"Los cielos son mi trono y la tierra el estrado de mis pies: ¿Qué templo pues vais a construirme... en quién voy a fijar mi mirada? En el humilde y abatido que se estremece ante mis palabras" (Is 66, 1-2). Bellísima esta profecía que se cumple en los discípulos de Jesús por el amor con el que acogen el Evangelio. Pablo dice que son templos del Dios Vivo (I Co 3,16). María Madre de la Iglesia fue el primer Templo del Señor Jesús, la Gracia de Dios la envolvió por completo.. ¡¡Llena de Gracia!! le dijo el Ángel al tiempo que le hizo saber que Dios quería encarnarse en su seno. Nos dice Lucas que María se turbó, que toda ella se estremeció y no por miedo sino por esa especie de movimiento sísmico interior que experimentó ante esta Teofonía -La Voz de Dios- que se le aparecía..., manifestaba en su Palabra. Bien sabía Dios en quien quería encarnarse... en Ella la humilde capaz de estremecerse ante sus palabras. Jesús nos enseña por medio de sus palabras a estremecernos ante su Presencia... como nuestra Madre. ¡¡Cuándo abriremos nuestro corazón de par en par al Evangelio de Jesús para vivir la turbación, el estremecimiento profetizado por Isaías y vivido por Ella, nuestra Madre!!
P. Antonio Pavía - comunidadmariamadreapostoles.com
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