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miércoles, 1 de septiembre de 2021

Salmo 66(65) - Acción de gracias pública

TEXTO BÍBLICO

Aclamad al Señor, tierra entera,
tocad en honor de su nombre,
cantad himnos a su gloria.
Decid a Dios: «¡Qué admirables son tus obras! Por tu inmenso poder, tus enemigos te adulan».
¡Que toda la tierra se postre en tu presencia!
Que toquen en tu honor,
que toquen para tu nombre.
Venid a ver las obras de Dios,
sus temibles acciones en favor de los hombres:
transformó el mar en tierra firme,
atravesaron el río a pie.
Exultemos de alegría con Dios,
que gobierna con su poder para siempre.
Sus ojos vigilan a las naciones,
para que no se subleven los rebeldes.
Pueblos, bendecid a nuestro Dios,
haced resonar sus alabanzas.
Él es quien nos mantiene vivos,
y no deja que tropiecen nuestros pies.
Oh Dios, tú nos pusiste a prueba,
nos refinaste como refinan la plata.
Nos hiciste caer en la trampa,
echaste una carga sobre nuestros hombros:
Dejaste que un mortal cabalgara sobre nuestro cuello.
Pasamos por fuego y por agua,
pero nos dejaste recobrar el aliento.
En tu casa entraré con holocaustos,
cumpliré las promesas que te hice, las que pronunciaron mis labios y prometió mi boca en la angustia.
Te ofreceré pingües holocaustos,
con el humo de carneros;
inmolaré bueyes y cabritos.
Vosotros que teméis a Dios, venid a escuchar. Os contaré lo que ha hecho por mí.
A Dios gritó mi boca, y lo ensalzó mi lengua.
Si hubiera tenido malas intenciones, el Señor no me habría escuchado.
Pero Dios me escuchó,
y atendió a mi grito suplicante.
Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica, ni me retiró su amor.

REFLEXIONES AL Salmo 66 :Venid a ver las obras de Dios

El salmista, movido por el Espíritu Santo, hace una invitación. no sólo al pueblo de Israel, sino a todas las 
naciones de la tierra, a entonar un himno de gratitud y alabanza a Dios..
El salmo hace hincapié en las acciones salvíficas de Dios sobre el pueblo; concretamente los pasos del mar Rojo en Egipto y del río Jordán ya en la tierra prometida. 
Sabemos que en ambos casos las aguas se separaron para que 
el pueblo pudiese avanzar a pie. 
Aparece en este salmo, con toda su fuerza, la universalidad de la bondad de Dios para con todos los 
pueblos, razas y culturas. Todos los hombres del universo son invitados a volver sus ojos al Dios que, al hacer presente su acción salvífica con un pueblo concreto, está 
manifestando implícitamente que su salvación no está sujeta 
a límites ni fronteras. 
Salvación universal que es anunciada ya explícitamente 
por Jesucristo, el enviado del Padre. Él da su vida para 
que multitud de ovejas que no son del redil-Israel, puedan 
escuchar la Palabra que salva al hombre, de forma que todos 
constituyan un solo rebaño y un solo pastor: «También tengo 
otras ovejas, que no son de este redil; también a esas las 
tengo que conducir y escucharán mi voz; y habrá un solo 
rebaño, y un solo pastor» (Jn 10,16).

El autor de la Carta a los hebreos llama eficaz a la Palabra por el hecho de que abre un camino dentro del que la escucha, y lleva la luz de Dios hasta los sentimientos y pensamientos del corazón, donde acontece la conversión real 
del hombre a Dios: «Ciertamente, es viva la palabra de Dios y eficaz, y más cortante que espada alguna de dos filos. Penetra hasta las fronteras entre el alma y el espíritu, 
hasta la junturas y médulas; y escruta lo sentimientos y 
pensamientos del corazón» (cf Heb 4,12).
Volvemos a nuestro salmo y puntualizamos el hecho de 
que se anima al pueblo a bendecir a Dios, porque es poderoso para devolver la vida al alma y fortalecer los pies del hombre en su búsqueda de Dios. Él devuelve nuestra 
alma a la vida y no deja que vacilen nuestros pies.
«Devuelve nuestra alma a la vida». Jesucristo, que es la palabra del Padre, anuncia que con Él ya ha llegado la hora en que estas almas exhaustas hasta la muerte 
anunciadas por el salmista, cobrarán una nueva vida por el 
hecho de tener el oído atento a su Palabra. Así lo vemos expresado por san Juan: «En verdad, en verdad os digo: llega la hora (ya estamos en ella) en que los muertos oirán 
la voz del Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán» (Jn 5,25).
Dios, que hizo emerger la creación de la nada por el poder de su Palabra, ha otorgado al Hijo el poder de devolver la vida a todos los que por estar lejos de Él, están muertos en espíritu. En Jesucristo ha llegado la salvación para todo hombre, lejano o cercano. 
La salvación acontece porque la Palabra es anunciada, es escuchada y es acogida. 
El apóstol Pablo anuncia con toda claridad que Jesucristo, el Hijo de Dios, ha venido a reconciliar desde sí mismo a todos los hombres 
con Dios: «Porque Él es nuestra paz; el que de los dos 
pueblos hizo uno, derribando el muro que los separaba...
Vino a anunciar la paz: paz a vosotros que estabais lejos y 
paz a los que estaban cerca. Pues por Él unos y otros 
tenemos libre acceso al Padre en un mismo espíritu» (Ef 
2,14-18). Vemos, pues, cumplida la profecía del salmo: en 
Jesucristo todos estamos reconciliados con Dios... En 
Jesucristo se despiertan las entrañas de todos los hombres 
para alabar y bendecir a Dios llenos de gratitud.

(P.Antonio Pavía)

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