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martes, 31 de julio de 2018
TU REGALO
lunes, 30 de julio de 2018
Dios me valora
Después de una intensa semana de “ejercicios espirituales”, la Comunidad María Madre de los Apóstoles, uno de cuyos miembros es autor de este artículo, reflexiona sobre:
domingo, 29 de julio de 2018
Al pie de la cruz estaban María su madre y el discípulo que tanto amaba..
sábado, 28 de julio de 2018
Tú nos das la victoria sobre el enemigo (Sl 43)
viernes, 27 de julio de 2018
¿QUIEN ERES SEÑOR? Hch 9,5. Jn 6,1-15 para el Evangelio del XVIIDomingo del Tiempo Ordinario 29-7-2018
Junto a la Cruz de Jesus, estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena.
"Junto a la Cruz de Jesus, estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Jesus, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dijo a su madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo". Luego dijo al discípulo: Ahí tienes a tu madre. Y desde aquella hora, el discípulo la acogió en su casa".
L.M.
miércoles, 25 de julio de 2018
martes, 24 de julio de 2018
Poemas II.- TÚ LA VID
lunes, 23 de julio de 2018
"Subió al monte y llamó a los que Él quiso... (Mc 3,13-14)
Cuando Tus cosas sean mis cosas.
(AN)
viernes, 20 de julio de 2018
¿QUIEN ERES SEÑOR? Hch 9,5. Mc 6,30-34 para el Evangelio del XVI Domingo del Tiempo ordinario 22-07-2018
"Partir" la Palabra.- Discípula amada
(M S F)
"Todo lo que me dé el Padre, vendrá a mí y, al que venga a mí no le echaré fuera" (Jn 6,37)
Mtp90015
sábado, 14 de julio de 2018
¿QUIEN ERES SEÑOR? (Hch 9,5) Mc 6.7-13 para el Evangelio del XV Domingo del Tiempo Ordinario 15-07-2018
jueves, 12 de julio de 2018
domingo, 8 de julio de 2018
Poemas II.-TODA UNA VIDA TRAS TUS PASOS
viernes, 6 de julio de 2018
¿QUIEN ERES SEÑOR? (Hch 9,5) Mc 6,1-6 para el Evangelio del Domingo XIV del Tiempo Ordinario 8-07-2018
jueves, 5 de julio de 2018
¿QUIEN ERES SEÑOR? Hch 9,5 MC 4,35-40 Domingo XII 24-06-2018
LOS PEQUEÑOS, PREDILECTOS DE DIOS
“…Que tu Mano salvadora nos responda, para que se salven tus predilectos…” (Sal 107)
Es la petición angustiada de un hombre, que implora de la Fuerza de Dios – que es lo que representa su Mano -, el auxilio que nadie en la tierra le puede dar. Y termina el salmista diciendo: “…Con Dios haremos proezas, Él pisoteará a nuestros enemigos…”
Sabemos que los Salmos, oración predilecta de Jesucristo, con la que hablaba con su Padre en las noches en que, como dicen tantos Evangelios, pasaba orando, reflejan la vida y sentimientos de Él; se cumplen en Jesús y en todos los que de alguna manera, le buscamos y queremos ser sus discípulos. Y, en esta ocasión, el salmista, entona un canto doloroso que impacta en Jesucristo, reflejando su angustia ante los enemigos, que, indefectiblementele persiguen a muerte.
El Predilecto por excelencia es Jesucristo, el Hijo amado del Padre: “Este es mi Hijo, mi Predilecto…” (Mt 3,17), nos recuerda san Mateo en el episodio del Bautismo de Jesús. Y, tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Único Hijo para que el mundo se salve por Él, nos recordará san Juan. Por tanto, nosotros, los que le seguimos, también somos sus pequeños, sus ovejas, sus predilectos.
Somos los “anawim” del pueblo de Dios; somos los que se reflejan en las Bienaventuranzas, los que sufren por amor, los pobres en el espíritu…los perseguidos por la justicia, que no la justicia humana, sino que son perseguidos por “ajustar” su vida a Jesús.
Y somos “pobres en el espíritu”, no como el mundo entiende a los “pobres DE espíritu”, queriendo decir, en su ignorancia, los insignificantes, los inútiles, los vagos y maleantes, los que no tienen aspiraciones. Los “pobres en el espíritu” de las Bienaventuranzas son los que no desean ni ansían los bienes de este mundo, no se aferran a las riquezas, y su Tesoro es el Evangelio de Jesucristo, el “tesoro escondido”(Mt 13,44)
Estos pequeños son “limpios de corazón”. Su corazón sólo ansía el Agua Viva, en contraposición al agua estancada, donde se reflejan nuestros pecados, y nos llena de sed. Y el premio prometido por Él es: “…Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios…”
Son aquellos que su corazón no es ambicioso, ni sus ojos altaneros, porque no pretenden grandezas que superen su capacidad, sino que acallan y moderan sus deseos como un niño en brazos de su madre…” (Sal 130)
Se puede ser “pequeño” al concepto evangélico, siendo “grande”. Se puede tener una profesión digna, una casa donde vivir, un salario adecuado al trabajo que se realiza…esta grandeza, siempre que no domine nuestra vida, siempre que el dios dinero no sea nuestro dios…es aceptada y querida por Dios. Y hemos de usar estos regalos de Dios, para el bien propio y de nuestros hermanos.
