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sábado, 28 de agosto de 2021

T El estremecedor susurro

El estremecedor susurro del Salmista : " ¡Tu Rostro buscaré Dios mío! Fortaleció tanto al hijo pródigo que decidió levantarse y caminar hacia su Padre..Dios.

viernes, 27 de agosto de 2021

Domingo XXII del Tiempo Ordinario - Mc 7,1-8. 14-15. 21-23

La Palabra en el corazón

Hoy vemos que los fariseos critican a Jesús porque sus discípulos comen sin purificarse las manos. El problema no es tanto la higiene sino su impureza por no cumplir con la norma ritual. Jesús les responde parafraseando la denuncia de Isaías: "Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mi". Lejos de Dios está todo corazón no habitado por su Palabra. Bien conocían estos fariseos la inspiración del salmista: "En mi corazón guardo tus palabras, así no pecaré contra ti" (Sl 119,11). No es que la Palabra protege del pecado como si fuera un amuleto. La Palabra como se nos dice frecuentemente en la Escritura contiene en sus entrañas la Fuerza y la Sabiduría de Dios que nos hace más fuertes y sabios que el Tentador. Los fariseos sabían esto, pero no le dieron importancia, por lo que todo quedó en los rezos de sus labios. Y… ¿Por qué no le dieron importancia? Dejemos que nos lo diga Jesús: "...Prefirieron la gloria de los hombres a la gloria de Dios" (Jn 12,43). Ahora, atención: fariseos con muchos rezos pero sin la Palabra habitando en su corazón hubo, hay y los habrá siempre. ¡Que el Señor nos convierta a todos!
P. Antonio Pavia - comunidadmariamadreapostoles.com

miércoles, 25 de agosto de 2021

Salmo 65(64) - Himno de acción de gracias

Texto Bíblico

Oh Dios, Tú mereces un himno en Sión.Aquí hemos venido a cumplir nuestras promesas, porque Tú escuchas las súplicas.
Toda persona acude a Ti a causa de sus pecados.
Nuestras faltas nos abruman, pero Tú perdonas nuestras culpas.
Dichoso el que Tú escoges y acercas para que habite en tu templo;
nos hemos saciado de los bienes de tu casa, de los dones sagrados de tu templo.
Con prodigios de justicia nos respondes, Dios, Salvador nuestro.
Tú eres la esperanza de los confines de la tierra y de los mares remotos
Tú afianzas los montes con tu fuerza, repleto de poder.
Tú acallas el estruendo de los mares, el estruendo de las olas,
el tumulto de las naciones.
Los habitantes de tierras lejanas temen ante tus signos.
Tú haces gritar de alegría a las puertas de la aurora y del ocaso.
Tú cuidas de la tierra, la riegas y la enriqueces sin medida.
La acequia de Dios va llena de agua, preparas los trigales:
riegas los surcos, allanas los terrones, reblandeces con llovizna la tierra, bendices sus brotes.
Coronas el año con tus bienes, y tus senderos destilan abundancia.
Rezuman los pastos del desierto y las colinas se adornan de alegría.
Las praderas se cubren de rebaños y los valles se visten de espigas; dan gritos de alegría y cantan.


Reflexiones: Elegidos para el mundo

El salmista alaba a Dios por que perdona a los hombres sus obras culpables. También nos dice que Dios elige al que va a estar en su templo. 

Nos es fácil descubrir en este texto la figura del  Mesías al que Dios llama su Hijo, «el Elegido», como nos dice Lucas en el pasaje de la transfiguración.Y también es Jesucristo, el elegido de Dios del cual habla este salmo.

No es el hombre el que elige a Dios, sino que es Dios quien, por medio de su Hijo, hace su elección de los hombres. De hecho, Jesús dice: «No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca...» (Jn 15,16).
Es muy importante insistir en la iniciativa de Dios respecto a la elección de todo hombre-mujer para su seguimiento. Nadie está capacitado por sí mismo para tomar la decisión de dirigir sus pasos por el camino de Jesús, ya 
que el seguimiento comporta la cruz y ésta se nos presenta como un sacrificio que choca con nuestras ansias naturales de grandeza y de gloria. 
El discípulo de Jesús vive la gracia de su discípulado con una claridad meridiana. Sabe que es un 
rescatado, no un héroe, sabe que el seguimiento que está haciendo es gracias a la fuerza de Dios,  y no por la suya propia; y es este convencimiento el que le preserva del mayor de los pecados: la soberbia. 

