Dice Dios: "Con amor eterno te he amado, por eso he reservado gracia para ti" (Jr 31,3). Fijémonos que Gracia y Ternura son sinónimos en la Escritura y que Dios está anunciado que ni las infidelidades, ni la doblez de corazón de su pueblo impedirán que siga derramando sobre él su Gracia y su Ternura. Por eso en el tiempo de Dios "la Palabra -su Gracia y su Ternura- se hizo carne y hábito entre nosotros" (Jn 1,14). Ante una Amor así, que no hay corazón humano que no lo desee, hasta el más agnóstico e indiferente de los humanos, siente un pálpito interior; le gustaría verificar si esto es real, o solo una fábula. Sólo hay una forma de salir de la duda: hacernos con el Evangelio de Jesús al que Pablo llama: "El Evangelio de la gracia" (Hch 20,24). Termino con esta exhortación: ¿Hasta cuándo estaremos dando vueltas al Evangelio como niños pequeños, privándonos así de los infinitos Tesoros de Gracia y de Ternura de Dios contenidos en sus páginas?
P. Antonio Pavía - comunidadmariamadreapostoles.com
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