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viernes, 11 de diciembre de 2020

Reflexión del Evangelio del Tercer Domingo de Adviento

La alegría por tu Presencia

En este Evangelio se nos dice que Juan Bautista no era la Luz sino testigo de ella, para que por él, por su testimonio, todos creyeran en Jesús. Es muy importante esta puntualización ya que dado el poso de idolatría que el pecado original ha dejado en nuestro corazón somos dados a apegarnos, más allá de lo razonable, a santos, por supuesto reconocidos como tales por la Iglesia, dejando un poco de lado a Jesús el Enviado del Padre como Fuerza de nuestra Salvación. Entendemos ahora el grito de Juan Bautista: ¡No os fijéis en mí, dirigid vuestra mirada hacia Él! Un  pastor de Jesús no busca su propia gloria, busca el bien del rebaño que Jesús le ha confiado, por eso antes de que a sus ovejas les den “tics” idólatras les dice con la misma convicción que Juan Bautista que fijen, como señala enfáticamente el autor de la carta a los Hebreos, sus ojos en Jesús el único que da inicio y plenitud a su fe (Hb 12,2).

P. Antonio Pavía comunidadmariamadreapostoles.com

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