Vamos a ver catequéticamente la elección de los cuatro primeros discípulos de Jesús: Pedro, Andrés, Santiago y Juan, tal y como nos lo cuenta Lucas. Encontramos a Jesús que está anunciando la Palabra a la orilla del lago. Se nos habla de dos barcas cuyos pescadores estaban lavando sus redes. De las dos barcas que hay en la orilla, elige una nada más, que era la de Simón a quien le dice: Boga mar adentro y echad vuestras redes para pescar. Conocemos la extrañeza de Pedro quien, no obstante, obedece a Jesús en atención «a la Palabra que ha escuchado».
Sabemos que la pesca fue abundante, tanto que no cabían en la barca elegida. Los apóstoles tuvieron que hacer señas a los compañeros de la otra barca para que se acercaran, y ambas se llenaron hasta el punto de que casi se hundían. Una fue la barca elegida, no obstante, las dos se llenaron de la pesca milagrosa exactamente igual. 
Ambas rebosaron del fruto de la Palabra que Jesús dirigió a Pedro y que este aceptó (Lc 5,1-7).
Vemos, pues, que la elección que Dios hace de hombres y mujeres concretos, no es en absoluto señal de ningún tipo de predestinación. Son elegidos para un servicio concreto. Elegidos para que todo hombre se salve, para que la gracia de Dios alcance a todos los seres humanos; en definitiva, elegidos en función no de sí mismos, sino de los demás. 

P. Antonio Pavía

sábado, 21 de agosto de 2021

TSabiduría

Los necios rezan para cumplir con Dios sin más; los sabios se abren  a la Palabra y esta se abre a ellos....así es como sacian su hambre y sed de Dios. Son sabios,son Discípulos de Jesus

viernes, 20 de agosto de 2021

Domingo XXI del Tiempo Ordinario (Jn 6,60-69)

Palabras de Vida Eterna

El Evangelio de Jesús, siempre nos sorprende. Miles de personas han visto como Jesús había multiplicado unos panes y que todos comieron y se saciaron. Se supone que ser testigos de este milagro es más que suficiente para creer que Jesús es el Mesías. Sin embargo, una vez satisfechos, al decirles que Él es el Pan de Vida, que sus Palabras son Espíritu y Vida, etc., todos, menos los Apóstoles, se alejaron de Él. ¿Que hay detrás de esta actitud? Pienso que hay una Catequesis sobre la Fe adulta fortísima. Vemos que una fe apoyada solo en milagros, emociones, sentimientos, etc., no termina de arraigar porque está construida, puntualiza Jesús, sobre la arena y no sobre la roca (Mt 7,24-27). Y... ¿Cómo se arraiga la fe en la Roca? Lo vemos en el Evangelio de hoy. Una vez que la multitud se fue, Jesús preguntó a los doce que estaban desconcertados: ¿También vosotros queréis marcharos? Pedro, movido por el Espíritu Santo, exclamó: ¿Dónde quien iremos Señor? ¡Tú tienes Palabras de Vida Eterna! He ahí la Roca que sostiene nuestra fe cuando nos azotan mil tempestades: Las Palabras proclamadas por Jesús: ¡su Santo Evangelio!
P. Antonio Pavia - comunidadmariamadreapostoles.com

lunes, 16 de agosto de 2021

Salmo 64(63) - Castigo de los calumniadores

Texto Bíblico

¡Escucha, oh Dios, la voz de mi lamento!
Protege mi vida del terrible enemigo, escóndeme de la conspiración de los malvados
y del motín de los malhechores.
Afilan sus lenguas como espadas, y disparan como flechas palabras venenosas, para herir a escondidas al inocente, para herirlo por sorpresa y sin riesgo.
Se hacen fuertes con su proyecto maligno, calculan cómo esconder trampas, pensando: ,,¿Quién lo va a descubrir?».
Inventan crímenes y ocultan sus invenciones, porque su mente y su corazón no tienen fondo.
Pero Dios lanza contra ellos sus flechas y quedan heridos por sorpresa; su misma lengua los lleva a la ruina, y quienes les ven menean la cabeza.
Entonces todo el mundo se atemoriza, proclama la obra de Dios, y medita sus acciones.
El justo se alegra con el Señor, y se refugia en Él y se felicitan los rectos de corazón.

