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lunes, 30 de noviembre de 2020

PRONUNCIASTE MI NOMBRE

Se hizo el encontradizo conmigo y me dijo: ¡Sígueme! Le seguí. Iba muy a gusto con Él cuando de pronto encaminó sus pasos al Calvario. Le dije: Señor, ¿Me quieres llevar a ese maldito monte? Me respondió: escucha bien lo que te voy a decir: es justamente al pie de la Cruz donde mis discípulos saben que sus pecados no tienen ya ningún poder sobre ellos. Fue en el Calvario donde desde la Cruz, fijé amorosamente mis ojos en los de mi Padre y le dije: ¡Perdónales, Padre, perdónales, no saben lo que hacen! En ese cruce de miradas que fue un instante eterno de perdón, más eterno aún si cabe, pronuncié tu nombre… sí, y también nombre a Isabel, Fernando, Juan, María, Rafael, Eloy, Luisa, Antonio, Carmen... nombré a todos y todos los que se dejan conducir por mí hasta el pie de la Cruz oyen su nombre, resonó en mi corazón hace 2000 años y aún resuena. Los que lo oyen saben que han vuelto a nacer, son libres de todo miedo… ya pueden quitarse la mordaza, mirar al cielo y decir con gozo indecible: Sí, tú eres mi Padre. Por eso te quiero llevar hasta ese monte no maldito sino Bendito.

P. Antonio Pavía comunidadmariamadreapostoles.com

viernes, 27 de noviembre de 2020

Reflexión al Evangelio. I Domingo de Adviento (Mc 13,33-37)

¡VELAD Y ORAD!

En este Evangelio Jesús nos dice una y otra vez: ¡Velad! No es que tengas que velar porque Dios te necesite sino porque tú le necesitas a Él. Es un velar que nos remite a la oración de Jesús en el Huerto de los Olivos. Acuciado por la debilidad -en cuanto hombre- siente tal angustia ante la inminencia de su Pasión que elevando sus ojos al Padre le dice: "Si es posible, que pase de mí este cáliz...". Jesús necesita la Fuerza de lo alto para asumir su misión, es por eso que vela y ora. Fortalecido por su Padre puede decirle... “no se haga lo que yo quiero sino lo que quieres tu" (Mt 26,39). Esa es la razón por la que insiste tanto en que velemos y oremos: para poder hacer la Voluntad de Dios. Sólo con esta disposición adoraremos a Dios "en espíritu y verdad” (Jn 4,24). Solo desde la Sabiduría y Fuerza que nos vienen por velar y orar así puede alguien decir a Dios: Aquí estoy. Velar con este espíritu nos introduce en la Adoración perfecta, la que agrada a Dios, la que excava los cimientos del Discipulado.

P. Antonio Pavía comunidadmariamadreapostoles.com

https://youtu.be/Vi8EnHvva7o


miércoles, 25 de noviembre de 2020

INCLINANDO LA CABEZA

Jesús después de sufrir durante tres años toda clase de insultos tales como: endemoniado, embaucador, ignorante, loco, etc... fue elevado en la cruz en la que como nos dice Juan:  "Inclinando la cabeza, entregó el espíritu"(Jn 19,30b). Tengamos en cuenta que  en Israel la cabeza de una persona representa su máxima dignidad por lo que entendemos lo que Juan nos está queriendo decir. El peso de tanta vejación, dolor, desprecio, burlas… que cayeron sobre Jesús con la muchedumbre injuriándole a gritos, arremolinada al pie de la Cruz, propició que Jesús desprovisto de la más mínima dignidad inclinase la cabeza... y entregase su Espíritu. Al entregarnos su Espíritu nos dio en herencia su infinita riqueza: sus Palabras de Vida -El Evangelio- su relación con el Padre, su cercanía  a nosotros como Buen Pastor... etc. Si todo quedase ahí, podríamos admirar a Jesús como un héroe más, un gran benefactor de la humanidad... La cuestión es que nos indica a todos dónde radica la verdadera dignidad del hombre, la que no se marchita... la Eterna. El Padre al levantarle del sepulcro levantó su cabeza, la que fue abatida por el hombre. El Padre elevó y realzó su cabeza humillada hasta el extremo como había sido profetizado por el salmista: "Tú, Yahvé, eres mi gloria, tú realzas mi cabeza" (Sal 3,4). Termino con una pregunta: ¿A qué dignidad aspiramos?

