nombre entre las gentes y en todo lugar hay incienso a mi nombre y un sacrificio puro, pues grande es mi nombre entre las naciones dice el Señor omnipotente.”
-“Como pues, les constará que es pan, en el que han sido dadas las gracias, es el cuerpo de su Señor, y el cáliz de su sangre, si no dicen que es hijo del hacedor del mundo, estos es, su Verbo,”
-“ Pero si ésta (la carne) no se salva, entonces ni el Señor nos ha redimido con su sangre, ni el cáliz de la Eucaristía es la participación de su sangre, ni el pan quepartimos es participación de su cuerpo”,
- “Cuando, pues, el cáliz mezclado (el vino con agua) y el que ha llegado a ser pan reciben el verbo de Dios y se hacen Eucaristía, cuerpo de Cristo”. Es decir aquí claramente nos está hablando de la consagración.

Tertuliano.

Vivió desde el 160 al 220, fue un gran apologista que abrazó después el montanismo pero que dejó una serie de escritos que tuvieron una gran influencia en la Iglesia Primitivo. Destaca su obra Contra Marción en la que nos dice:
“Habiendo tomado el pan y distribuido a los discípulos lo hizo su cuerpo diciendo: Este es mi cuerpo, es decir “figura de mi cuerpo”. Pero no hubiera sido figura, sino fuera cuerpo verdadero. Por lo demás, una cosa vana como es un fantasma no podía contener la figura. O si por esto al pan hizo su cuerpo, porque carecía de cuerpo verdadero, luego debió entregar por nosotros al pan. ¡Hacía, para la vaciedad de Marción, que fuera crucificado el pan, y no más bien al melón que Marción tuvo en lugar de corazón!”. Aquí claramente defiende la consagración, al decir que Jesús tomó el pan y lo hizo su cuerpo, es decir el pan que tomaron los apóstoles seria el cuerpo de Cristo, lo que conlleva que el pan y el vino que se toma en la Eucaristía es también el cuerpo y la sangre de Cristo. 


Clemente de Alejandría

Nació sobre el 150 en Atenas y murió en el 215, era pagano y en Alejandría hizo el catecumenado para hacerse cristiano. Nos dejó unas ideas muy interesantes:
-“Pues Salem, se interpreta paz, de la cual, paz es descrito como rey nuestro Salvador, del que dice Moisés: Melquisedec rey de Salem, el sacerdote del Dios altísimo; este dio el pan y el vino como alimentosantificado en figura de la Eucaristía”
-“Yo soy tu sustentador, que me ha dado a mí mismo pan, del cual quién lo ha gustado no hace más experiencia de la muerte, y que me he dado a mí mismo bebida de inmortalidad”. 


Los Padres de la Iglesia nos van a dar su opinión acerca de la Eucaristía:

San Hipólito
Murió en el 235. Discípulo de San Irineo de Lyon y en el año 213 fue Presbítero en Roma. Allí se opuso a la readmisión de los cristianos que habían apostatado con motivo de la persecución, lo que le llevó a enfrentarse al Papa Calixto. Con el apoyo de un pequeño círculo de cristianos se proclamó Obispo de Roma con lo que se convirtió en el primer antipapa; sin embargo acabó desterrado en la isla de Cerdeña, con motivo de la persecución de Máximo, donde coincidió con el Papa legítimo Ponciano, con el que se reconcilió volviendo a la Iglesia.
En su “Tradición apostólica” nos cuenta:
“Cada fiel procure tomar la Eucaristía antes de que haya probado ninguna otra cosa, pues si es fiel en tomarla, aunque se le dé veneno mortal, no tendrá poder sobre él. Todos eviten con diligencia que el infiel coma de la eucaristía o que los ratones u otro animal, ninguna otra cosa en absoluto caiga en la Eucaristía y perezca. Es el cuerpo de Cristo del cual todos los fieles se alimentan, y no debe de ser despreciado”.
Orígenes
Vivió entre el 185 y el 254. Fue uno de los padres de la Iglesia y el mayor maestro de doctrina cristiana de la época. Tuvo una prolífica acción literaria de la que destaca:
“Sobre el Éxodo”: “Como cuando recibís el cuerpo del Señor, lo guardáis con toda cautela y veneración, para que no se caiga ni por un poco de él, ni desaparezca algo del don consagrado.”
Sobre los números: “Entonces el maná era
alimento en enigma, ahora claramente la carne del verbo de Dios es verdadero alimento, como Él mismo dice: mi carne verdaderamente es comida y mi sangre verdaderamente es bebida”.
“Sobre el Salmo 37”: “¿No temes comulgar el
cuerpo de Cristo, al acercarte a la Eucaristía como si fueras limpio y puro, y como puedes huir del juicio de Dios?
En sus comentarios: “ Nosotros por el contrario,
dando gracias al Creador de todo, comemos los panes ofrecidos con la Acción de Gracias y la oración sobre los dones recibidos, hechos por la oración un cierto cuerpo santo y santificador de los que sirven de Él con sano propósito”.
San Cipriano
Nació en Cartago en el año 200 y murió el 258. Fue Obispo de la ciudad, tuvo que huir por la persecución de Decio y afrontar el problema de los cristianos que apostataron de su fe para salvar sus vidas. Sus escritos sobre la Eucaristía están muy ligados a su posición de acogida a éstos.
“Armémonos también la diestra con la espada espiritual, para que rechace con fortaleza los funestos sacrificios, para que, acordándose de la Eucaristía, el que recibe el cuerpo del Señor le abrace a Él mismo, el que al poco tiempo ha de recibir del Señor el premio de las coronas celestiales.”
Firmiliano (268). Obispo de Cesarea
“Por lo demás, cuan gran delito es de quienes son
admitidos o el de quienes admiten a tocar el cuerpo y la sangre del Señor, no habiendo lavado sus manchas por el bautismo de la Iglesia ni habiendo depuesto sus pecados, habiendo usurpado temerariamente la comunión, siendo así que está escrito: Quienquiera que comiera el pan o bebiera el cáliz del Señor indignamente, será reo delcuerpo de la sangre del Señor”.
Novaciano
Teólogo del S.III critica severamente que un cristiano que frecuente sitios paganos, sobre todo si acaba de comulgar. En su obra “Sobre los espectáculos”, declara: “atreviéndose a llevar consigo al lumpanar losanto, el que apresurándose a ir al espectáculo, despedido del sacrificio del Señor y llevando todavía consigo como es costumbre, la Eucaristía, llevó este infiel por entre los cuerpos obscenos de las meretrices, el santo cuerpo de Cristo, mereciendo más castigo por este camino que por el placer del espectáculo.”
Esto nos demuestra que en un momento determinado los cristianos se llevaban el pan sobrante de la Eucaristía a sus domicilios, posiblemente con objetivo de su veneración ya que como ha quedado claramente demostrado que para los cristianos de la Iglesia primitiva era el mismo cuerpo de Jesús, lo que puede indicar que ello daría lugar al comienzo de la adoración del pan, en tanto que cuerpo de Cristo, que se producía en el hogar del cristiano. 


