viernes, 9 de febrero de 2018

LA VID VERDADERA

Dijo Jesús  a sus discípulos: “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el Labrador. A todo sarmiento que en Mí no da fruto, lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda para que de más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en Mí y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en Mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en Mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin Mí, no podéis hacer nada. Al que no permanece en Mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en Mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos”. (Jn 15, 1-8)

Comienza esta catequesis de Jesús con unas palabras muy conocidas por los judíos de su tiempo:”Yo Soy”. Los judíos se conocían de memoria las Escrituras, y la palabra Yo Soy ya está en el libro del Éxodo (Ex3, 14) cuando Moisés es enviado por Yahvé a los israelitas para anunciarles que ha conocido el llanto de su pueblo y su clamor ante la esclavitud a que están sometidos por los egipcios. 
En numerosos textos de la Escritura Jesucristo nos dice  “Yo Soy la Vid verdadera”, como este que nos ocupa, “Yo Soy el pan vivo bajado del cielo”, “Yo Soy la puerta del redil…”, etc
Igualmente, cuando Jesús es prendido en el huerto de los Olivos, a su pregunta “A quién buscáis” que le hace a los que le iban a prender, cuando le dicen buscar a Jesús el Nazareno, Él responde por dos veces: “Yo Soy”. Es la afirmación de fe más grande en la que Jesús mismo se declara como lo que es: DIOS.
Y ante esa afirmación, los judíos, buenos conocedores de la Escritura, caen en tierra ante el temor de estar en la presencia de Dios.
Y ahora, en este texto de Jesús, nos hace una bellísima síntesis de su relación con el Padre: Él es la vid verdadera y su Padre-Dios es el Labrador; es el que le cuida, le alimenta, con el que habla y reza en los momentos de soledad nocturnos; el que le dice lo que tiene que hacer: “…El Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre…(Jn 5,19)
Y en esta unión de la Santísima Trinidad, donde Jesús hecho hombre se identifica con el hombre, ¿dónde está el hombre? Jesús nos lo dice bien claro con un símil propio de su tiempo: nosotros somos los sarmientos de la Vid que es Él. ¡Qué hermoso lugar nos ha reservado Dios! ¡Ser sus sarmientos! ¡Unidos a Él!
Pero hay un peligro: entra en juego nuestra libertad. Hemos de permanecer en Él, no apartarnos de Él, porque sin Él no podemos hacer nada.
Hay personas, en nuestro común diario, que son generosas, que son solidarias, que auxilian a los pobres, que realizan actos en sí mismos buenos. Hay ONG´s que realizan una grandísima labor solidaria en países en guerra, o en catástrofes, etc, y que no se declaran católicas. No podemos entrara  a juzgar a nadie, pues el juicio sólo es de Dios. Pero estos valores que declaran, siendo ciertos, pueden estar separados de la Vid Verdadera. ¡OJO! Es que hay otras vides que NO SON VERDADERAS.
Y con esto no quiero decir que las citadas organizaciones no tengan su semilla de Dios. Todo acto bueno procede de Dios. Pero existen viñas “no verdaderas”. Y son palabras de Jesús en el Evangelio, que no pueden llevarnos a engaño. De ahí la frase de Jesús: “…Sin Mí no podéis hacer nada…”
Y Jesús nos habla de “la poda”. ¿Qué es la poda? Él nos habla y nos da la catequesis con ejemplos de los trabajos de su tiempo; la poda sanea el árbol para que luego, a su tiempo, dé más fruto, y más abundante, y más sano.
Así nosotros. A veces ocurre que pedimos, y pedimos, y no se nos concede nuestra petición. Y ¿cómo respondemos? Pues muchas veces con desilusión, cuando no con recelo o con desesperación. ¡No sabemos pedir! Ya nos lo recuerda Jesucristo cuando la madre de los Zebedeos le pide un puesto preferente para sus hijos. Dice Jesús: No sabéis lo que pedís
De sobra sabe Dios lo que necesitamos. Cuando algo no se nos concede estemos seguros que no nos convenía. Es el tiempo de la poda. Dios hace y quiere hacer un camino de Amor con cada uno de nosotros. ¡Dejémosle hacer a Él! Él sabe el tiempo de la poda. Él sabe el momento en que daremos más fruto.
El versículo 16 de este mismo Evangelio de Jesucristo según san Juan, nos dice: “No me habéis elegido vosotros a Mí, sino que Yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en  mi Nombre os lo conceda. LO QUE OS MANDO ES QUE OS AMÉIS LOS UNOS A LOS OTROS (Jn 15,16)
En esta elección de Jesucristo a nosotros está la clave: sólo  nos pide Amor: No como el amor que da el mundo, sino AMOR, con mayúsculas. Esta es la forma de dar fruto, que nos impulsará a llevar su Palabra a todos los lugares del mundo, empezando por nuestro entorno más cercano de familia, amigos, compañeros, que se expandirá ahora con más facilidad gracias a los actuales medios de comunicación, para que, al estilo del Salmo 147 su Palabra corra veloz.
Por último nos dice Jesús: “Vosotros estáis ya limpios por la Palabra que os he anunciado”. Es decir, la Palabra, que es su Evangelio, NOS LIMPIA. Nos limpia de nuestra idolatría, de buscar otros dioses, oro y plata que no pueden salvar (Sal 135,15)
Busquemos, pues, el Reino de Dios y el resto se nos darán por añadidura.
Alabado sea Jesucristo
 (Tomás Cremades)

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