Si te creyera, Señor, si de verdad te creyera, cómo desaparecerían el miedo y la incertidumbre que atenazan mi garganta
Si te buscara, Señor, si de verdad te buscara, no habría disculpas para enredar mi vida en ansiar, en perseguir
Si te escuchara, Señor, si de verdad te escuchara, no dudaría de ti y tu Palabra ahuyentaría otras voces que tantas veces me confunden
Si te esperara, Señor, si de verdad te esperara, no permitiría que mis manos y su fiebre posesiva se apresuraran a sujetar, a retener tanta inútil seguridad
En fin, si te amara, Señor, si supiera amarte, ya no habría razones para escribir este texto
Pero me amaste primero y ya solo queda esperar a que ese amor con que me amaste transforme mi corazón huérfano y se convierta en tu amor.
(Olga)
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