Y
Las persecuciones al cristianismo y la Eucaristía
Los cristianos fueron pronto perseguidos. Así en el año 64 nos encontramos con la persecución de Nerón donde muchos cristianos murieron en el anfiteatro también perdieron la vida Pedro y Pablo; el primero crucificado y el segundo decapitado.
A principios del S.II, en la región de Bitinia, gobernada por Plinio el Viejo, se produce una gran persecución de los cristianos ya que estos rechazaban el culto a los Dioses paganos lo que suponía fuertes pérdidas para los artesanos de estos dioses y los templos de los mismos; por otro lado cada vez aumentaban más en número, de ahí que se exacerbasen los ánimos. Como quiera que Plinio por orden del emperador Trajano había prohibido las asociaciones y dado la animadversión de gran parte de la población pagana contra los cristianos, éste, no sabía cómo actuar de ahí que decidiera escribir al emperador para recibir instrucciones.
En su carta describe a los cristianos como un grupo que siguen con su costumbre de “reunirse en un día fijado antes de la salida del sol, de cantar un himno a Cristo como a un Dios, de comprometerse con juramento de no perpetrar crímenes, a no cometer latrocinios ni pillajes ni adulterios, a no faltar a la palabra dada. Ellos tienen también la costumbre de reunirse para tomar su comida, que no obstante las habladurías es comida ordinaria e inocua.” También le hace saber que la región de Bitinia está llena de cristianos “Es una muchedumbre de todas las edades, de todas las condiciones, esparcidaspor las ciudades, en las aldeas y en el campo”.
Plinio refiere al gobernador que de su comportamiento no puede referirse nada malo, por lo que desoye las acusaciones de infanticidio e incesto, pero sí que hace ahínco en su negativa de sacrificar a los Dioses, de rendir culto al emperador y de formar una asociación.
La respuesta o Rescripto de Trajano va a sentar las bases de la actuación imperial romana en su persecución a los cristianos:
“Trajano a Plinio. Has seguido, Segundo mío, el procedimiento que debiste en el despacho de las causas de los cristianos que te han sido delatados. Efectivamente, no puede establecerse una norma general, que haya de tener como una norma fija. No se los debe buscar, sino son delatados y si quedan convictos, deben ser castigados; de modo, que quien negare ser cristiano y lo ponga de manifiesto por obra, es decir, rindiendo culto a nuestros dioses, por más que ofrezca sospechas por lo pasado debe de alcanzar perdón en gracia de su arrepentimiento. Los memoriales, en cambio, que se presenten sin firma, no deben de admitirse en ningún género de acusación, pues es cosa de pésimo ejemplo e impropia de nuestro tiempo”.
Así se sienta una forma de actuar contra el cristiano que, salvo excepciones, siempre será la misma. Al ser Roma un estado de derecho se exigirá la presentación de una denuncia formal, se abrirá un proceso ante un tribunal donde se tratará por todos los medios que el acusado acabe por sacrificar a los dioses romanos, si lo hace queda en libertad, sino será ejecutado.
Durante las persecuciones cristianas, a veces nos encontramos con periodos o jueces que permiten la asistencia de los miembros de la comunidad cristiana que se encuentran en la cárcel; se trata de miembros que han sido denunciados por algún particular y que la justicia no ha tenido más remedio que actuar; a veces los jueces trataban en principio de ser complacientes y de persuadir al acusado para que sacrificase a los dioses romanos, cosa que nunca lograban.
Como quiera que el juez tenía que seguir su procedimiento, los acusados eran llevados a la cárcel y a veces se les dejaba que se celebrasen eucaristías dentro de la misma. No obstante esto no era lo normal; muchas veces tan solo se le permitía las visitas de algunos miembros de la comunidad que le llevaban alimentos, así como la de los Diáconos que le llevaban el pan consagrado. Estos miembros que estaban en la cárcel eran sometidos a grandes tormentos para que apostatasen, la visita de los Diáconos se hacían en pocas ocasiones por lo cual estos solían llevar una cantidad más que suficiente de pan consagrado para que les ayudasen en ese gran combate que estaban librando. Este pan se ponía en el lugar más digno de la celda y era objeto de adoración por parte de los presos, que a menudo pasaban grandes ratos orando en presencia del pan consagrado e incluso hacían vigilias nocturnas orando frente al mismo y fue esta adoración la que inspiró a los demás miembros de la comunidad
En el caso de los mártires, nos encontramos con muchos de ellos, en especial en el norte de África, que dieron su vida por haber celebrado la Eucaristía; en sus actas judiciales nos encontramos con testimonios que dicen “que sin Eucaristía no se puede vivir” mientras que en otro lugar, una mujer afirma: “porque soy cristiana voy a la Eucaristía” lo que nos lleva a concluir que laEucaristía es lo más importante para el cristiano.
Por lo tanto es evidente que se ha producido en el cristianismo, desde el punto de vista histórico, una clara evolución: Los Apóstoles consideraron que Cristo en la última cena transformó su cuerpo y su sangre en el pan y el vino que estos tomaron en la misma. A continuación cuando después del discurso de Pedro, tras Pentecostés, muchos judíos devotos se convirtieron al cristianismo; aunque estos siguieron observando las leyes y tradiciones mosaicas, introdujeron como parte fundamental de su comportamiento religioso dos elementos diferenciadores del judaísmo, que motivó la separación de la antigua religión: la creencia firme de que Jesús era el Mesías y el Hijo de Dios que había resucitado de los muertos y la celebración de la eucaristía, en las dos especies del pan y el vino, que eran consideradas como el cuerpo y la sangre de Cristo.
Pero fue durante las persecuciones cristianas, en las cárceles, donde los cristianos eran sometidos a tremendas torturas, lo que daba lugar a un combate espiritual terrible, lo que motivo que estos mártires tuvieran la necesidad de contar con el Pan Eucarístico, el cual era considerado como verdadero cuerpo de Cristo, para poder consumirlo y entrar en contacto con el mismo Cristo y al mismo tiempo, dado a que las eucaristías en las cárceles se hacían en rara ocasiones, este Pan Eucarístico era guardado en algún lugar de las celdas donde era adorado, y en muchas ocasiones estos mártires oraban delante del Pan de Cristo llegando a celebrar vigilias nocturnas, antes de dar su sangre en los anfiteatros, o simplemente por las torturas a que eran sometidos.
Por lo que podemos decir que la adoración al pan consagrado, considerado como presencia real de Cristo, nace de la sangre de los mártires. Hay que tener en cuenta que los cristianos tenían la costumbre de orar en vigilias bien en la casa familiar o bien reuniéndose varias familias ya que solían vivir varias familias cristianas en el mismo barrio. Los mártires, al estar experimentando una lucha tremenda entre una fuerza que les tentaba a apostatar y salvar su vida y otra que les llevaba a reafirmarse en su convicción de que solo había un solo Dios, necesitaron no solo comulgar y tomar el pan eucarístico sino también recurrieron a la oración ante el pan consagrado, pasando grandes ratos e incluso vigilias de noches enteras de oración frente al pan eucarístico; y , fue por lo tanto la sangre de los mártires lo que dio lugar a la adoración eucarística, ya que de las cárceles esta adoración pasó a las casas y luego a los monasterios e iglesias
Como hemos dicho antes, el pan que sobraba se llevaba a las casas; en un principio se solía comer pero más tarde se dejaba en un lugar preferente de la misma donde la familia solía reunirse para orar ante la presencia de pan consagrado que se tenía como la presencia del mismo Jesús. Esto dará lugar a que pronto se estableciese un culto al pan consagrado, considerado este como la persona presente de Cristo. En ese sentido tenemos la Traditio de Hipólito, el cual nos da testimonio de este hecho, así como una serie de recomendaciones para que el pan eucarístico se ponga en un lugar adecuado que evite ser comido por los ratones.
Por consiguiente poco a poco se fue expresando la teoría de la transubstanciación, que si bien no llegó a ser doctrina permanente en la Iglesia hasta el IV Concilio Laterano bajo el Papa Inocente III en el año 1215, ratificado en el Concilio de Trento, como hemos visto desde siempre la Iglesia ha estado convencida de este dogma, aunque tardara bastante tiempo en hacerlo presente; de hecho es en el Concilio de Trento donde se fija de un modo definitivo la doctrina de la Iglesia en referencia a la Eucaristía y la adoración al Santísimo Sacramento, siendo una reacción al protestantismo, el cual señala que durante los seis primeros siglos de la Iglesia ésta no creía en la transustanciación, lo cual hemos visto que no es así, de hecho toda la Iglesia estaba convencida de la presencia del cuerpo y la sangre de Cristo en la Eucaristía. 


