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viernes, 2 de abril de 2021

Reflexión del Evangelio del Domingo de Pascua (Mc 16,1-7)

En la Escritura la mujer representa la intuición del alma, intuición revestida de audacia amorosa. Hoy celebramos la Resurrección de Jesús, garantía de la nuestra. Recordemos que los Apóstoles, escépticos ante la proclamación de Jesús: ¡Resucitaré! creyeron que con su muerte se había desvanecido la quimera de que fuese el Hijo de Dios. Dirían fue una gran experiencia, hemos soñado algo glorioso con Él pero se impone la realidad del Calvario. María Magdalena y sus dos amigas están tan afectadas como los apóstoles pero no se rinden. Si Pablo dijo de Abraham que creyó contra toda esperanza (Rm 4,18) de estas mujeres diría que amaron audazmente contra toda lógica. Se encaminan al sepulcro sabiendo que les es imposible ver nada pues la piedra que sella el sepulcro de Jesús es enorme. No importa... ellas continúan su búsqueda, el amor por encontrarle es mayor que todos los impedimentos y temores. Al llegar dice Marcos que levantaron los ojos y vieron al Ángel que les anuncia ¡Ha Resucitado! En el Evangelio vemos que Jesús levanta sus ojos cuando habla con su Padre: (Jn 11, 41… Jn 17,1...). Es la fuerza de las intuiciones del alma, de ellas habla el filósofo Henri Bergson, la que nos mueve a levantar los ojos del mundo visible para dar con Él Invisible.  Estas tres mujeres, quizás no muy letradas, nos enseñaron que las intuiciones del alma... elevan nuestros ojos al cielo hasta que encontramos a Dios.
_P. Antonio Pavía - comunidadmariamadreapostoles.com_

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