Reflexiones: Bajo el cuidado de Dios

El salmo pone en evidencia a aquellos hombres cuya fuerza está en la calumnia y que no tienen el menor reparo en utilizar la mentira a su antojo con el fin de lograr sus propósitos. 
No sólo practican la agresión contra cualquiera que se interpone en su camino, sino que, al mismo tiempo, manifiestan un descarado desprecio a Dios. Envalentonados por el buen resultado de sus actos perversos, encumbrados sobre sí mismos, es tal la necedad que se ha apoderado de ellos que llegan a 
autoconvencerse de que Dios pasa por alto su maldad; más aún, es que ni siquiera se enteran del mal que están haciendo a los demás.  Así es todo hombre que hace alianza con el mal; llega un momento en que su corazón se agiganta tanto, está tan encumbrado por la ambición, que lo que Dios juzgue sobre él, le es totalmente indiferente.

Ahora bien, Dios, que hace justicia a todo hombre, cuida al que, sin devolver mal por mal, ha puesto su confianza en Él, provocando la alegría del justo, cobijándolo y  concediéndole su auténtica gloria. 

Jesucristo, a quien vemos prefigurado en este salmo, 
se somete a la injusticia del hombre; injusticia que le llevará hasta la muerte y muerte de cruz. La sumisión de Jesucristo al mal puede parecer a la luz de nuestra 
sabiduría hasta un acto de cobardía, de derrotismo, sobre 
todo, teniendo en cuenta que ni siquiera se defendió, que 
no esgrimió ningún derecho de inocencia.
Isaías, que anuncia proféticamente, casi al detalle, el juicio y muerte del Mesías, compara su actitud con la de un cordero mudo y manso que es llevado al sacrificio: «Fue 
oprimido, y él se humilló y no abrió la boca. Como un 
cordero al degüello era llevado, y como oveja que ante los 
que la trasquilan está muda, tampoco él abrió la boca» (Is 
53,7).
¿Por qué Jesucristo va hacia la muerte tal y como lo había profetizado Isaías? ¿Qué sentido tiene su «pasividad»? ¿Acaso estamos hablando de un hombre que se ha cansado de vivir? ¿Tan poco valor a la vida manifiesta 
Jesús para aceptar su muerte «impasiblemente»? ¿No será que 
los ojos de Jesús ven más allá de nuestros horizontes? ¿No nos está diciendo que su punto de atención en la vida viene del Padre, y que nadie, por muy poderoso 
que sea, puede arrebatarle lo que Dios le tiene preparado? 
Jesucristo no es ningún ser pasivo o indolente acerca de sus derechos. No quiere hacer él mismo justicia ya que sus derechos y su justicia están preservados por su Padre. 
Dios Padre le ha hecho justicia; y recordemos que lo que movió a los judíos a dar muerte a Jesús fue la terrible blasfemia de llamar a Dios su propio Padre, haciéndose igual a Él. 
La actitud sumisa de Jesucristo, no quiere decir en absoluto falta de sensibilidad por su parte. También él conoció en su alma el agotamiento, el grito y las lágrimas 
que suponen el rechazo circundante. Solo que sus gritos y 
sus lágrimas eran dirigidas a Aquel, el Único que podía escucharle y salvarle de la muerte, como así aconteció. 
Los apóstoles exhortaban a los cristianos para que ante los ataques y martirios fijasen exclusivamente sus ojos en aquel que les había abierto la puerta para encontrarse con la justicia salvadora de Dios. «Él –Jesús– que al ser insultado, no respondía con insultos; al padecer, no amenazaba, sino que se ponía en manos de Aquel que juzga con justicia» (1Pe 2,23). 
El que hizo justicia a Jesús, la hace también a sus discípulos: los apasionados por el Evangelio. 

(P.Antonio Pavía) 

viernes, 13 de agosto de 2021

Fiesta de la Asunción y Glorificación de la Virgen María (Lc 1,39-56)

Celebramos la Asunción de María, Madre de Dios al cielo, su Glorificación. Ya este salmista anuncia   proféticamente el fin glorioso que Dios tiene preparado para quienes le aman (Sl 73,24). Dios Padre al resucitar a su Hijo, le glorificó y nos dijo a todos que la muerte no es el fin de nuestra existencia. Si el fin del hombre tuviese su punto y final en un sepulcro, nuestra muerte sería exactamente igual que la de cualquier animal: todo lo que hemos sido quedaría  reducido a polvo. La Fiesta de hoy nos indica que los latidos de eternidad, propios de nuestra alma, no son ensoñaciones sino que preanuncian el deseo de Dios sobre nosotros: nuestra glorificación. San Pablo en el mismo sentido hablará de que la existencia del hombre alcanza su plenitud con su Transfiguración: "... Él -Jesús- transfigurará este cuerpo corruptible en un cuerpo glorioso como el suyo" (Flp 3,21). He aquí el sentido de lo que nos dice Juan: "Bienaventurados los que mueren en el Señor" (Ap 14,13).
P. Antonio Pavía - comunidadmariamadreapostoles.com

miércoles, 11 de agosto de 2021

Salmo 63 (62) - Sed de Dios

Este Salmo se atribuye al rey David. cuando estaba en el desierto de Judá.