del libro Historia del Santísimo Sacramento.- Autor D. Francisco Menchén)
El Monacato
El pan eucarístico que para los cristianos era el auténtico cuerpo de Cristo, no solamente fue guardado y adorado en las cárceles romanas, donde los mártires dieron su sangre, así como en los hogares cristianos, sino como pone de relieve John A. Hardon “The history of Eucharistic Adoration” los ermitaños, así como las pequeñas congragaciones que se dedicaban a la vida contemplativa y ascética empezaron a guardar y a adorar el Pan Eucarístico. De modo que desde mediados del siglo III era una costumbre generalizada que los solitarios del Este, especialmente en Palestina y Egipto, preservaran el Pan Consagrado en sus cuevas y en sus alojamientos. El propósito de todo esto era el de tener a mano la Sagrada Comunión.
Pero no solo tenían el sacramento en sus celdas, sino que lo llevaban consigo cuando se iban de un sitio a otro, esto dio lugar a la tradición del Fermentum, que se retrotrae al año 120. El rito del Fermentum consistía en que un trozo de Pan Eucarístico, que a veces era mojado en el vino del Cádiz, era transportado de un Obispo de una diócesis a otro Obispo de otra diócesis. Éste último lo consumiría en una misa solemne como un símbolo de unidad entre las iglesias. Se llamaba Fermentun, no porque se tratase de un pan fermentado sino porque este pan Eucarístico simbolizaba la levadura que penetra y transforma a los cristianos para que se hicieran uno en Cristo.
En ese sentido nos encontramos con que en el siglos II los Papas enviaban Pan Eucarístico a otros obispos en señal de unidad de la fe y así mismo los Obispos solían hacer esto con sus Sacerdotes.
Cuando el monacato cambió la vida solitaria y la convirtió en una vida comunitaria, los monjes tuvieron el privilegio de llevar el Pan Eucarístico con ellos. De hecho los llevaban consigo mismo tanto cuando trabajaban los campos como cuando iban de viaje. Las especies (el pan y el vino) eran dejadas en un receptáculo pequeño y cuando las llevaban consigo mismo, solían llevar el pan en unas bolas pequeñitas colgadas del cuello y que quedaban debajo de sus vestidos. Esta recibía el nombre de Perula. Los manuscritos ingleses e irlandeses
hacen frecuentes menciones de esta práctica, en el sentido de que estos monjes debían de estar preparados para recibir la comunión y al mismo tiempo protegerse de los ladrones, así como los peligros del viaje.
A partir del Concilio de Nicea, la práctica de guardar y adorar el Pan Eucarístico en las casas fue decayendo. El cristianismo, al convertirse en un culto legalizado sufrió un cambio, en el sentido de que el culto pasó de las casas particulares a iglesias construidas para tal fin. De ese modo, el culto al Pan Eucarístico pasó a las iglesias, y sobre todo a los conventos y monasterios. El Pan Eucarístico pasó a depositarse en un lugar sagrado alejado del uso profano y era reservado para los enfermos y moribundos así como para ceremonia del Fermentum.
Desde el principio de la vida comunitaria el Santísimo Sacramento se convirtió en una parte fundamental de las culturas de las iglesias y monasterios. El lugar de donde se dejaba recibió una amplia variedad de nombres: Patoforium, Patoforium, Diakonikon, Secretarium, etc. De hecho se guardaba en una habitación especial separada de la iglesia y del santuario donde se celebraba la misa..
San Basilio
Vivió entre los años 329 al 379, fue obispo de Cesarea, es Doctor de la Iglesia y es santo de la Iglesia Católica, Ortodoxa e incluso figura en el calendario de santos Luterano. La tradición griega lleva el nombre de papá Noel; es él quien se cree que visita a los niños el día 1 de enero, que es el día de su festividad; también se identifica con la figura de San Nicolás que es quien trae los regalos el día de Navidad.
Según J. A. Hardon (Ob, cit.) San Basilio, que conocía bastante la vida monástica, en una eucaristía dividió el pan en tres partes: una la consumió el mismo, la segunda se la dio a los monjes y la tercera la dejó en una paloma dorada que está por encima del altar. Esta es la primera noticia que tenemos sobre la exposición del Pan Consagrado en el altar para que fuera adorado públicamente. 
Edad Media
A partir del S. V. el Santísimo Sacramento pasó a colocarse en una habitación dentro del edificio de la Iglesia pero junto al lugar del culto, nace así la Sacristía, y más tarde se colocará en un lugar preferente junto al altar. Ya que en la edad media aparece una tendencia entre los cristianos de no comulgar porque no se consideraban dignos. La gente acudía a ver el pan eucarístico, el cuerpo de Cristo, de ahí nació la costumbre del Sacerdote de levantar el pan y el vino en la Eucaristía. La gente pasaba un tiempo adorando y rezando ante el Pan Eucarístico, de este modo pronto apareciera el culto de la adoración eucarística.
Los cristianos desde el S. I empezaron a desarrollar sus vigilias nocturnas donde además de rezar y recitar salmos y lecturas se acababa celebrando la Eucaristía, estas celebraciones se hacían en recuerdo de los mártires y sobre todo en la Pascua de resurrección, con la legalización del cristianismo se celebraba en la iglesia y allí estaba el Santísimo Sacramento.
Con el desarrollo de las comunidades monacales en el S. IV aparecen las vigilias nocturnas diarias a las que se unen algunos laicos, al menos esto queda atestiguado por la monja peregrina Egeria en la Jerusalén del S. V
Pronto empezaron a establecerse en las iglesias vigilias en la noche de los sábados y también apareció la vigilia de Pentecostés.
Hay que distinguir entre la veneración del Santo Sacramento dentro y fuera de la Misa. En la misa tenemos las declaraciones de San Agustín que proclaman: “Nadie coma de este cuerpo sino lo adora...no solo no pecamos adorándolo sino que pecamos no adorándolo”. Por otro lado el Sínodo de Verdum del S. VI manda guardar la Eucaristía en un lugar preeminente y si los recursos lo permiten deben de tener una lámpara permanentemente encendida. Así la Eucaristía se guarda en una cajita llamada Pixide. La adoración al Santísimo fuera de la Misa se va extendiendo a partir del S. IX y a finales del S. XI se va a producir un hecho que va a potenciar este culto: Berengario de Tours, Archidiácono de Angers en Francia, manifestó públicamente que Jesús no estaba presente en las dos especies del pan y el vino; esta teoría fue rechazada por un buen número de sínodos y los Concilios romanos de 1.059 y 1.079 y llevó también al Papa Gregorio VII a hacer una declaración formal sobre la presencia de Jesús en el pan y el vino sacramentado: “Creo de todo corazón y abiertamente lo proclamo que el pan y el vino puesto sobre el altar, por el misterio de la oración sagrada y las palabras del Redentor se convierte substancialmente en la verdadera carne del dador de la vida y la sangre de Jesucristo, Nuestro Señor y que después de la consagración, está presente el verdadero cuerpo de Cristo que nació de María Virgen y se ofreció por la salvación del mundo, colgado en la Cruz y que ahora se sienta a la derecha del Padre, y que está presente la verdadera sangre de Cristo que fluyó de su costado.”
Si en el S. IX la Regula Solitarium establece que los ascetas reclusos deben de estar siempre en la presencia de Cristo, en el S. XI coincidiendo con la disputa de Berengario, se extiende la adoración eucarística fuera de la misa y así Lanfranco, Arzobispo de Canterbury, establece una procesión con el santísimo el Domingo de Ramos. Y también en ese siglo se generaliza la costumbre de ir a orar de forma individual ante el altar el Jueves Santo.
En el siglo XIII aparece la herejía de los Cátaros, los cuales negaban la existencia de Jesús en el pan y el vino y se limitaban a celebrar la Eucaristía como un recuerdo de la última cena del Señor. Esta teoría va a servir como fuente de inspiración de muchas religiones protestantes en la actualidad. Frente a esta herejía el Papa Inocencio III establece el dogma de la Transubstanciación en el año 1.215. Este, antes de llegar al Papado, escribió diversos ensayos de carácter místico destacando “Las miserias de la condición humana y los misterios de la Eucaristía” y ante la herejía de los Cátaros convocó el IV Concilio de Letrán donde se aprueba y define el dogma de la Transubstanciación, lo que no quiere decir que esta doctrina aparezca en este momento, sino que recoge el pensamiento de la Iglesia durante toda su existencia.
El rey de Francia Luis VII, combatió a estos herejes venciéndoles en la cruzada Albigense, el 11 de Septiembre de 1226 y estableció la adoración al Santísimo Sacramento en Aviñón. Así mismo ordenó que dicho Sacramento se guardara en la Catedral de la Santa Cruz de Orleans. La gran cantidad de adoradores hizo que el Obispo, Pierre de Corbie, sugiriera que la adoración debería ser continua en incesante. Con el permiso del Papa Honorio III, la idea se ratificó y continuó de esta manera prácticamente ininterrumpida hasta que fuera detenida durante la Revolución Francesa en el año 1792, retomándose tras los esfuerzos de la hermandad de los penitentes GRIS que la trajeron de vuelta en el año 1829.
De este modo se extiende la devoción al Santísimo Sacramento; Destaca la figura de San Francisco de Asís, el cual nunca llegó a ser Sacerdote pero que profesaba una gran devoción del Santísimo Sacramento. Poco antes de morir pide a sus hermanos que participen en su veneración a la Eucaristía:
“Y lo hago por este motivo; porque en este siglo nada veo corporalmente del mismo altísimo hijo de Dios, sino su Santísimo Cuerpo y su Santísima Sangre, que ellos reciben y solo ellos administran a los demás. Y quiero que estos santísimos misterios sean honrados y venerados por encima de todo y colocados en lugares preciosos”.
Unos pocos años más tarde a mediados de siglo tuvo lugar el milagro de Santa Clara, monja de la ciudad de Asís, ciudad que estaba siendo asediada por los Sarracenos; ella era monja del convento de San Damián: “Esta, impávido el corazón, manda, pese a estar enferma, que la conduzcan a la puerta y la cuelguen frente a los enemigos llevando ante sí la cápsula de plata, encerrada en una caja de marfil, donde se guarda con Suma Devoción el cuerpo de los Santos de los Santos. De la misma cajita le asegura la voz del Señor: “Yo siempre os defenderé” y los enemigos, llenos de pánico, se dispersan. 