P. Antonio Pavía

lunes, 23 de noviembre de 2020

CADA CUAL ELIGE A SU PASTOR

Todos morimos según la calidad de vida de nuestro existir. Calidad  no tanto respecto a logros profesionales y sociales, que también cuentan, sino esa calidad de vida que elevándose majestuosamente frente a la llamada ineludible de la muerte, la somete. Una calidad de vida así, que somete a la muerte no se alcanza por haber tenido más o menos suerte; la tiene todo aquél que escoge como acompañante de sus pasos a Jesús, El Buen Pastor; su Evangelio es la Fuente, el Manantial de la Vida. Quien se deja pastorear por Él, incluso con momentos de "tira y afloja" porque las dudas, que son normales, le asaltan, encara la muerte amparado por Aquél por quien se dejó pastorear, Jesús que tomándole en sus brazos como un cordero, lo lleva hasta su Padre: Dios. Hay quienes viven ingenuamente como si la muerte no fuera con ellos. La verdad es que no viven, más bien malviven y como dice el Salmista, se dejan pastorear por la Muerte, encima "están contentos con su suerte" (Sal. 49,14-15).

P. Antonio Pavía

viernes, 20 de noviembre de 2020

Reflexión al Evangelio Domingo XXXIV del Tiempo Ordinario. Fiesta de Jesucristo Rey. (Mt 25,31-46)

A FAVOR O EN CONTRA DE JESÚS

El Evangelio de este domingo no puede ser más explícito; lo que hacemos o dejamos de hacer por los demás, especialmente por los más vulnerables, lo hacemos o dejamos de hacer por Jesús, el Señor. Nos ilumina enormemente a este respecto lo que le preguntó a Pablo cuando le hizo caer del caballo: ¿Porqué "me" persigues? (Hch 9,4-5) No le dice: ¿Por qué persigues a estos hombres y mujeres cuyo único delito es que creen en mi y en mi Evangelio? Sino ¿Por qué me persigues a mí? Pablo solo acierta a decir: ¿Quién eres Señor?
Jesús le responde: Soy Jesús a quien "tú" persigues. El Apóstol de los Gentiles  comprendió que  aquellos  a quienes perseguía con tanto odio personificaban a Jesús y se rindió ante Él ,sí, se rindió ante Dios que no se avergüenza de vivir en el corazón  de sus discípulos, en el corazón de los más pobres y abandonados. La inmensa mayoría de los Santos canonizados lo fueron, ayudados - indirectamente- por  estos pobres y abandonados a quienes sirvieron porque en ellos reconocieron y vieron vivo a Jesús. Y como muestra de nuestros tiempos ahí tenemos a Santa Teresa de Calcuta.
P. Antonio Pavía

https://youtu.be/lnie5XSHtbA

miércoles, 18 de noviembre de 2020

Nuestra alegría colmada

Apasionante el susurro de Jeremías con Dios: "Cuando encontraba tus palabras las devoraba pues eran la alegría de mi corazón" (Jr 15,16). Los que leen la Biblia por curiosidad o por cumplir con una práctica religiosa se limitan a eso, a leerla y no la disfrutan. Los buscadores de Dios la leen con tanta hambre de Dios que Él les concede palpar la Vida con las manos del alma y llegan a conocer la alegría del corazón de la que habla Jeremías. Volvamos al profeta. No se limita a  comer la Palabra, alimento del alma, sino que la devora; la exultación de alegría de su corazón es muchísimo más que una emoción, es su certeza íntima de que, por su relación tan entrañable con las palabras que Dios le da como alimento de lo alto, recibe junto con ellas el Nombre de Dios, es decir, que su nombre pasa a ser: ¡Jeremías de Yahvé! ¡Jeremías de Dios! Ya es pertenencia suya. A esa alegría incontenible y colmada se refiere Jesús cuando dice a sus discípulos de todos los tiempos: "Os he dicho esto para que mi alegría este en vosotros y sea colmada" (Jn. 15,11).