TEXTO BÍBLICO

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo.
Mi alma tiene sed de ti,
mi carne te desea con ardor,
como tierra reseca, agotada y sin agua.
Yo te contemplaba en el santuario,
viendo tu poder y tu gloria.
Tu amor vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré,
y alzaré mis manos en tu nombre.
Me saciaré como de aceite y de manteca, y, con sonrisas, mi boca te alabará.
Cuando, en mi lecho, me' acuerdo de ti, paso la noche en vela meditando en ti,
pues tú has sido mi auxilio,
y, a la sombra de tus alas, grito de júbilo.
Mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene.
Pero los que me quieren destruir,
bajarán todos a lo profundo de la tierra.
Serán entregados a la espada,
se convertirán en pasto de chacales.
Pero el rey se alegrará con Dios,
se felicitarán los que juran por su nombre, cuando tapen la boca a los mentirosos.

REFLEXIONES: Mi alma está unida a ti

Este salmo se refiere al rey David, a su nostalgia por Dios, cuando tuvo que huir de Saúl y refugiarse en el desierto, donde vivió errante durante un tiempo.
En él, identificamos a todo hombre que busca a Dios, a veces «casi contra toda esperanza», pues 
los desiertos sufridos por él amenazan por secar y marchitar su alma.
Sin embargo, en el salmo se aprecia con claridad que 
el amor que tiene nuestro hombre afligido y exhausto, es superior a las pruebas por las que está pasando; lo que se evidencia por la siguiente exclamación: ¡Tu amor vale más que la vida! 
Es más, cuando este hombre, profundamente probado,  dirige sus pensamientos hacia Dios, Él le revela que nunca le faltará su auxilio. 
Iluminado por Dios, nos transmite la razón de su confianza 
inquebrantable: Dios me sostiene porque tengo mi alma unida 
a Él.
Volvemos nuestros pasos a la Escritura, para fijarnos 
en la experiencia parecida de uno de los patriarcas de Israel: Jacob. Este se encuentra en la soledad más terrible que jamás hubiera podido imaginar. Por una parte huye de su suegro Labán, a quien, con artimañas, le ha medio usurpado parte de su ganado. Por la otra, su hermano Esaú viene a su 
encuentro con el intento de cumplir su amenaza de matarle por haberle arrebatado con engaño la primogenitura. Está en una situación sin salida. Es entonces cuando Dios, en forma de ángel, entabla un combate con él cuerpo a cuerpo. A un cierto momento, Dios le hiere en el fémur, y Jacob se 
agarra desesperadamente a Él. Dios le dice: ¡Suéltame! A lo 
que Jacob le responde: ¡No te soltaré hasta que no me 
bendigas!, hasta que no pronuncies sobre mí una palabra que 
me libre de los peligros que me acechan (Gén 32,23-27).
He aquí la sabiduría de Jacob: ¡No soltarse de Dios! 
¡Unirse a Él! Sabe que de su determinación depende su 
supervivencia. Es un vivir apegado a Dios para poder 
participar de su fuerza. Jacob anticipa el grito de amor 
del salmista: «Mi alma se sostiene porque está unida a ti».

Tanto Jacob como el saliste y como otros personajes de la Escritura, son pálidas figuras de Jesucristo, quien llevó a su plenitud la experiencia de vivir 
continuamente unido a Dios, su Padre: «Yo no he hablado por mi 
cuenta, sino que el Padre que me ha enviado me ha mandado 
lo que tengo que decir y hablar... Por eso, lo que yo hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho a mí» (Jn 12,49-50). 
A partir de Jesucristo, este vivir unido a Dios, ya no es privilegio de unos pocos, como los personajes 
anteriormente citados del Antiguo Testamento. Una vez que el Hijo de Dios resucitó, nos abrió la puerta para que todos aquellos que vivan abrazados al Evangelio, puedan 
constatar que, en realidad, están viviendo unidos a Dios.