CORPUS CHRISTI
La devoción a la adoración al Santísimo Sacramento fuera de la misa se fue extendiendo de tal modo que pronto se instituiría la festividad del Corpus Christi, que fue promovida por Juliana de Cornillón. Nació en Retines; Lieja, en 1.193 en el seno de una familia de ricos agricultores, pero a la edad de cinco años quedó huérfana de ambos padres lo que motivó que ingresara en la Leprosería convento de Lieja, allí se practicaba el celibato, la oración y se compartían los bienes; estudió Latín lo que le permitió leer a San Agustín, San Bernardo, cuyos sermones sobre el Cantar de los Cantares recitaba de memoria, así como a los Padres de la Iglesia. A los 14 años fue admitida en el convento.
Desde siempre tuvo una gran devoción al Santísimo Sacramento. A partir de 1.209 tuvo una serie de visiones místicas, En una de ella vio la luna resplandeciente con una mancha en el centro, lo que ella interpretó que faltaba una fiesta en el calendario litúrgico, esa debía de ser la fiesta del Santísimo Sacramento que debía de ser instituida para aumentar la fe de los fieles y para restituirle las ofensas cometidas en su contra.
De este modo dedicó todas sus energías a instituir esta festividad ayudada por la Beata Eva de Lieja. En el año 1.222 Juliana fue elegida Priora de Mont Cornillon lo que le ayudó en su labor. De este modo pudo obtener el consejo de Jean de Lausanne, canónigo de Saint Martin, Jacques Pantaleon, Archideacono de Lieja, Guy Obispo de Cambrai y futuro Papa Urbano IV y los teólogos dominicos como Hugo de Saint Cher. También comunicó sus visiones al príncipe-Obispo de Lieja Robert de Tourote. Por aquel entonces los Obispos podían establecer fiestas en sus diócesis. Así que éste, convocó a un Sínodo y estableció dicha fiesta que debía de celebrarse el jueves posterior a la festividad de la Santísima Trinidad; al mismo tiempo el Papa ordenó que un monje llamado Juan escribiera el oficio para dicha ocasión así la primera profesión del Corpus se celebró en la ciudad de Lieja en 1246.
Los burgueses de Lieja se opusieron a la celebración porque significaba un día de descanso más para la población y algunos religiosos no estaban dispuestos a asumir nuevos dispendios. Por lo que Juliana tuvo que dejar su convento y marchar de monasterio en monasterio. Murió en 1.258 en la casa de las monjas cistercienses en Fosses y fue enterrada en Villiers.
Sin embargo, más tarde un Obispo alemán tuvo conocimiento de este evento y lo extendió por Alemania y así se fue extendiendo esta fiesta.
Luego, el Papa Urbano IV, tenía en aquel tiempo la corte en Orvieto, un poco al Norte de Roma. Muy cerca de esta localidad se encuentra Bolsena, donde en 1.264 se produjo el milagro de Bolsena: un Sacerdote que celebraba la Santa Misa tuvo dudas que la consagración fuera algo real. Al momento de partir la Sagrada forma, vio salir de ella sangre de la que se fue empapando enseguida el corporal. La venerada reliquia fue llevada en procesión a Orvieto el 19 de Junio de 1.964. Hoy se conservan los corporales donde se apoyó el cáliz y la patena que se utilizó durante la misa en Orvieto, y también se puede ver la piedra del altar en Bolsena manchada de sangre.
El Santo Padre movido por el prodigio, y a petición de varios obispos, hace que se extienda la fiesta del Corpus Christi a toda la Iglesia por medio de la Bula “Transiturus” del 8 de Septiembre de 1.264, fijándola para el Jueves después de la octava de Pentecostés y otorgando muchas indulgencias a todos los fieles que asistieran a la Santa misa y al oficio.
Luego el Papa encargó un oficio para esta fiesta a Santo Tomás y a San Buenaventura, éste último, mientras que el Papa leía el oficio de Santo Tomás, renunció al suyo.
En la Eucaristía del 11 de Agosto de 1264, en la que el Papa estableció esta fiesta, remarcó el amor de
Cristo el cual deseó permanecer físicamente con nosotros hasta el fin de los tiempos. Así el Papa manifestó: “Cristo está con nosotros en su propia substancia” porque “Cuando les dijo a los Apóstoles a la hora de ascender al cielo que Él estaría con ellos todos los días, hasta el fin del mundo” por lo tanto les confortó con la graciosas promesa que Él permanecería y estaría con ellos incluso con su presencia física.
El Papa Urbano IV comisionó a Tomás de Aquino para que compusiera la Liturgia de las Horas para la fiesta del Corpus Christi, que sería celebrada anualmente el Jueves siguiente a la Santísima Trinidad.
Aquino compuso tres himnos para la fiesta, que son los más bellos de la liturgia católica. Estos expresan la permanente fe de la Iglesia en la presencia de su fundador. También explican por qué el creyente adora a Cristo en el Santísimo Sacramento. Los tres himnos forman parte del oficio divino. Son los siguientes:
-O salutaris Hostia es un acto de adoración de Cristo el Salvador, Víctima que abrió de par en par las puertas del Cielo al hombre.
-Tantum Ergo Sacramentum, es un acto de adoración a la palabra hecha carne, donde la fe proporciona aquello que los sentidos no pueden percibir.
-Panis Angelicus, es un acto de adoración de esa cosa maravillosa que da de comer a los pobres y humildes gracias al banquete del Rey y Señor encarnado
Aquino, al igual que la Iglesia, nunca separó la Eucaristía como sacrificio, comunión y presencia. Pero, como la Iglesia, Él también se dio cuenta que sin la presencia real de Cristo no habría un sacrificio ni comunión real. Aquino asumió que Dios se hizo hombre para que pudiera ofrecerse a sí mismo en el Calvario y continua ofreciéndose Él mismo en la misa. Él se hizo hombre que pudo darse a sus discípulos en la Última Cena y continúa dándose a nosotros en la Santa Comunión. Se hizo hombre para vivir en carne y sangre en Palestina y continua viviendo ahora en la tierra como el mismo Jesús que murió y resucitó de entre los muertos y está sentado en la derecha del Padre. 


ADORACION AL SANTISIMO SACRAMENTO FUERA DE LA MISA
La visita al Santísimo.
A partir del S. XIII se desarrolla por toda la cristiandad la adoración al Santísimo Sacramento tanto en los conventos como en las Iglesias. En el S. XIII la regla de las monjas reclusas dice que deben de comenzar el día con una visita al Santísimo Sacramento; lo mismo ocurre en las Iglesias con los sacerdotes. En el S. XIV, el místico inglés Richard Rolle invita a los fieles a visitar el Santísimo Sacramento ya que allí se halla presente el cuerpo de Cristo lo que hace posible la oración cara a cara.
El primer Código de derecho canónico en el canon 1.273 invita a los fieles a visitar al Santísimo tan a menudo como sea posible y también establece que “A menos que exista un motivo grande, la Iglesia en la que se reserve la Eucaristía debe de estar abierta al menos una hora cada día, de modo que los fieles puedan rezar ante el Santísimo Sacramento.”
Según José María Iraburu “Historia de la adoración eclesiástica” Las exposiciones del Santísimo se van implantando en el siglo XV sobre todo en la Europa central. Alemania, Escandinavia y los Países Bajos que fueron centros de difusión de las prácticas eucarísticas, en general. Al principio, colocado sobre el altar el Sacramento, es adorado en silencio. Poco a poco va desarrollándose un ritual de estas adoraciones, con cantos propios, como el Ave verum Corpus natum ex María Virgine, muy popular, en el que tan bellamente se une la devoción eucarística con la mariana.
La exposición del Santísimo recibe una acogida popular tan entusiasta que ya hacia el año 1500, muchas iglesias la practican todos los Domingos, normalmente después del rezo de las vísperas; la costumbre prescribe arrodillarse en la presencia del Santísimo.
En los comienzos, el Santísimo se mantenía velado tanto en las procesiones como en las exposiciones eucarísticas. Pero la costumbre y la disciplina de la Iglesia van disponiendo ya en el siglo XIV la exposición del cuerpo de Cristo «in cristallo» o «in pixide cristalina».
Junto con la exposición al Santísimo, en el S. XIII aparece la bendición con el Santísimo. Esto se da en la procesión del Corpus y en las Iglesias donde se bendice a los enfermos y a las personas que asisten a adorar al Santísimo.
En estas visitas al Santísimo, según J. A Hardon (Ob. Cit,) la devoción a Éste va ligado a los cánticos que se hacían a la Virgen desde el S. XIII en las vigilias organizadas ante la misma y todo ello basándose en el principio de que sino hubiese habido Encarnación no hubiera habido Eucaristía, por lo que estas vigilias se desarrollan junto la exposición a la Eucaristía.
Adoración Perpetua
Según Jhon A. Hardon “El término "adoración perpetua" utilizado para designar la casi adoración ininterrumpido al Santísimo puede significar varias cosas:
-La adoración perpetua es, literalmente, que siempre hay alguien en oración ante la Sagrada Eucaristía.
-La adoración es ininterrumpida por un período más largo o más corto, un día o varios días, como en la devoción de las Cuarenta horas.
-La adoración no se interrumpe en una iglesia o una capilla especial.
-La adoración es ininterrumpida en diferentes iglesias o capillas, en un lugar como una diócesis o de un país, o en todo el mundo.
Los primeros comienzos de la adoración perpetua se retrotraen a finales del S. IV, cuando los que se convierten al cristianismo van a adorar al Santísimo Sacramento expuesto durante ocho días después de su bautismo.
Después de su victoria sobre los albigenses, que negaban la existencia real de Cristo en la Eucaristía, el rey Luis VII de Francia pidió al Obispo de Aviñón que el Santísimo Sacramento fuera expuesto en la Capilla de la Santa Cruz (14 de septiembre de 1226). La multitud de adoradores era tan grande que el obispo decidió que continúe la adoración el día y la noche. Esto fue ratificado más tarde por la Santa Sede y continuó ininterrumpidamente hasta 1792 durante la Revolución Francesa. Se reanudó en 1829.
Sin embargo no fue sino hasta después del Concilio de Trento, que la adoración perpetua comenzó a desarrollarse en una escala mundial. Entre los apóstoles de la adoración perpetua para los laicos, ninguno ha tenido una influencia más duradera en el mundo moderno que San Pedro Julián Eymard. En 1856 fundó los Padres del Santísimo Sacramento en París y dos años más tarde, con Marguerite Guillot, fundó las Siervas del Santísimo Sacramento, una congregación contemplativa de clausura de mujeres. Las Conferencias publicadas de Pedro Eymard sobre la Presencia Real han inspirado a numerosas asociaciones laicales. Ellos han tomado sus palabras literalmente, cuando dijo: "En la presencia de Jesucristo en el Santísimo Sacramento, toda la grandeza desaparece, toda la santidad se humilla y llega a nada. ¡Jesucristo está ahí!"
Las perpetuas Asociaciones eucarísticas de los fieles se remontan al S. XVII. Una de las primeras fue iniciada por el Barón de Renty en 1641 en la Parroquia de St. Paul en París, era una adoración perpetua de la sociedad para las damas. En Boulonge en Francia (1753), las parroquias fueron divididas en doce grupos que representan a los doce meses del año. Cada grupo contiene tantas parroquias como días del mes que representaba. Cada iglesia en cada grupo se le asignó un día para la adoración eucarística.
También aparecieron Institutos religiosos de Clausura con el propósito expreso de la adoración de la Santa Eucaristía el día y la noche. Algunos, como los Benedictinos de la Adoración Perpetua del Santísimo Sacramento en Austria (1654) hizo un voto solemne de adoración perpetua.
De este modo, se comenzó a promover la adoración perpetua de la Eucaristía entre los fieles. Así comenzó la Congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y María, y de la Adoración Perpetua del Santísimo Sacramento del Altar. Aprobado formalmente en 1817, su objetivo es honrar e imitar a los cuatro estados de la vida de Cristo para ser honrado e imitado por el ejercicio de la Adoración de la Eucaristía. 