P. Antonio Pavía 

lunes, 16 de noviembre de 2020

MADERA DE SANTO

Una señal inequívoca de que la tibieza se ha adueñado de un hombre es que ante palabras del Evangelio como: "Ama a tus enemigos, perdona siempre, no devuelvas mal por mal...”etc., se excusa diciendo: "No tengo madera de Santo". A personas así hay que abrirles los ojos, no con sermones sino con la Luz de la Palabra con pasajes como por ejemplo este: "El Señor me ha abierto el oído y yo no me resistí... ofrecí mis espaldas a los que me flagelaban..." (Is 50,5-6). Es, como sabemos, una profecía de la Pasión de Jesús que alcanzan también a  los que pretendemos ser  Discípulos suyos... el mayor título que existe ante los ojos de Dios Padre. Dicho esto, los que somos o aspiramos "a este título" no nacemos con madera de Santos, eso sí, somos conscientes de que llegaremos a serlo apropiándonos de la Fuerza Divina con la que Jesús revistió su Evangelio, la misma Fuerza que le permitió a Él sobreponerse al terror y angustia que sintió en el Huerto de los Olivos ante la inminencia de la llegada de Judas y compañía (Mc14, 33). Solo así, revestidos de la Fuerza que no tenemos, puede una persona acercarse a Jesús y decirle: “Aquí estoy Señor para ser tu Luz, tu Fuego, tu Esperanza para aquellos que de tanto fingir que son felices ya no son más que mechas humeantes". Sí,  mechas humeantes pero enormemente queridas por Ti (Is. 42,3). Tu Evangelio Jesús, es tu Fuego, dame Fuerza para ir con él a mis hermanos.

P. Antonio Pavía

viernes, 13 de noviembre de 2020

Reflexión al Evangelio del Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario (Mt 25, 14-30)

Los talentos y el Evangelio


Leemos en este Evangelio que un hombre se ausento y que dejó sus bienes a cargo de sus siervos a quien dio cinco, dos y un talento para que los negociaran. Veamos el sentido alegórico de esta parábola.

El hombre es el mismo Jesús que confía sus bienes a sus discípulos. Sus bienes son sus palabras que da a quien a ellas se abran a la vida eterna. (Jn 6, 68). La cuestión es qué criterio tiene Jesús para confiar los bienes eternos de su Evangelio a sus discípulos. Bueno, según nuestra perspectiva pragmática, criterio ninguno. Fijémonos por ejemplo en Pedro; es un bocazas: "¡Aunque todos se escandalicen… yo no te negaré!" (Mt 26, 33-35). A la primera de cambio le negó tres veces. ¿Cuál fue la reacción de Jesús ante un hombre tan poco o nada de fiar? ¡Confiarle sus ovejas rescatadas al precio de su sangre! Le pidió que las apacentara (Jn 21, 15). Así hace con todos y todos somos tan poco de fiar como Pedro. ¿Qué podemos decir de Pablo? Soberbio hasta la médula, perseguidor y asesino de cristianos (Hch 26, 10-11). Jesús le llamó. Me pregunto cómo temblaría todo su cuerpo cuando escribió: "Se fio de mí, me hizo capaz y me confío su Evangelio" (1 Tm 1, 12). Entendemos ahora lo necio que fue el que enterró el talento. Representa a quien se desvive por mil cosas, incluso dentro de la Iglesia y no sabe para qué sirve el Evangelio, quizás una pieza más en su puzle "de perfeccionismo"… eso es enterrarlo, pasar de él.

