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jueves, 30 de abril de 2020
REFLEXIONES SOBRE EL SALMO 2
martes, 28 de abril de 2020
SÍ, LA PALABRA SABE A DIOS
viernes, 24 de abril de 2020
Reflexión al Evangelio del Domingo III de Pascua..Lc 24,13- 35
Jesús sale al encuentro de dos de sus discípulos que han salido de Jerusalén hacia Emaús,una aldea cercana. Están molestos,incluso discuten entre ellos,ni siquiera saben lo que les pasa,han dejado la Comunidad dando un portazo; o quizás sí lo saben pero como nos pasa a todos,echan la culpa a los demás.Jesus se acerca a ellos y no le reconocen porque "sus ojos estaban retenidos"..ahora sabemos dónde está el problema.En la Espiritualidad bíblica uno tiene los ojos retenidos para conocer a Jesús cuando previamente ha cerrado sus oídos a su Evangelio.Estos dos discípulos le habían oído decir repetidamente que sería llevado a muerte de cruz y que resucitaría al tercer día. No le creyeron, por eso sus ojos tampoco pudieron reconocerle cuando como Buen Pastor fue a su encuentro. En su caminar..les partió la Palabra..se quedó con ellos a cenar y.." se les abrieron los ojos y le reconocieron. Esto es lo que hace Jesús nuestro Buen Pastor con los que le buscan con corazón sincero..les da pistas de su presencia hasta que le reconocen
PREPARANDO LA PEREGRINACIÓN
jueves, 23 de abril de 2020
DIOS ES SENSIBILIDAD
miércoles, 22 de abril de 2020
QUE NO TE CONFUNDA
martes, 21 de abril de 2020
EL PODER DE LA ORACIÓN
(Meditación al Salmo 62 de David )
En el camino del cristiano, en su peregrinar por este mundo, se atraviesan momentos de fe en alternancia con momentos de oscuridad. Es lo que en la Escritura se denomina con una frase poética: “…cuando atraviesan áridos valles los convierten en oasis, como si la lluvia temprana los cubriera de bendiciones…” (Sal 83). Y esta “lluvia temprana” que cubre de bendiciones, es la misma Palabra de Dios, reflejada en su Evangelio
El Salmo 62 de David nos dice: “...Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo…” Madrugar por Dios es “rechazar las obras de las tinieblas”. Pero en esos momentos, él está envuelto en las tinieblas de la persecución. El rey Saúl le persigue para matarlo. Tiene celos del éxito de David, que es aclamado más que a él, y le persigue. David ha salvado a su pueblo de la invasión de los filisteos, ha sido fiel a su rey…y, sin embargó ahora le persigue. Y entra en crisis, su fe se tambalea hasta el momento de exclamar: “… ¡cómo te contemplaba en el santuario, viendo tu Fuerza y tu Gloria…!” Para él eso es ya un pasado, parece que ahora no encuentra a Dios en su persecución, no ve a Dios por ninguna parte “…tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios…” Es decir, habla en futuro, en un futuro incierto que no sabe siquiera si se va a producir. Y continúa: “…toda mi vida te bendeciré, y alzaré mis manos invocándote, me saciaré como de enjundia y de manteca, y mis labios te alabarán jubilosos…”
Y sigue hablando en futuro. Ni siquiera es capaz de conciliar el sueño:”…en el lecho me acuerdo de ti, y velando medito en ti, porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo…” Las alas de Dios, que David entona recordando las alas de águila protegiendo a sus polluelos…alas poderosas… que profetizan, sin saber, que estas Alas, son los Brazos abiertos de Jesucristo en la Cruz. Bajo ellas se ha de refugiar. Ya ha comenzado a pasar la tormenta, ya habla David en presente, el pasado quedó atrás…”…mi alma está unida a ti, y tu Diestra me sostiene…” La diestra de Dios que representa su Fuerza ante el Mal, ante las Tinieblas del mundo.
Pues algo parecido pasa en nuestra existencia. Hay momentos de oscuridad, es la “noche oscura del alma” de san Juan de la Cruz. Es el momento de la prueba, donde el hombre se enfrenta con su pasado, a veces hasta tenebroso…los recuerdos que me incitaron a pecar, el orgullo que se apoderó de mí…la soberbia, atributo de Satanás, me envolvió, y no fui capaz de perdonar…Todo ello es el poder de las Tinieblas que se cierne sobre nosotros: es la hora del Maligno. Y nosotros somos como David. Y aquí el título de esta reflexión: “El poder de la oración”. Es cuando debemos entregarnos a Dios, esperando como el profeta Elías, refugiado en el monte Carmelo, la manifestación de Dios. A él se le manifestó en un “viento suave”; era el Espíritu de Dios que “aleteaba” sobre su cabeza, como aleteaba en el principio de la Creación (Gen 1, 1-2)
Es cuando, entrando en la iglesia, de rodillas frente al Sagrario, entramos en comunicación con Dios. Hemos de dejar todas nuestras preocupaciones en la puerta, sin dejarlas entrar. Y allí, mirar a Dios. Él también nos mirará…cuando Él quiera, cuando disponga…y entonces, como David, me saciaré como de enjundia y de manteca, y mis labios le alabarán jubilosos… Esta es la oración, de ahí arranca nuestra fuerza.
(Tomás Cremades)
comunidadmariamadreapostoles.com
viernes, 17 de abril de 2020
Reflexión al Evangelio II Domingo de Pascua Ciclo A (Jn 20,19 - 31)
El Evangelio de hoy, empieza diciéndonos que los Apóstoles estaban en una casa con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Evidentemente temian represalias de parte de los dirigentes, pues bien sabían que eran discípulos de Jesús y la noticia de que éste, según algunas mujeres, había resucitado, corría de boca en boca creando así una animadversión hacia ellos. A esto se añade que no se las tenían todas consigo respecto a Jesús, pues aun siendo verdad que había resucitado, le habían abandonado en su Pasión. Unos miedos así, solo se superan con la Paz que viene de Dios y esto fue lo que sucedió; Jesús Resucitado se presenta en medio de ellos y les dice: La Paz con vosotros... es la Paz que no puede dar el mundo pero el Hijo de Dios sí. Les da la paz, su Paz, y les envía por el mundo para que lleven a todos los hombres El Evangelio de la Gracia y del Perdón.. y les dice: no tengáis miedo, Yo he vencido al mundo (Jn 16,33). Se fiaron de Él, tanto que también ellos vencieron al mundo (1Jn 5,4).