Las Cuarenta horas
El movimiento de la adoración eucarístico de las cuarentas horas ha sido estudiado por el agustino Don Félix Carmona Moreno en su trabajo titulado: “Cuarenta horas. Culto eucarístico con siglos de tradición.”
No está claro su origen, algunos la establecen en la Roma del siglo XIII, donde tuvo un carácter expiatorio por los pecados de la humanidad, recordando el tiempo aproximado de cuarenta horas que Cristo permaneció en la tumba de José de Arimatea hasta que resucitó en el Domingo de Pascua. Parece ser que esta iniciativa fue breve y no paso de ahí.
A partir del siglo XVI esta práctica vuelve a nacer otra vez en la ciudad de Milán y va a perdurar hasta la actualidad. Esta corriente de adoración eucarística, que en cierto modo sale para combatir la herejía protestante abarca el clero, a los monasterios y a los laicos.
A partir de 1527, las cuarentas horas se convierte en prácticas de devoción popular, se arraiga en el pueblo y se abre camino para conseguir primero la aprobación de los prelados diocesanos y después la de los Papas. Aunque ya existía la fiesta del Corpus Cristi, la práctica de las cuarentas horas promovía un culto más frecuente así como una entrega mayor de los fieles a Cristo.
En el punto de origen de este movimiento, nos encontramos a Arcángela Panigarola, monja agustina del monasterio de Santa Marta de la ciudad de Milán. Fue varias veces Priora y maestra de novicias, estuvo dotada de grandes dones sobrenaturales y al parecer sufrió una serie de revelaciones que le animaban a realizar una serie de renovaciones de la vida cristiana.
En ese sentido fundó el Cenáculo de la Eterna Sabiduría en su monasterio, donde se reunían para orar ante el Sagrario. Esta beata veía a Jesús en la Hostia Santa y oía que la llamaba para acudir a éste. El grupo que formaban el cenáculo adoraban a Cristo crucificado, resucitado y presente en el sagrario. El padre Juan Belloti que fue su director espiritual, escribió su biografía en la que cuenta las numerosas gracias de que esta monja fue objeto. De hecho él mismo también formo parte en aquel Cenáculo llamado de la Eterna Sabiduría.
Este Cenáculo de la Eterna Sabiduría, al parecer dio lugar a una serie de vocaciones sacerdotales ya que San Antonio María Zacarías nos cuenta que de este Cenáculo salieron “ministros nuevos, que con su esfuerzo apostólico y con la ejemplaridad de su vida, habrían revitalizado la disciplina de los eclesiásticos y las costumbres del pueblo”.
De este modo renace el culto eucarístico de cuarenta horas en Milán, cuyo iniciador seria Juan Antonio Belloti, que fue un célebre predicador enviado por Francia para poner paz entre los soldados y el pueblo milanés.
Belloti que era también agustino, empezó por atraer a los fieles más creyentes del Cenáculo de la Eterna Sabiduría. En 1527, cuando Belloti predicaba la cuaresma, empezó a recomendar a sus oyentes que permanecieran durante cuarenta horas seguidas delante del Santísimo para suplicar a Dios el cese de la guerra. Esto tuvo una gran acogida ente los fieles, de tal modo que ese año se repitió el ejerció cuatro veces más, en Pascua, Pentecostés, Asunción y Navidad. En los años siguientes se realizó lo mismo en la Catedral y en las parroquias de Milán.
Por aquellos tiempos estuvo en Milán, San Antonio María Zacarías, que fue fundador de los Barnabitas. Este tomo el testigo de Belloti y fomentó este movimiento en pequeños pero fervientes grupos. Le dio una forma más solemne y lo extendió a todos los fieles. A partir del mes de Mayo del año 1537 consigue que la práctica de las cuarenta horas se haga solemnemente por turnos en todas las iglesias de la ciudad. Contó con la colaboración de Fray Bono, el capuchino Fray José y Piantanida de Cermo, y más tarde de San Carlos Borromeo; así establecieron la práctica de las cuarenta horas en todas las diócesis de Milán. Pronto consiguen la aprobación de los Sínodos diocesanos y el Sínodo de 1565 establece unas normas para la oración que llamaban de las cuarenta horas ante el Santísimo Sacramento, a la que muy frecuentemente suele acudir el pueblo, por su piedad y religión.
En otro Sínodo se establece las condiciones para fundar esta práctica se adora en cualquier iglesia, que debe contar siempre con la autorización del prelado,
San Antonio María lleva este movimiento fuera de la diócesis de Milán; y así en 1537 se establece en la ciudad de Vicenza, donde resurge el hábito de la comunión frecuente ligado a la adoración eucarística de las cuarenta horas.
En Roma la introduce y fomenta San Felipe Neri, empezando en la Iglesia de la Santísima Trinidad de los Peregrinos en el año 1550. Aunque algunos piensan que en esta ciudad podría haber pervivido esta práctica desde el siglo XII.
El 30 de Noviembre 1539 el Papa Paulo III aprueba esta y otras cofradías en torno al cuerpo y la sangre de Cristo para toda la iglesia, a través de la bula Dominus Noster. Este movimiento recibió gracias e indulgencias pero fue Clemente VIII el que a través de la Constitución Grabes Diuturnae, de fecha 25 de noviembre de 1592, el que estableció la normalización institucionalizada de la piadosa y saludable oración de las cuarenta horas, dispone que se establezcan turnos de varios días en todas las iglesias de la ciudad, de manera que día y noche se mantenga la oración ante el Señor sin interrupción.
El fin de San Antonio María Zacaría era la de establecer una adoración eucarística pública, solemne, continuada y permanente. De ahí que, al terminar el ejercicio de las cuarenta horas en una parroquia se iniciara inmediatamente en otra, de tal modo que se llegara a conseguir una oración y contemplación ininterrumpida en la ciudad.
En los siglos XVII y XVIII tuvo una gran expansión y en muchas parroquias e iglesias conventuales se dedicaba a un triduo de cuarenta horas durante los tres días anteriores al miércoles de ceniza, Adoración del Santísimo en reparación por los abusos y faltas de moralidad de los días de carnaval. Tal finalidad perduró hasta tiempos recientes como las Cuarenta horas los cuatro días anteriores a carnaval en Palma de Mallorca, Madrid y Barcelona




(Del libro Historia del Santísimo Sacramento.- Autor D. Francisco Menchén)