P. Antonio Pavía

miércoles, 11 de noviembre de 2020

Mi Casa de oración

"Mi Casa será llamada Casa de oración"(Mt 21,13).

Jesús no se refiere a una casa concreta sino a "su Casa", la edificada por Él que prevalece ante el poder destructor del Mal. Alguien objetase que la Historia contradice la presunta prevalencia de la Casa del Señor, dado que la lista de iglesias destruidas por terremotos, incendios, vandalismos... es enorme; de acuerdo pero el Señor no está hablando de iglesias  construidas por el hombre, lo que es encomiable, sino la contenida por Él y su Padre: "Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará y vendremos a él y haremos morada en él" (Jn 14,23). Es la Casa interior, Invisible que permanece erguida ante todo poder visible. Casa interior, verdadero Santuario en el que podemos afirmar a Dios "En espíritu y verdad" (Jn 4,24). Casa firme frente a cualquier desastre y calamidad porque Él es la Roca sobre la que se ha construido (Mt 7,25). Bellísima esta promesa del Señor, que lleva cumpliéndose 2000 años… y es que como dice Pablo hablando de los discípulos de Jesús que cada cual con su carisma, anuncia su Evangelio: "Atribulados en todo más no aplastados... derribados más no aniquilados. Llevamos en nuestro cuerpo el morir de Jesús para que la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo" (2Co 4,8-10). Este es nuestro Santuario indestructible y en él nos gloriamos.

P. Antonio Pavía comunidadmariamadreapostoles.com

lunes, 9 de noviembre de 2020

Nuestro Buen Pastor

Jesús, el Buen Pastor sale en búsqueda de cada oveja que se le pierde. Creo que todos los que leemos este texto, nos hemos perdido y marcado distancias más de una vez con Él. Al encontrarnos, gozoso nos ha cargado sobre sus hombros llevándonos hacia el Padre ya que como dijo a Tomás: "Nadie va al Padre sino es por mi" (Jn 14, 6). Es así como los discípulos de Jesús traspasamos el umbral de la muerte; la sortea porque Él es la Vida y nos introduce en el seno del Padre con Él (Jn 1, 18). Este glorioso desenlace está preanunciado en la parábola del hijo pródigo. Recordemos como le recibió su padre: "conmovido corrió, se le echó al cuello y le besó efusivamente" (Lc 15, 20b). Asé es como nos recibe en nuestra muerte. Dice Jesús en el pasaje de la oveja perdida (Lc 15, 4) que hay una gran fiesta en el Cielo por cada oveja que se deja encontrar y cargar por El Buen Pastor. Sí, una gran Fiesta, y para que nos hagamos una idea de cómo será ésta, un Jesús nos habla de la que mandó celebrar el padre del hijo pródigo ante su vuelta: "¡Aprisa ,traedle el mejor vestido, ponedle el anillo, matad el novillo cebado... celebremos una gran fiesta!” (Lc 15, 22). Fiesta, cuyos primeros compases y agasajos resuenan en todo nuestro ser cuando nos hemos dejado encontrar, amar y llevar por Jesús, El Buen Pastor.

P. Antonio Pavía comunudadmariamadreapostoles.com

viernes, 6 de noviembre de 2020

Reflexión al XXXII Domingo del Tiempo Ordinario (Mateo 25, 1-13)

Tu Alma en Dios.

Parábola de las diez vírgenes; cinco sensatas y cinco necias.

Todas portan su lámpara, que simboliza el alma, más sólo las sensatas llevan consigo el aceite que hacen posible que en sus almas prenda una "llama de amor viva", como dice San Juan de la Cruz.

