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lunes, 2 de octubre de 2017

LA ALEGRIA DEL EVANGELIO (3) (por Tomás Cremades)

Terminamos hoy con este tercer capítulo, el texto de LA ALEGRIA DEL EVANGELIO:

Y de oración cómo andamos? Un amigo me comentaba, admirado: los musulmanes rezan cinco veces al día!!  
Yo le dije: los cristianos, también debemos hacerlo, pero Ay! Quizá ni sepamos cómo. Me refiero a la oración de la Iglesia; Maitines, Laudes, Intermedia, Vísperas y Completas. Sabes rezar con el Diurnal? Ahora es aún más fácil, te lo puedes descargar en el móvil. 
En la oración que hacemos, lo que pedimos, a veces se cumple y Dios nos lo concede y otras veces no. Y te quedas un poco así…Dios quiere hacer un camino de amor contigo y conmigo. Basta que nosotros le dejemos caminar juntos. Él nos ama como no podemos imaginar y como no nos creemos, nuestra fe es débil y pedimos milagros…Otras veces, como decían los profetas: ¿ es que el Señor se ocupa de mis problemas?.
Si, hermanos, el Señor se ocupa de nuestros problemas. Y por qué no me concede lo que le pido?Salud, dinero, trabajo, que se acaben las guerras, el hambre?
Pensad que para Dios somos importantes: antes de que tú nacieras, Él pensó en ti. Eres UN PENSAMIENTO DE DIOS Y UN LATIDO DE SU CORAZÓN. Él te prepara un camino por donde seguro no vas a fallar, y nosotros, muchas veces no vemos más allá de donde nos permite nuestra inteligencia. 
Si recordamos el Salmo 23 del Buen Pastor: “…Aunque camine por cañadas oscuras nada temo porque tú vas conmigo…”.Dejémonos guiar por Él, pues como dice el salmista: “… no pretendo grandezas que superan mi capacidad, sino que acallo y modero mis deseos como un niño en brazos de su madre…”(Sal 131).
Tenemos que retomar el lenguaje de los Salmos. Es la oración que rezaba Jesucristo. Él es el primer Adorador del Padre; se pasaba noches enteras rezando. Es el ejemplo perfecto del Adorador. El que sabe adorar en espíritu y en verdad.
Y tenemos que aprender a escuchar. ESCUCHAR!!Es el mandamiento de Dios en la Transfiguración: “…Este es mi hijo, el amado ESCUCHADLE!!! “ Es el Shemá Israel de los judíos piadosos, escrito en el libro del Deuteronomio.
El que escucha a Dios le obedece. Al hilo de esto-perdonad la pedantería- me viene a la cabeza la similitud entre dos palabraS aparentemente distintas en nuestro idioma español. SON ESCUCHAR Y OBEDECER. Aparentemente no tiene nada que ver ¿verdad?
Si nos vamos al texto griego original ESCUCHAR SE DICE ACOUEO—OBEDECER SE DICE UPACOUEO, es algo así como COGER Y RECOGER. 
El que a vosotros escucha a Mí me escucha, dice el Señor. Aprendamos pues a escuchar al Señor, y pedirle que nos abra el oído. Israel-nosotros- es y somos el pueblo de la escucha. 
Pues bien, hermanos, no quiero mortificaros más. Doy gracias al Señor que me ha permitido partir su Pan con nosotros; a la distinguida presidencia que nos acompaña y a todos vosotros que me habéis acompañado en estas reflexiones. 
No tengamos miedo a defender nuestra fe. Demos testimonio “a tiempo y a destiempo” como dice san Pablo, con nuestras palabras y con nuestras  acciones, que haya coherencia en nuestro decir y nuestro actuar y pongámonos en las manos bondadosas de Dios, con la confianza puesta en Él, y que cuando no le entendamos, o no comprendamos su palabra, guardémosla en nuestro corazón como María de Nazaret, nuestra Madre, las guardaba en su corazón  HACIENDOLAS SUYAS.
Termino con otra oración:
Dios Padre de Misericordia y todo consuelo, ilumina con tu Luz los ojos de nuestro corazón, para que podamos abarcar y hacer nuestros los sufrimientos y las cargas agotadoras que agobian a la humanidad, oprimida por tantos falsos libertadores. Amén
 
Alabado sea Jesucristo
 
 

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