En la revolución francesa (1789) sus promotores movidos por su escepticismo respecto a Dios decidieron prescindir de Él sustituyéndolo por la diosa razón a la que atribuyeron el poder para discernir acerca del bien y del mal, cosa que la prepotente Europa acogió con entusiasmo. Al principio la diosa encumbrada se sintió halagada pero pronto empezó a preocuparse al ver que el bien y el mal tan nítidamente definidos estaban siendo oscurecidos por la subjetividad dando paso a una sociedad anestesiada y así hasta hoy que hemos sido visitados por la pandemia. Ante ella los gobiernos se dejaron de subjetivismos y promulgaron leyes rigidísimas para atajar la pandemia incluida la de recluir a la población en sus casas. El problema es que habían anestesiado tanto a la gente que está echando mano del subjetivismo que se les había inculcado, desafiando toda ley siguieron haciendo sus encuentros festivos, celebraciones callejeras, botellones... etc. Vista la situación la diosa razón se retiró avergonzada a sus aposentos de los que salió al poco tiempo para saludar a la multitud que la aclamaba. Todos se quedaron de piedra al ver que llevaba una banda al pecho que decía: "diosa de la insensatez”.
P. Antonio Pavía - comunidadmariamadreapostoles.com
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