Congresos eucarísticos
Los Congresos Eucarísticos se celebran a tres niveles: diocesanos, nacionales e internacionales. Siendo los más importantes los internacionales.
Según J. A (The History of Eucharistic adoration) el Congreso Eucarístico es, ante todo, un acto de gran comunidad de fe en la presencia y la acción de Jesús en la Eucaristía, que permanece con nosotros sacramentalmente a lo largo de nuestros caminos, para que con su poder, podemos hacer frente a nuestra problemas, nuestro trabajo, nuestro sufrimiento.
Como las manifestaciones públicas de fe en la Presencia Real, los congresos eucarísticos locales se remontan a la Edad Media. Sin embargo, el primer Congreso Internacional surgió a partir del impulso de
María Marta Tamisier (1834-1910) una laica francesa que desde la infancia tuvo una extraordinaria devoción al Santísimo Sacramento. Ella llamó a un día sin la Santa Comunión su Viernes Santo (ya que el Viernes Santo no había misa y no se podía comulgar). Tras varios intentos sin éxito para entrar en una comunidad religiosa, pasó gran parte de su vida dedicada al impulso de la Presencia Real, inspirada en las conferencias de Pedro Julián Eymard y dirigida por el abate Chevier de Lyon, que primero promovió las peregrinaciones a santuarios donde los milagros eucarísticos, según sus informes, habían tenido lugar.
En el verano de 1873 un grupo de sesenta diputados del parlamento francés tuvieron la idea de consagrar Francia al Corazón de Jesús, lo que llevaron a cabo en el mismo año en Paray Le Monial (el décimo Congreso se celebraría en 1897 en este mismo lugar). Entonces la Srta. Tamisier intensificó el apostolado del culto a la Eucaristía, no sólo en Francia, sino también en Bélgica y Holanda. En 1874 consiguió organizar con el apoyo de Mons. Segur una gran peregrinación al santuario de los «padres grises», cerca de Aviñón, en cuya capilla se hallaba expuesto el Santísimo desde hacía más de seiscientos años.
El primer Congreso Eucarístico se pretendía celebrar en Lieja, Bélgica, donde había nacido la fiesta de Corpus Christi, en el siglo XIII, pero, como las circunstancias políticas no lo permitieron, se escogió la ciudad de Lille, en Francia. Se realizó del 28 al 30 de Junio de 1881. Informado el Papa León XIII de los resultados del primer Congreso Eucarístico Internacional, escribió a los organizadores “Queridos hijos, llevad adelante vuestra Obra y continuad buscando nuevos miembros. ¡Propagad la institución a la que os dedicáis y esforzaos por encender en todos el fuego celeste que Cristo ha traído a la tierra y que quiere encender, sobre todo por medio de la Eucaristía...!” (Actas, p. LXIX). Se decidió celebrar los Congresos cada año, a ser posible en una ciudad que se destacara por un hecho histórico o milagroso relativo a la Santa Eucaristía o donde se pudiese despertar la fe de los pueblos y restablecer el culto del Santísimo Sacramento. Desde sus comienzos, los Papas siguieron su desarrollo con gran interés y los orientaron con palabras iluminadoras y de aliento.
 La Adoración nocturna
En 1.810 se fundaron en Roma la Adoración Nocturna para hombres y la Pía Unión de las Adoratrices del Santísimo Sacramento, sociedades que se convirtieron en internacionales y que se extendieron por toda Europa, en América del Norte y del Sur. Su objetivo era (y es) en la adoración perpetua en el sentido estricto.
Pero la Adoración Nocturna tal y como la conocemos actualmente fue fundada por Hermamn Cohen (1.811-1.886). Nació en una rica familia judía de Hamburgo, fue educado en el judaísmo ilustrado, lo que le dio una visión bastante liberal de la vida con un cierto desprecio a la Iglesia Católica. A los cuatro años inicia Hermann su formación musical, y a los once da ya conciertos al piano. Un año después, siendo discípulo de Franz Liszt, inicia en París una carrera muy brillante como pianista, profesor de piano y compositor que lo llevará a recorrer toda Europa lo que le proporcionó fama y dinero.
Debido a ese liberalismo religioso cayó en el ateísmo influenciado por sus amigos de adolescencia y juventud. Felicité de Lamennais Sacerdote, que acabó en la apostasía, fue su maestro. George Sand (1804-1876) escritora casada, que abandonó a su familia, y vivió sucesivamente con varios hombres, con la que realizó varios viajes de placer. Era Admirador de Voltaire y de Rousseau, y también se relacionó con el anarquista Bakunine. En resumen todo un personaje para la época al que la figura de Dios le interesaba bien poco. En definitiva era un triunfador con una gran cantidad de dinero lo que le llevaba a tener una vida hedonista y desenfreno. Así malvive hasta los veintiséis años, hasta 1847, cuando este hombre pecador va a experimentar un verdadero milagro eucarístico en su persona.
El propio Hermann relata su conversión al sacerdote Alfonso María de Ratisbona: Un viernes de Mayo de 1847, en París, el príncipe de Moscú le pide a su amigo Hermann que le reemplace en la dirección de un coro de aficionados en la iglesia de Santa Valeria. En el acto final de la bendición con el Santísimo, experimenta «una extraña emoción, como remordimientos de tomar parte en la bendición, en la cual carecía absolutamente de derechos para estar comprendido». Sin embargo, la emoción es grata y fuerte, y siente «un alivio desconocido».
Los Viernes siguientes vuelve Hermann a la iglesia, y siempre en el acto en que el Sacerdote bendice con la custodia a los fieles arrodillados, experimenta la misma conmoción espiritual. Pasa el mes de Mayo y con él las solemnidades musicales en honor de María. Pero él cada Domingo vuelve a Santa Valeria para asistir a Misa.
El caso es que Hermamn deja su vida de dispendio y hedonismo y se va a vivir a la casa de Adalberto de Beaumont, toma un viejo devocionario de la biblioteca, con él inicia su instrucción en el cristianismo. En seguida recibe la ayuda del padre Legrand de la Curia Arzobispal de París. También el Vicario general, Mons. de la Bouillerie, muy interesado en las obras eucarísticas, se interesa por él.
Pronto Hermann tiene que partir a Ems, en Alemania, donde ha de dar un concierto. «Apenas hube llegado a dicha ciudad, visité al párroco de la pequeña iglesia católica, para quien el Sacerdote Legrand me había dado una carta de recomendación. El segundo día después de mi llegada, era un Domingo, el 8 de Agosto, y, sin respeto humano, a pesar de la presencia de mis amigos, fui a oír Misa.
«Allí, poco a poco, los cánticos, las oraciones, la presencia -invisible, y sin embargo sentida por mí- de un poder sobrehumano, empezaron a agitarme, a turbarme, a hacerme temblar. En una palabra, la gracia divina se complacía en derramarse sobre mí con toda su fuerza. En el acto de la elevación, a través de mis párpados, sentí de pronto brotar un diluvio de lágrimas que no cesaban de correr a lo largo de mis mejillas... ¡Oh momento por siempre jamás memorable para la salud de mi alma! Te tengo ahí, presente en la mente, con todas las sensaciones celestiales que me trajiste de lo Alto... Invoco con ardor al Dios todopoderoso y misericordiosísimo, a fin de que el dulce recuerdo de tu belleza quede eternamente grabado en mi corazón, con los estigmas imborrables de una fe a toda prueba y de un agradecimiento a la medida del inmenso favor de que se ha dignado colmarme...
«Al salir de esta iglesia de Ems, era ya cristiano. Sí, tan cristiano como es posible serlo cuando no se ha recibido aún el santo bautismo...»
Regresa a Paris y allí sigue perseverando en la oración y la instrucción religiosa y así el 28 de Agosto de 1847 recibe el bautismo. «Estaba tan emocionado, escribe, que aún hoy no recuerdo, sino muy imperfectamente, las ceremonias que se hicieron». Ingresa en las Conferencias de San Vicente de Paúl y le gusta acudir a la iglesia para estar en oración ante el Santísimo. El 10 de Noviembre hace voto ante el altar de la Virgen de hacerse Sacerdote, su vida ha cambiado totalmente ha dejado su anterior vida disoluta y sus amistades perniciosas.
Hermann alquila un modesto cuarto en la calle de la Universidad, número 102 -casa que ya no existe-, y que se puede considerar como la cuna de la Adoración Nocturna. Un amigo suyo, el señor Dupont, uno de sus primeros seguidores, refiere los datos de esta fundación:
«Habiendo entrado un día por la tarde en la capilla de las Carmelitas, que se complacía en visitar las iglesias en que se hallaba expuesto el Santísimo Sacramento, se puso a adorar a Nuestro Señor manifiesto en la custodia, sin contar las horas y sin advertir que la noche se acercaba. Una Hermana tornera llega y da la señal de salir. Fue necesario un segundo aviso. Entonces Hermann dijo a la religiosa: "Ya saldré cuando lo hagan esas personas que se hallan al fondo de la capilla". Y ella replicó: "Pues no saldrán en toda la noche".
Hermann sale del oratorio y se dirige precipitadamente a casa de Monseñor de la Bouillerie: "Acaban de hacerme salir de una capilla, exclama, en la que unas mujeres estarán toda la noche ante el Santísimo Sacramento"... Monseñor de la Bouillerie responde: "Bien, encuéntreme hombres y les autorizo a imitar a esas buenas mujeres, cuya suerte ante Nuestro Señor envidia usted". Al día siguiente Hermann hallaba la necesaria ayuda en varias almas».
Monseñor de la Bouillerie había establecido ya anteriormente en París, en 1844, una pequeña asociación para la Adoración Nocturna en casa, cuyos miembros, hombres o mujeres, se levantaban por turnos durante la noche una vez al mes, a hora fijada de antemano, para adorar a Nuestro Señor. También había contribuido a fundar la Adoración Nocturna del Santísimo Sacramento, asociación femenina establecida por la señorita Debouché, que iba a ser el núcleo de las religiosas Reparadoras.
Hermann, con la autorización de Monseñor de la Bouillerie, se puso inmediatamente en busca de hombres de fe. Los primeros inscritos en la lista fueron el caballero Aznarez, antiguo diplomático español, que había enseñado el castellano a Hermann en los tiempos de su vida artística, y el conde Raimundo de Cuers capitán de fragata y otros más.
El 22 de Noviembre de 1848 Hermann los reúne a todos en su cuarto de la calle de la Universidad. Diecinueve miembros se hallaban presentes y Monseñor de la Bouillerie presidía la pequeña reunión.
«Con la intención, dice el acta de esta primera sesión, de fundar una asociación que tendrá por objeto la Exposición y Adoración Nocturna del Santísimo Sacramento, la reparación de los ultrajes de que es objeto, y para atraer sobre Francia las bendiciones de Dios y apartar de ella los males que la amenaza. Con motivo de la revolución de Roma de 1.848 que motivó que el Papa tuviera que refugiarse en Gaeta, el día 6 de Diciembre de 1.848 se celebró la primera vigilia de la Adoración Nocturna; la segunda y tercera noches fueron los días 20 y 21 del mismo mes, con ocasión de las rogativas de Cuarenta Horas ordenadas con esa ocasión, en favor del Papa, por el Arzobispo de París.
En ese sentido coincide en ello con la obra de Adoración fundada en Roma, en 1809, cuando Napoleón hace cautivo a Pío VII.
Las primeras vigilias se efectuaron en el famoso santuario de Nuestra Señora de las Victorias. Más tarde, los socios de la Adoración Nocturna y de las Conferencias de San Vicente de Paúl perpetuaron el hecho con una lápida de mármol, en testimonio de agradecimiento.
Las vigilias no pudieron continuarse en Nuestra Señora de las Victorias, y se escogió para este motivo como lugar de reunión el oratorio de los Padres Maristas.
En 1849 Hermann ingresa en el Carmelo, que en esos años, tras las persecuciones de la Revolución Francesa, estaba siendo refundado en Francia bajo la dirección del carmelita español Domingo de San José. Una vez ordenado presbítero, el padre Hermann, con muchos viajes y trabajos, fue la fuerza más eficaz tanto para la extensión del Carmelo como para la difusión de la Adoración Nocturna en Francia y en el resto del mundo.
La Adoración nocturna en España
La Adoración Nocturna se inicia en España en Madrid el 3 de Noviembre de 1877 en la Iglesia de los Capuchinos, donde se reúnen siete personas, uno de los cuales D. Luis Trelles i Noguerol está en proceso de beatificación. Se constituye en una organización autónoma en el año 1893.
Al comienzo se reúne solamente grupos de hombres, pero más tarde aparece en las parroquias grupos de hombres y mujeres. Al mismo tiempo en 1925 nace en Valencia la Adoración Nocturna Femenina que se extiende por toda España formando varios grupos, unificándose en el año 1953 en la ANFE (Adoración Nocturna Femenina.)
En la actualidad existe en España la ANE (Adoración Nocturna Española) y la ANFE. Ambas asociaciones utilizan el mismo manual.
La Adoración Nocturna es una asociación de fieles, que se reúnen en grupos una vez al mes, se turnan para adorar en la noche al Señor, realmente presente en la Eucaristía, en representación de la humanidad y en el nombre de la Iglesia.
Los adoradores, una vez celebrada la Eucaristía permanecen durante la noche por turnos ante el Santísimo Sacramento, rezando la Liturgia de las Horas y haciendo oración silenciosa. (www.mercaba.org.) 


