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miércoles, 11 de enero de 2017

Breve comentario a Ezequiel 34,11-16 (Susana Jiménez)

Así dice el Señor Dios: Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas, siguiendo su rastro. Como un pastor sigue el rastro de su rebaño cuando se encuentra las ovejas dispersas, así seguiré yo el rastro de mis ovejas;  las libraré, sacándolas de todos los lugares donde se desperdigaron el día de los nubarrones y de la oscuridad.

Las sacaré de entre los pueblos, las congregaré de los países, las traeré a la tierra, las apacentaré por los montes de Israel, por las cañadas y por los poblados del país. Las apacentaré en pastizales escogidos, tendrán sus dehesas en lo alto de los montes de Israel, se recostarán en fértiles dehesas, y pastarán pastos jugosos en la montaña de Israel. Yo mismo apacentaré mis ovejas, yo mismo las haré sestear – oráculo del Señor Dios.
Buscaré las ovejas perdidas, haré volver a las descarriadas, vendaré a las heridas, curaré a las enfermas; a las gordas y fuertes las guardaré, y las apacentaré debidamente” (Ezequiel 34,11-16)
 
“Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas”, “Yo mismo apacentaré mis ovejas”, “Yo mismo las haré sestear”. Este “yo mismo” afianza que Dios es Padre, porque solo un padre se preocupa él mismo de sus hijos. 
 
“Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas”. Como un padre busca y lucha con todas sus fuerzas por recuperar a un hijo, así Dios Padre con todos nosotros.

“Diré al Norte: “Dámelos; y al Sur: “No los retengas” Traeré a mis hijos de los confines de la tierra; a todos los que se llamen por mi nombre, a los que para  gloria cree, plasme e hice” (Isaías 43, 6-7)
 
Una vez encontrados, rescatados como un buen Padre nos trasmite seguridad, confianza y sobre todo su AMOR hacia nosotros:
 “No temas, que yo te he rescatado, te he llamado por tu nombre. Tú eres mío. Si pasas por la aguas, yo estoy contigo, si por los ríos, no te anegaran. Si andas por el fuego, no te quemaras, ni la llama prendera en ti” (Isaías 43, 1-3), “dado que eres precioso a mis ojos, eres estimado, y yo te amo” (Isaías 43, 4)
 
“Yo mismo apacentare mis ovejas, yo mismo las haré sestear”. Como el padre vela por sus hijos así nuestro Dios Padre  “Por los caminos pacerán y en todos los calveros tendrán pasto. No tendrán hambre ni sed, ni les dará el bochorno ni el sol, pues el que tiene piedad de ellos los conducirá, y a manantiales de agua los guiara” (Isaías 49, 9-10)
 
Si Dios mismo me cuida, ¿a quién temeré?, ¿Por qué me he de preocupar?...

“Yahvé es mi pastor, nada me falta. En verdes pastos me hace reposar. Me conduce a fuentes tranquilas, allí reparo mis fuerzas. Me guía por cañadas seguras haciendo honor a su nombre. Aunque fuese por valle tenebroso, ningún mal temería, pues tu vienes conmigo; tu vara y tu cayado me sosiegan” (Salmo 23 (22) 1-4)
 

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