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viernes, 5 de noviembre de 2021

Domingo XXXII del Tiempo Ordinario (Mc 12, 38-44)

La Mirada de Dios

El Evangelio de hoy nos muestra la diferencia existente entre la mirada de Dios y la de los hombres. La nuestra está condicionada por el destello de las vanidades  que seducen nuestros sentidos, haciendo que toda vanidad sea  " agradable a la vista" como le pasó, aunque en otro contexto, a Eva. (Gen 3,1...) Lo escribas, fariseos, etc., a quienes les gusta presentarse con amplios y vistosos vestidos y mantos son la imagen de todos los que viven esclavizados por las apariencias. Los Apóstoles no están exentos de esta seducción tan banal como ridícula. En este contexto Jesús les y nos indica cómo es su mirada. Tanto Él como los Apóstoles ven a unas personas echando sus contribuciones en el arca del Templo. Los ricos echan grandes cantidades bien a la vista de todos; otra forma de deslumbrar. En esto llega una pobre viuda y echa dos moneditas. Seguro que nadie reparo en ella, no valía la pena. Jesús sí; la miró con entrañable amor y dijo a los suyos. Está pobre mujer dio lo que tenía para vivir. Los otros que tanto os deslumbraron dieron de lo que les sobraba. Jesús, no alaba la generosidad de esta mujer sino algo infinitamente mayor: su confianza en Dios; su certeza de que Dios, su Padre, que provee la comida a las aves del cielo y que viste regiamente las flores del campo, con mucha más razón cuidaría de ella. Se llama de adulta y Jesús habla de ella: (Mt 6, 25...). 

P. Antonio Pavía - comunidadmariamadreapostoles.com

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