Nos fijamos en las necias. No se preocupan de llevar aceite, tan solo de su lámpara creyendo que ya es suficiente para "contentar a Dios". Son los que viven de apariencias, incluso su relación con el Señor Jesús. Se les cierran las puertas del banquete. Los que creen en un Dios justiciero piensan que ahí acaba todo. Pues no, esta parábola de Jesús, como todas, está abierta a la inconcebible Misericordia de Dios. Que se hayan cerrado las puertas del banquete no impide que Jesús golpee en las tuyas y si se las abres, le dejamos hablar a Él : "Mira que estoy a la puerta y llamo; quien oiga mi voz y me abra… cenaré con él y él conmigo" (Ap 3, 20). Cenaremos juntos; velada íntima que sondeamos a la luz, nuevamente de San Juan de la Cruz:
"Quedeme y olvideme,
el rostro recliné sobre mi Amado,
cesó todo y dejeme,
dejando mi cuidado entre las azucenas olvidado"

P. Antonio Pavía comunidadmariamadreapostoles.com

"En ese pondré mis ojos: en el humilde y abatido que se estremece ante mis palabras"

"En ese pondré mis ojos: en el humilde y abatido que se estremece ante mis palabras". (Isaías 66,2)

Este versículo me conduce a Lucas 10,39: " María sentada junto a los pies del Señor escuchaba su Palabra. Marta en cambio andaba inquieta y preocupada con muchas cosas, pero María había escogido la mejor parte y no le sería quitada. María encarna totalmente ese espíritu humilde y abatido que se estremece ante las Palabras de su Señor Jesús y por eso Él pone sus ojos en Ella (María) y se complace en esta mujer que supo dar prioridad a las palabras de su amigo y Maestro. Para todos los discípulos de Cristo  que damos prioridad en nuestra vida a su Palabra, se cumple lo que dice Jeremías 31 "Su alma será como un huerto regado" y experimentan lo que dice el Salmo 119(118), 103: "Qué dulce al paladar tu Palabra: más que miel en la boca!".

Paloma

jueves, 5 de noviembre de 2020

VOSOTROS TAMBIÉN ESTAD PRONTOS...

VOSOTROS TAMBIÉN ESTAD PRONTOS, PORQUE A LA HORA QUE NO PENSÁIS ES CUANDO VENDRÁ EL HIJO DEL HOMBRE.  (Lucas 12,40)

Estas palabras me  conducen a la parábola de las vírgenes necias y prudentes, que tomando sus lámparas salieron al encuentro del esposo. Las cinco necias no se proveyeron de aceite, en cambio las cinco prudentes se llenaron alcuzas de aceite con las lámparas, pero como el esposo tardaba,  les entró sueño,  y todas se durmieron. A media noche se oyó una voz... "¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!".
Las necias dijeron a las prudentes: "Dadnos de vuestro aceite,  que se nos apagan las lámparas "..pero las mandaron  a comprar a la  tienda por si no había para todas.  Mientras tanto  llegó  el esposo y las que estaban preparadas entraron al banquete de bodas,  y se cerró  la puerta. Más tarde llegaron las otras vírgenes diciendo: "Señor, Señor, ábrenos. Pero él respondió: "En verdad os digo que no os reconozco. Por tanto velad y orad, porque no sabéis ni el día ni la hora" (Mt. 25).
En el Huerto de los Olivos, cuando Jesús estaba orando y a punto de ser entregado, también dijo a sus discípulos al encontrarlos dormidos: "Y volvió a los  discípulos y los encontró dormidos; dijo a Pedro: ¿No habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad para no caer en tentación, pues el espíitu está  pronto, pero la carne es débil. (Mt. 26,41).
Que el Señor nos conceda la  sabiduría de las vírgenes prudentes para estar siempre en vela, en oración, y cuando llegue el esposo, vayamos jubilosos al encuentro del Señor, con la luz de la fe siempre encendida y la Palabra en el corazón. Estemos  siempre alerta, escuchemos hoy su voz, y rebose el aceite del Espíritu de Dios. No se apaguen nuestras lámparas, sino, que con ellas encendidas veamos al  Señor. 
"Velad y orad", dijo Jesús, y estemos preparados para vencer al tentador y no dejarle entrar a horadar nuestra casa, nuestra alma, lo que Dios ha sembrando en nuestro corazón, y no retorne a él de vacío, pues "Al que mucho se le dio, mucho se le reclamará; al que mucho se le confió, más aún se le pedirá. (Lc.12,48)