 
(Del libro Historia del Santísimo Sacramento.- Autor D. Francisco Menchén)
 
MILAGROS EUCARISTICOS
 
Buenos Aires años 90
 
En la década de los años 90, en la ciudad de Buenos Aires, se manifestaron una serie de prodigios o milagros eucarísticos de los más importantes de la historia. Esta diócesis tenía como titular al actual Papa Francisco I.

Después de la misa del día 1 de Mayo de 1992, en la Parroquia de Santa María, al hacerse la reserva del Santísimo Sacramento, el ministro que realizó la Eucaristía encontró dos trozos de hostia sobre el corporal del Sagrario.
El Sacerdote le indicó que los colocara en un recipiente con agua en el Sagrario para que se disuelvan y luego poder purificar.

En los días siguientes, estos trocitos no se disolvían pero los sacerdotes un día, el 8 de Mayo, encontraron que estos trocitos tenían un color rojizo con apariencia de sangre. El Domingo día 10 de Mayo durante las dos misas vespertinas, aparecieron unas gotas de sangre en las patenas en las que los sacerdotes distribuían la comunión.
 
En la misa de las fiestas patronales de la Asunción de la Virgen, a las siete de la tarde, 18 de Agosto de 1996, el Padre Alejandro Pezet, mientras distribuía la comunión en la misa, una mujer se le acercó para decirle que había encontrado una hostia en un candelabro en la parte posterior de la iglesia. El Sacerdote decidió comprobarlo y efectivamente encontró una hostia en ese lugar; como quiera que no fue capaz de consumirla, la colocó en un recipiente con agua y la guardó en el Sagrario.

El Lunes 26 de Agosto al abrir el Sagrario, vieron que la hostia se había convertido en una sustancia sanguinolenta. El Párroco informó al Cardenal Jorge Bergoglio, que mandó fotografiar la hostia.
Las fotos fueron tomadas de forma profesional el 6 de Septiembre y muestra claramente que la hostia se había convertido en un trozo de carne ensangrentada y había aumentado de tamaño.

Durante varios años la hostia se mantuvo en el tabernáculo y todo este asunto se mantuvo en el más absoluto secreto. Como quiera que la hostia no sufría ninguna descomposición, entonces el cardenal Bergoglio la mandó a analizar científicamente: Se tomó una muestra de tejido que fue enviada a un laboratorio de Buenos Aires. Este informó que se trataba de células humanas rojas y blancas, de sangre y de tejido de un corazón humano, que parecía estar aún con vida, ya que las células se movían o latían.
 
En el año 1999, el Dr. Ricardo Castañón tomó una muestra del fragmento ensangrentado y lo envió a analizar a Nueva York sin informar de su procedencia. El laboratorio informó de que la muestra recibida era de tejido muscular de corazón humano vivo.

En el año 2004, el Dr. Gómez contactó con el Dr. Fedredick Zugipe y le pidió analizar una muestra sin saber su origen, este era un reconocido cardiólogo forense y determinó que la sustancia analizada era carne y sangre que contiene el ADN humano “el material analizado es un fragmento del músculo del corazón que se encuentra en la pared del ventrículo izquierdo, cerca de las válvulas, este músculo es responsable de la contracción del corazón. Hay que tener en cuenta que el ventrículo cardiaco izquierdo bombea sangre a todas las partes del cuerpo.
El músculo cardiaco está en una condición inflamatoria y contiene un gran número de células blancas de la sangre. Esto indica que el corazón estaba vivo en el momento que se tomó la muestra. Mi argumento es que el corazón estaba vivo, ya que las células blancas de la sangre mueren fuera de un organismo vivo. Según este informe: “Él requiere de un organismo vivo para mantenerlo. Por lo tanto su presencia indica que el corazón estaba vivo cuando se tomó la muestra. Lo que es más, estas células blancas de la sangre habían penetrado el tejido, lo que indica, además, que el corazón había estado bajo estrés severo, como si el propietario hubiera sido golpeado en el pecho.”
 
Al ser informado este doctor que la muestra analizada provenía de una hostia consagrada, respondió: “como y porque una hostia consagrada puede cambiar su carácter y convertirse en carne viva y sangre humana seguirá siendo un misterio inexplicable para la ciencia, un misterio totalmente fuera de mi competencia.”
El Dr. Ricardo Castañón Gómez dispuso que estos estudios se compararan con los informes de laboratorio del milagro de Lanciano.
Los expertos concluyeron que las muestras provenían de la misma persona. Las mismas tenían el mismo tipo de sangre: AB positivo y un ADN idéntico; se correspondía con un individuo que nació y vivió en medio oriente, cuya carne es actualmente un tejido que está vivo a pesar de los años.

También se compararon estas muestras con otras tomadas de la Sábana Santa de Turín y el Santo Sudario de Oviedo, siendo también idénticas. 





(Del libro Historia del Santísimo Sacramento.- Autor D. Francisco Menchén)

 
MILAGROS EUCARISTICOS (Cont.)