(P.Antonio Pavía) 

Reflexión del Evangelio del Domingo XIX T.Ord. Ciclo A (Mt 14,22-33)


 Tú vas conmigo,Señor

Los Apóstoles se hacen a la mar; Jesús queda en tierra. De pronto se ☦ una terrible tempestad que az🚃🚋ota tan violentamente la barca, que ..  amigos creen llegada su ☦últi 
..  .🚃ma hora. Presos del miedo, atis ban a lo lejos a alguien que camina hacia ellos. Movidos por el pán  ico gritan : ¡Es un fantasma!  El .fantasma se deriva de fantasia. Los apóstoles piensan que lo que han visto es una ficción sin más. No✡🚃🚃🚃🚃🚋🚃s encontramos con una catequesis determinante sobre la fe. Tiene que ver con la pregunta que surca la historia.. ¿Existe Dios? Y... ¿Jesús es el Hijo de Dios? ...o todo ello no es más que un producto de la imaginación, tan dada a sobrenaturalizar la realidad. Pedro nos ayuda a discernir. En pie sobre la barca emplaza a Jesús que le ha dicho... ¡¡Soy yo!! Pedro le gritz7a: ¡Vale..Si eres Tú, dame una 🚃 . Ssssssssssssssme pe☦rmita ir hacia tí sobr  .  e las 🚋!  Jesús acoge..y con qué amor, el reto y le dice: ¡Ven! Es la palabra con la que toda .inicia su discipulado. Pedro empieza a caminar ..a un cierto momento se emp ..  ieza a hundir y clama: ¡Señor sá☦☦lvame! Dice Mateo que "al punto" Jesús le sostuvo; "al punto"... lo que indica que no se separó de él en cada paso que dió sobre el mar. "Tú vas conmigo.." había profetizado el salmista (Sl 23,4).

P. Antonio Pavia misionero comboniano comunidadmariamadreapostoles.com

Salmo 62(61) - Dios, la única esperanza

Texto Bíblico

Sólo en Dios descansa mi alma,
porque de Él viene mi salvación.
Sólo Él es mi roca y mi salvación,
mi alcázar: ¡nunca vacilaré!
¿Hasta cuándo avanzaréis contra un hombre, todos juntos, para derribarlo,como si fuera una pared inclinada, o una tapia a punto de caerse?
Sólo piensan en derribarme de mi altura y se complacen en la mentira: con la boca elogian,
pero por dentro maldicen.
Sólo en Dios descansa mi alma,
porque de Él viene mi salvación.
Sólo Él es mi roca y mi salvación,
mi alcázar: ¡nunca vacilaré!
De Dios depende mi salvación y mi fama, Dios es mi roca fuerte.
Dios es mi refugio.
Pueblo de Dios, confía en Él en cualquier situación, desahoga tu corazón en su presencia, porque Dios es nuestro refugio.
Los hombres del pueblo no son más que un soplo, la gente importante, sólo mentira: si subieran al plato de la balanza,
todos juntos serían menos que un soplo.
No confiéis en la opresión,
no os hagáis ilusiones con el robo.
Aunque aumenten vuestras riquezas, no pongáis en ellas vuestro corazón.
Dios ha hablado una vez,
y dos veces le he escuchado:
«A Dios pertenece el poder, y a Ti, Señor, pertenece el amor,
porque tú pagas a cada uno
según sus obras».

Reflexiones: En brazos de Dios

Nos encontramos con un hombre sabio que está instruyendo al 
pueblo. Su enseñanza la transmite no desde una cátedra, sino desde una experiencia amorosa e íntima con Yavé, a quien ha confiado su vida.
Nos habla del acoso y de la opresión al que un hombre fiel se ve sometido por sus enemigos. 
En esta situación este hombre sabio nos comunica su secreto: Dios mismo le ha enseñado a descansar en Él. Se acoge a Dios; Él se le ha manifestado como su roca fuerte, su esperanza, en definitiva, su salvación. 
Trasladándonos ahora al Nuevo Testamento, es cierto que la fe es un combate –así lo llama el apóstol Pablo (2Tim 4,7)–, por lo tanto, provoca un desgaste y, con frecuencia, no poco desánimo. Puede incluso, a veces, darnos la sensación de que estamos enfrascados en una causa perdida, pues miramos a nuestro alrededor y nos da la impresión de que a nadie le preocupa lo que para nosotros es fundamental con respecto a Dios. En definitiva, podemos ser duramente golpeados por la tentación del cansancio.
Entonces tendremos que orientar nuestros ojos y fijarlos en la experiencia de nuestro hombre sabio del Salmo, y suplicar a Dios que también a nosotros nos enseñe a descansar en Él. No son los ímpetus fanáticos los que nos 
llevarán a la luz, sino la sabiduría y serenidad que nos vienen de Dios a quien buscamos.