María Pilar Pérez

miércoles, 4 de noviembre de 2020

EL TESORO ESCONDIDO

"El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo. Un hombre lo encuentra y vuelve a esconderlo y por la alegría que le da vende todo lo que tiene para comprar el campo. (Mt 13, 44)

Partimos con el estremecimiento que precede a la Adoración estás palabras de Jesús a la luz de lo que inspirado por el Espíritu Santo nos dijo Orígenes, Padre de la Iglesia del siglo III. Nos dio a conocer que la Escritura tiene un cuerpo -las palabras escritas- y un Espíritu -el Soplo de Dios- que alienta en el interior de lo escrito. Las palabras escritas, en cuanto tales nos emocionan, incluso nos mueven al crecimiento pero la realidad de nuestra debilidad es muy tozuda y pronto desistimos por falta de fuerzas. El sabio según Dios, consciente de su debilidad se adentra en el Soplo de Dios que habita en las palabras. Estas palabras serían el campo sin más; el Tesoro oculto es el Soplo de Dios que habita en los textos escritos. El sabio intuye que el Tesoro está en el campo y vende lo que tiene para hacerse con el campo, con su Tesoro oculto en él. ¡Atención! No vende lo que tiene por un derroche de generosidad, porque es el mejorcito de la clase, eso es muy voluble, sino como dice Jesús: "Por la alegría que le da". ¡A ver cuándo damos la vuelta a la tortilla!

El Generoso es Dios contigo que pone a tu disposición su Espíritu y Vida (Jn 6, 63) a todo aquel que "sabe hacer cuentas" y por ello tiene sus ojos y su corazón más en el Tesoro del campo que en sus cosas. En cuanto a "vender todo lo que tiene"… El mismo Espíritu que buscas te orientará cómo y de qué manera, y por supuesto "sin que la mano derecha sepa lo que hace la izquierda" (Mt 6, 1-4)

P. Antonio Pavía

Sálvanos Señor, que se acaban los buenos,

"Sálvanos Señor, que se acaban los buenos, que desaparece la lealtad entre los hombres: no hacen más que mentir a su prójimo, hablan con labios embusteros y con doblez de corazón " (Salmo 12,11)

Solo Dios es bueno se lo dijo Jesús al joven rico  cuando le preguntó:" Maestro bueno, qué haré para heredar la vida  eterna? Jesús le contestó: ¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie más bueno que Dios". ¿Acaso son buenos aquellos que dicen de sí....jamás cometer falta alguna? yo diría que buenos no son, son mentirosos,  pues ya dice en la Biblia que quien dice que no tiene pecado es un mentiroso. En Lc. 18, "El fariseo, erguido, oraba  así  en  su interior: "¡Oh Dios!, te doy gracias porque no soy como  los demás hombres, ladrones,  injustos,  adúlteros, ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo".

Entiendo que el salmista, la bondad de la que nos quiere hablar es la  de la pureza de corazón. "Bienaventurados los limpios de corazón  porque  ellos  verán  a Dios", o sea, la bondad  creada por el Espíritu Santo como fruto de  abrazarse al Evangelio; como  dice el salmo "Las palabras del Señor son palabras auténticas como plata limpia de  ganga,  refinada siete veces....con  aludiendo a los siete  Sacramentos, que  unidos a la Palabra de Dios guardada, abrigada y acogida con toda  el alma...como respuesta de amor al Amor. El Evangelio disipa nuestras tinieblas  y sombras de  muerte. Lc. 1-79. Así  responde el Señor en este mismo Salmo versículo 6:"Por la opresión del humilde, por el gemido del pobre, yo  me levantaré, y pondré a salvo a quien  lo  ansía ".

Nuestra misión es  anunciar y presentar a Nuestro Señor Jesucristo, sin juicios ni condenas. Todos somos pecadores,  pero dentro de que somos pecadores estamos llamados a  anunciar la luz del Evangelio.

