Sondeamos la confesión de fe de este salmista a raíz de las maravillas hechas por Dios con su pueblo en su salida de Egipto. “Tú te abriste camino por las aguas caudalosas sin dejar rastro de tus huellas" (Sal 77,20). Este hombre proclama la supremacía de Dios sobre el poder de Satanás representado por las aguas devastadoras, abriéndose un camino sobre el mar Rojo para que Israel accediese a la libertad. Es una profecía que anuncia que gracias a Él la muerte no tiene la última palabra, ni un rastro, ni una huella de ella prevalece sobre nosotros. Todos en Jerusalén fueron testigos de la muerte de Jesús y todos fueron testigos o conocieron su Resurrección. Ya antes Jesús había hecho ver a los Apóstoles que era el Señor que imponía su poder sobre las aguas de la muerte al verle caminar sobre ellas cuando estaban a punto de destrozar su barca (Mt 14,22…). Al someter a la muerte con su Resurrección… sometió también la nuestra. Oímos a Pablo: "Si con Él morimos, viviremos con Él" (2 Tm 2,11).
P. Antonio Pavía - comunidadmariamadreapostoles.com
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