En estas situaciones de desfallecimiento, escuchemos también al profeta Isaías, quien anuncia al pueblo, cansado y desfallecido por los muchos años de destierro:  «¿Es que no lo sabes? ¿Es que no lo has oído? Que Dios desde siempre es Yavé, creador de los confines de la tierra, que no se cansa ni se fatiga, y cuya inteligencia es inescrutable. Que al cansado da vigor, y al que no tiene fuerzas la energía le acrecienta... A los que esperan en Yavé, Él les renovará el vigor, subirán con alas 
como de águilas, correrán sin fatigarse y andarán sin cansarse» (Is 40,28-31).
Isaías dice: «a los que esperan en Yavé», es decir, a los que confían en Él, a los que tienen depositado en Él todo su dolor y, al mismo tiempo, también toda su esperanza. 

Situándonos en el nuevo Testamento, ¿quién sino Jesucristo tiene autoridad para exhortarnos al verdadero descanso? 
Efectivamente, Él es quien, en toda su verdad, ha encontrado en su Padre su descanso en medio de la 
adversidad; y no una adversidad cualquiera, sino la que le llevó hasta la muerte y muerte de cruz. Puesto que el Padre no le desamparó, sus palabras evangélicas tienen toda la 
autoridad para invitarnos a descansar en Él: «Venid a mí 
todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de 
mí que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso 
para vuestras almas. Pues mi yugo es suave y mi carga ligera» (Mt 11,28-30).
Jesús promete en Él un descanso para nuestra alma, cansada y desfallecida. La promesa de este descanso viene precedida de dos invitaciones: «Venid a mí» y «Aprended de mí». Invitaciones que, en el sentido profundo bíblico, 
tienen el nombre de «llamadas de Dios»; y es que, cuando Dios llama, es para que el hombre encuentre la vida. Dios no es ningún pedigüeño. Llama para darnos el descanso.
«Venid a mí». Después de años y años, vueltas y más vueltas, experiencias de todo tipo y color, en los que hemos podido realizar tantos deseos proyectados, si nos ha llegado la sensatez de saber que nuestra alma no tiene reposo, es el momento de dar importancia al Hijo de Dios que dice: «Venid a mí». No nos pedirá cuenta de por qué 
hemos tardado tanto; esas susceptibilidades infantiles no 
caben en Dios. «Aprended de mí». Aprender, en este contexto, no es 
una especie de lección moralizante en que el Hijo de Dios se pone como modelo. Aprender viene de prender: prender el Evangelio en el corazón, mantener con amor la Palabra escuchada. El Evangelio es el descanso que Dios «inventó»
para el hombre.

viernes, 6 de agosto de 2021

Domingo XIX del Tiempo Ordinario (Jn 6, 41-51)

Cuando la Palabra Prende

Todo el que escucha al Padre y aprende viene a mí, nos dice Jesús en el Evangelio de hoy.
La apreciación de Jesús es esencial para alcanzar la  fe. Él mismo aclara una y otra vez que el Evangelio que sale de sus labios le ha sido anunciado previamente por su Padre (Jn 12,49). Volviendo al Evangelio de hoy,  fijémonos en que Jesús al hecho de escuchar al Padre añade el verbo aprender que significa prender profundamente. El Evangelio de Jesús tiene que llegar a prenderse, acoplarse en el corazón como la semilla se introduce y acopla  entre los huecos del surco de la tierra para poder dar fruto. San Pablo nos dirá que la fe nace de la predicación del Evangelio (Rm 10,17). Evangelio que se escucha con el corazón abierto como hizo Lidia y  creyó en la predicación de Pablo (Hch 16,14…).   Escuchemos el Evangelio con el corazón abierto para que se prenda en él, no con un corazón retorcido en el que la Palabra no prende como dijo Jesús a los fariseos: "Tratáis de matarme porque mi Palabra no prende en vosotros" (Jn 8,37b).
P. Antonio Pavía - comunidadmariamadreapostoles.com