Pilar Pérez

martes, 3 de noviembre de 2020

Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia

Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Mt.16;18.

Francisco tú eres Pedro.
Aunque a veces no comprendamos ni entendamos nada, pongámonos bajo la acción del Espíritu Santo, y «Con toda humildad, mansedumbre y paciencia, soportándonos unos a otros por amor, poniendo empeño en conservar la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz.
Un solo Cuerpo y un solo Espíritu, como una es la esperanza a que habéis sido llamados.
Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos» Efe.4;2-6.
Dios nos llama a la unidad, abandonarnos totalmente en sus brazos por amor. No tengamos miedo, dejémonos guiar por nuestro pastor el Papa. Dios nos guía a través de él con su mismo  Espíritu Santo. «Aunque pase por quebradas oscuras, no temo ningún mal, porque tú estás conmigo con tu vara y tu bastón, y al verlas voy sin miedo. Sal. 22;4.

Claudia

lunes, 2 de noviembre de 2020

Los que mueren en el Señor (Ap 13, 14)

Celebramos hoy la fiesta de los fieles Difuntos, los que, como dice el Apocalipsis, mueren en el Señor. Alcanzaron la Victoria de todas las victorias porque -cada cual a su manera- vivieron abrazados al Evangelio que hace posible que la muerte solo sea un trámite para encontrarnos con Dios. Leemos en el Evangelio que en el principio existía la Palabra, que en ella estaba la vida y que ésta es la luz de los hombres que brillando sobre las tinieblas las disipan (Jn 1, 1). Penetramos en este pasaje sabiendo que nos adentramos en el Misterio de Dios. El Evangelio de Jesús que sus discípulos intentamos hacer nuestro, está lleno de Vida y de Luz; ambas nos llevan de la mano a una categoría existencial infinitamente más sublime de la que nos puedan ofrecer todos los sabios y santurrones de este mundo  pues la Vida y la Luz del Evangelio al tiempo que nos introduce en el Misterio de Dios, capacita nuestra alma, y con ella todo nuestro ser para vivir en intimidad con Él. Cuanto más crece el Evangelio en nuestro corazón mayor es nuestra intimidad con el Señor. Es entonces cuando sentimos la urgencia de compartir nuestro Fuego interior con los demás, cercanos o lejanos. Un compartir al que Jesús puso este titular: ¡¡Anunciad mi Evangelio para que el hombre viva!!

P. Antonio Pavía

Desastre se presenta

Cuando las aguas, bajan turbias debido a la tormenta, decimos: "desastre se presenta".

Y cuando vemos, que este mundo cambia de rumbo, decimos, ruina a la vista.

Cuando el odio y la venganza, es más grande que el Amor, de Dios decimos, hemos dejado solo a Nuestro Señor.
Cuando un virus domina la tierra, decimos, desastre total.
Esto nos pasa por olvidarnos de Nuestro Creador, que tan orgulloso, está, o estaba de nosotros.
Hemos metido la velocidad máxima a nuestro motor, y el motor se ha vuelto loco, la aguja del cuenta kilómetros, está a punto de saltar, el motor ya hecha humo, el motor, va a explotar, pero nosotros seguimos frenéticos en esa carrera de locos, que nos hemos montado. Ya no nos damos cuenta del peligro que corremos. Nuestro cerebro, se ha embadurnado de miseria, y nuestros ojos ya no son ojos humanos  sino ojos llameantes de luz infernal, todo se va a ir, por el sumidero, esto va a quedar en nada, si Dios no lo soluciona, porque al hombre, todo esto se nos ha ido de las manos. Maldito Satanás, qué listo eres, tu sabes que tendrás tu final, y te aprovechas de ello, pero pronto muy pronto, acabarás amarrado, Jesús ya te venció en su pasión, muerte y resurrección, prepárate para lo que te espera, maldito "ángel" rebelde. Jesús, tiene el Reino, el Poder y la Gloria, por siempre... tú tendrás la derrota y el infierno, por todos los siglos de los siglos.

José Damián