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jueves, 6 de diciembre de 2018

CONDICIONES PARA SEGUIR A JESÚS

Mucha gente acompañaba a Jesús; Él se volvió y dijo: “Si alguno viene a mí, y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío. Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: “este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar”. O ¿Qué rey si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si, con diez mil hombres, podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz. Lo mismo vosotros: el que no renuncia  a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío”. (Lc 14, 25-35)  

Mucha gente acompañaba a Jesús, pero, según se desprende de la lectura del Evangelio, Él iba por delante, pues se volvió a ellos. Ya que el hombre es incapaz de convertirse, - que es lo que significa “volverse” -, (del latín: cum vertere= volverse hacia), es Jesús tiene que darles su frente, volverse, enfrentarse. 

Jesús sabe que le siguen porque su Mensaje es atractivo, que predica un Reino desconocido hasta entonces, y todos quieren encontrar un hueco en ese Reino. No olvidemos que los apóstoles discutían por el camino quién sería el mayor el reino, (Lc22,24), e incluso la madre de los Zebedeos solicitaba a Jesús un puesto a la derecha y otro a la izquierda.(Mc 10, 35-40)

Jesús aclara las características del seguimiento: “Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío. Y es que la cruz de cada día se puede llevar al hombro, como Jesús, o se puede llevar “a rastras”, tirando de ella, protestando por su peso…

Hay otros evangelistas que en su alocución son más “duros”; dicen: el que no odia a su padre, o a su madre,…etc., no puede ser discípulo mío. De ahí la palabra subrayada. Pero en cualquier caso hay que entender a Jesús: no se trata de odiar, naturalmente; ni tan siquiera de “posponer”. El padre, la madre, la familia, tiene su papel en la vida del hombre, y tiene su sitio en ella. Jesús no dice que la abandones. Dice “posponer”. 

En la vida hay muchas ocasiones en que no nos atrevemos a contrariar a los hijos en su educación, sobre todo religiosa, por miedo a que se nos vayan…Si los hijos  se van a vivir con la novia, miramos para otro lado, para no perderlos. Si no van a Misa los domingos, no tenemos argumentos para hacerles reconsiderar su posición…Hay que corregir con autoridad, con mansedumbre y con argumentos. Hay que hablar con ellos…si es que antes no se ha hecho. En ocasiones, por el hecho de no estar atentos a la educación de los niños, éstos se dejan aconsejar antes por el amigo de turno que por los padres. Y los padres, lo saben y no saben cómo actuar.

El camino de seguimiento a Jesús no es fácil. Pero es posible seguirlo, pues él no nos puede pedir imposibles. Pero hemos de estar preparados antes de que llegue ese momento.

Por eso nos dice que hay que “calcular los gastos antes de construir la torre”. Antes de que lleguen los momentos de transmisión real de la fe, hay que “calcular” esos gastos, que son los impedimentos que han de llegar para que no se transmita. 

Si no lo calculamos bien, si miramos para otro lado, si creemos que esa forma de amar a los hijos es con “condescendencia” para que no nos abandonen, además de una “mala educación”, es preferir al hijo, hija, mujer, padres….antes que a Dios.

De igual manera, en el uso de los bienes materiales, hemos de ser capaces de dar al dinero el lugar que le corresponde; es necesario para vivir, pero no podemos hacer cualquier cosa por dinero. Hemos de saber decir: no! cuando algo que se nos ofrece prefiere el dinero o los bienes antes que a Dios.


(Tomás Cremades)

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