La comprensión de esto es muy sencilla; el hombre retuerce y tergiversa las cosas, a causa del pecado original. Dios es sencillo, el hombre es tremendamente complicado.
Y todo esto no es novedoso, lo conoce lo más íntimo de nuestro intelecto. Pero el relativismo a que estamos sometidos, cuando “todo vale mientras no me pillen…” destroza al hombre y cambia el plan del Creador.
Pidamos al Señor que nos dé esa pureza de corazón, haga pequeño nuestro sentir y entender, en el concepto evangélico, imitando al más Humilde por excelencia, Jesucristo, que, “…a pesar de su condición divina no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo pasando por uno de tantos…”(Fp 2, 6-11)
Alabado sea Jesucristo
(Tomás Cremades)
martes, 3 de julio de 2018
Poemas II.- CREER SIN VER
Creer sin ver con otros ojos que no sean los del alma.
Tener, por tu gracia, acceso a Ti desde aquí.
Poder sentirte y tocarte porque tú lo has querido.
Alcanzar lo que era un sueño
Con la terquedad del que escuchó tu promesa y perseveró hasta el imposible
Sujetando tu Palabra: “dichosos los que crean sin haber visto”.
Dichosa yo que te he visto sin verte.
Dichosa yo que te buscaba allí, donde te encontré y por eso creo.
Bendito tú que quisiste enseñarme.
Bendita tu voluntad de abrirme los ojos.
Alabado sea tu deseo de acogerme en tu Luz.
(Olga Alonso)
lunes, 2 de julio de 2018
LA FUERZA DE NUESTROS CABALLOS. (del libro del Éxodo)
En la literatura oriental se dice que “más vale una imagen que mil palabras”, y así es. La Escritura es un conjunto de libros sagrados redactados en forma oriental e inspirada por el Espíritu Santo. El autor sagrado se deja bañar por Dios dejando que su Palabra penetre hasta lo más profundo de su alma, como alimento de los que le leen o le escuchan.
Digo esto como preámbulo del texto que se medita en el libro del Éxodo, (Ex 15, 1-4 y ss). Me refiero al “Cántico a Dios después de la victoria del mar Rojo”. Y quiero comentar algunas de las estrofas del mismo. Dice así:
“…Caballos y carros ha arrojado en el mar…”.Alguien me comentaba: ¿Qué culpa tenían los caballos para este castigo y muerte tan terrible? Evidentemente la persona en cuestión se quedaba a la puerta de la catequesis; de ahí lo de la imagen y las mil palabras: estos caballos y estos carros representan el poderío del hombre frente a las situaciones que rodean su vida. Y el mar, sabemos que es el lugar tenebroso donde, siguiendo los (Salmo 74,13 y 14) y (Salmo 104,26), habita el Leviatán, monstruo marino que representa a Satanás. Pues Dios arroja en este infierno representado por el mar, a estas fuerzas del hombre que no pueden salvar. Y de ahí que este Cántico nos diga que “El Señor es un guerrero, su Nombre es Yahvé”
Y continúa: “…Al soplo de tu nariz se amontonaron las aguas, las corrientes se alzaron como un dique y las olas se cuajaron en el mar…”. Este “soplo” es el aliento del Señor, es la Palabra de Dios, es ese “viento suave del episodio de Elías”; no en vano se preguntará Isaías: ¿Quién ha medido el aliento del Señor? (Is 40, 24) Este soplo refiere a la Palabra, al Evangelio.
“..Pero sopló tu aliento y se hundieron en el mar…”, nada puede resistir a la Fuerza del Señor. Y se pregunta el Cántico: ¿Quién como tú, Señor entre los dioses?...” Naturalmente los dioses del hombre, el dinero, el egoísmo, la envidia, el ego…estos dioses de madera que no pueden salvar, como nos dirá Isaías: “…necios los que pasean la madera de sus ídolos…” (Is 45,20) y nos recordará el libro del Deuteronomio, escrito por Moisés: “…Allí serviréis a dioses hechos por manso de hombre, de madera y de piedra, que ni ven, ni oyen, ni comen, ni huelen…” (Dt 4,28)
Y va terminando: “…extendiste tu diestra: se los tragó la tierra, guiaste con misericordia a tu pueblo rescatado, los llevaste con tu poder hasta tu santa morada…”.
La diestra de Dios, símbolo de su Poder, de su Fuerza, representada también de forma simbólica en el texto de la batalla de Moisés contra Amalec: “…cuando Moisés levantaba los brazos los israelitas vencían; cuando por cansancio los bajaba, vencían los amalecitas, (Ex 17, 11-13)…”
Y termina con un versículo que es “la guinda” de esta mini-catequesis: “…Los introduces y los plantas en el monte de tu heredad, lugar del que hiciste tu trono, santuario, Señor, que fundaron tus manos…”. Refiere al Monte Calvario, donde las Manos de Jesús, como santuario del Padre, fundan de esta manera el Monte de su Heredad, el Monte Santo, la herencia que Él nos prepara, con sus Manos abiertas en la Cruz, cual “alas de águila” que nos protegen.
Alabado sea Jesucristo
(Tomás Cremades)