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miércoles, 3 de abril de 2019

Viendo tu imagen

Jesús, cada vez que veo tu imagen clavado en la cruz, me quedo mirándote con tristeza al ver tu cuerpo destrozado, y la ignominia que has tenido que pasar por culpa de los hombres que endemoniados debían de estar.
Yo te miro y veo un hombre con un hermoso rostro, desencajado por el sufrimiento y el dolor, y que mira al cielo. Allí es donde está Dios.
Veo tu cuerpo muy delgado y como retorcido está, es por culpa de los dolores que  hacen que te retuerzas, pues apenas los puedes aguantar. Veo tu cuerpo ensangrentado, las llagas, las heridas, los grandes clavos que te han clavado en los pies y en las manos para poderte crucificar. Veo esa herida en el costado izquierdo por donde introdujeron la lanza que atravesando tu cuerpo hasta el corazón va a llegar, y la corona de espinas que para hacerte más daño, con ella te quisieron adornar.
Así, no me extraña Jesús que al verte clavado en la cruz, vea reflejado en tu rostro tanto sufrimiento y en tu cuerpo tanto dolor, y sigues mirando al cielo donde te está esperando el Señor para curar tus heridas, no las heridas del cuerpo, esas ya da igual, pero si las heridas del alma, las que los hombres no vemos pues muy profundas están.
Jesús, por todo ello, quiero pedirte perdón, pues con nuestros pecados hemos formado parte de tu calvarío y de tu crucifixión.

(Elia)
www.comunidadmariamadreapostoles.com

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