Milagro de Lanciano

Según Stefanía Falasca es “El más antiguo milagro visto por la ciencia moderna” la narración más
antigua la encontramos en un documento de 1.631 ya que la antigua descripción de los hechos que quedó plasmada en un antiquísimo códice de pergamino escrito en griego y en Latín fue robado en el S. XVI. Los hechos que relata dicho documento son los siguientes:
 
“En esta ciudad de Lanciano, hacia el año 750 de Nuestro Señor, se halló, en el Monasterio de San Legonziano, donde vivían monjes de San Basilio, hoy llamado de San Francisco, un monje que, no bien anclado en la fe, literato en las ciencias del mundo, pero ignorante en las de Dios, dudaba cada vez más de que en la hostia consagrada residiera el verdadero cuerpo de Cristo, y de que en el vino estuviera su verdadera sangre. Sin embargo, no abandonado por la divina gracia de la oración, constantemente rogaba a Dios que le arrancase del corazón esta llaga que le estaba envenenando el alma. Cuando el benignísimo Dios, Padre de misericordia y de todo consuelo, se complació en sacarle de aquella brumosa oscuridad, le hizo la misma gracia a la que ya asistiera el apóstol Tomás”. Sigue diciendo el anónimo autor del texto: “Mientras una mañana, durante el sacrificio, tras proferir las santísimas palabras de la consagración, se hallaba inmerso como nunca en su antiguo error, vio convertirse el pan en carne y el vino en sangre. De tan estupendo y grandioso milagro se quedó aterrorizado y confuso; pero, al final, cediendo el temor a la alegría del espíritu que le llenaba los ojos y el alma, con rostro jocundo y bañado por las lágrimas, se volvió hacia los presentes y dijo: “Oh, dichosos asistentes, a quienes Dios Bendito, para confundir mi incredulidad, ha querido revelarse en este Santísimo Sacramento y hacerse visible a vuestros ojos. Venid, hermanos, y mirad a nuestro Dios que se ha acercado a nosotros. He aquí la carne y la sangre de nuestro amadísimo Jesús”.
Este milagro se produjo en el 750, y este Sacerdote pertenecía a un grupo de monjes venidos de oriente que se establecieron en Lanciano, en la costa Adriática. Los monjes Basilianos custodiaron las preciosas reliquias hasta el año 1176, en que pasaron a los benedictinos. En 1252, como en tantos otros monasterios de Italia, ocuparon el lugar de los benedictinos los franciscanos conventuales, que conservan aún hoy las reliquias. Los frailes franciscanos construyeron sobre la antigua iglesia de san Legonziano un nuevo santuario en 1258 en donde guardaron las reliquias de este milagro.

Estos restos han sido estudiados en 1.970 por Odoardo Linoli, Jefe médico de los servicios médicos de Arezzo, cuyos estudios fueron sorprendentes ya que llegó a la conclusión que las cinco bolitas de sangre coaguladas son sangre del tipo AB y la hostia seria carne y a pesar del paso del tiempo cuando es analizado tiene el aspecto de un corazón vivo. Estos estudios fueron confirmados por estudios de la OMS realizado en Nueva York y Ginebra donde fue sometido a más de 500 exámenes en 1976. Estos análisis fueron repetidos en 1.980 volviendo a salir los mismos resultados.
 
El Milagro de Bolsena

En el año 1.264 el Padre Pedro de Praga tenía grandes dudas sobre la presencia real del cuerpo y la sangre de Cristo en la Eucaristía, así que decidió acudir a Roma para orar en la tumba de Pedro para que recibiera de Dios una señal contundente. El caso es que este sacerdote volvió a su tierra y una vez allí, cuando estaba diciendo misa, en el momento de dividir la Hostia Santa, vio cómo empezó a teñirse de sangre el corporal, que botaba de las especies. Asustado por lo ocurrido, el Sacerdote decidió suspender la misa. El Sacerdote recogió las especies con los paños sagrados para llevarlos a la sacristía, pero en el trayecto cayeron unas gotas de sangre en el suelo.
Esto sucedió en la Basílica de Santa Catalina de Bolsena donde se guardan las reliquias de las gotas de sangre de Jesús que cayeron al suelo.
El Papa Urbano IV estableció una comisión de teólogos que tenía como objetivo averiguar la veracidad de los hechos. Una vez que pudo comprobar la veracidad de lo sucedido, ordenó al Obispo que le llevase a Orvieto ciudad donde se encontraba el Papa, el corporal, el purificador y los linos sagrados. De modo que este hecho incitó al Papa Urbano IV a establecer la festividad del Corpus Christi. 

 
 (Del libro Historia del Santísimo Sacramento.- Autor D. Francisco Menchén)
 

MILAGROS EUCARISTICOS (Cont.)
 
La Misa milagrosa del Padre Cabañuelas
El Padre Cabañuelas o Fray Pedro de Valladolid era un monje de la orden de San Jerónimo en el monasterio de Guadalupe, España, en el S. XV. Tuvo siempre una gran devoción por el Santísimo Sacramento pero en un momento determinado empezaron a entrarle dudas sobre la presencia real del cuerpo y la sangre de Cristo en las especies de la Eucaristía.
El milagro ocurrió hacia 1420, cuando el Sacerdote tenía 50 años de edad, y es él mismo quien nos lo refiere, aunque de tercera persona en una relación que de su puño y letra se halló entre sus papeles después de su muerte, y que es la siguiente:
"A un fraile de esta casa, dice que le sucedió que un Sábado, celebrando la Santa Misa, después que consagró el cuerpo de nuestro Señor Jesucristo, vio una cosa como nube que cubrió el ara (Ara: losa o piedra sobre la que el sacerdote extiende el corporal para celebrar la Misa) y el cáliz, de manera que no veía otra cosa sino un poco de la cruz que estaba detrás del ara: lo cual le inculcó gran temor y rogó al Señor con muchas lágrimas, que le tuviera piedad y le manifestara que cosa era eso y que lo librase de tan gran peligro. Estando muy atribulado y espantado, poco a poco se fue quitando
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aquella nube, y cuando se quitó no halló la Hostia consagrada y vio la hijuela que estaba sobre el cáliz, quitada, y al ver el cáliz lo vio vacío. Al ver esto, comenzó a llorar fuertemente, demandando misericordia a Dios y encomendándose devotamente a la Virgen María.
Estando así afligido, vio venir la Hostia Consagrada puesta en una patena muy resplandeciente, y se colocó derecho en la boca del cáliz, entonces comenzó a salir de ella gotas de sangre que caían en tanta cantidad en el cáliz que se llenó como antes estaba. Una vez que el cáliz se llenó puso la hijuela encima del cáliz y la Hostia sobre el ara como antes estaba. El fraile que aún estaba espantado y llorando, oyó una voz que le dijo: Acaba tu oficio, y sea a ti en secreto lo que viste."
El hecho fue pronto conocido y divulgado por todos los ámbitos de la nación, y hasta los mismos reyes de Castilla, D. Juan II y su esposa Da María de Aragón, con el príncipe D. Enrique, el futuro Enrique IV, acudieron a Guadalupe para conocer y tratar al siervo de Dios, elegido ya como Prior del monasterio, quedando tan prendados de su virtud y santidad, que la reina le eligió por su consejero espiritual, y mandó en su testamento que, cuando trajeran sus restos al Santuario, colocaran a su lado los del padre Cabañuelas, como en efecto se hizo.
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Aún nos queda un precioso testimonio de la Misa Milagrosa, los corporales y la hijuela, con unas gotas de sangre, usados en la misma, reconocidos ante el notario apostólico en el siglo XVII, fueron declarados auténticos y son hoy la más preciada reliquia con que se honra el relicario guadalupense, como fueron también preclara reliquia eucarística, expuesta a la veneración de los fieles, en el Congreso Eucarístico de Toledo, en 1926. (www.corazones.org).
El Milagro de Tumaco
El 31 de Enero de 1.906 sucedió algo extraordinario en el pueblo de Tumaco que se halla en una pequeña isla de la costa del Pacífico de Colombia. Allí se encontraba de Párroco el misionero Fray Gerardo Larrondo de San José que tenía como auxiliar a Fray Julián Moreno de San Nicolás de Tolentino.
El caso es que sobre las diez de la mañana se sintió un espantoso terremoto que según dicen duró unos diez minutos aproximadamente. Este provocó muchos daños y temor en la población que acudió a la Iglesia y pusieron todos los santos en las andas con la intención de sacarlos en procesión.
Cuando ya estaban a punto de comenzar la procesión, se dieron cuenta que el nivel del mar había retrocedido una distancia de un kilómetro y medio hacia adentro, lo que motivó una elevación del agua formando
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una ola gigantesca que amenazaba con golpear la costa y arrasar el pueblo que para colmo se encontraba por debajo del nivel del mar.
El Padre Larrondo, asustado, corrió hacia el Tabernáculo de la Iglesia y recogió todas las Hostias santas en el copón menos la mayor, y corrió con el mismo hacia el mar. Una vez allí, alzó el copón con las Hostias y bendijo la ola la cual se fue calmando hasta llegar suavemente a la orilla. Al parecer a consecuencia del terremoto se produjo un Tsunami que provocó muchos desperfectos en los territorios vecinos e incluso en Panamá, pero tanto el pueblo como la isla quedaron a salvo del mismo. Para agradecer este milagro el pueblo organizó una procesión del Santísimo Sacramento. 
 

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