Es un tanto absurdo, incluso, diría yo, erróneo, hablar de la “memoria de Dios”. El título lo único que hace es crear la “chispa” de la curiosidad, pues en Dios todo es “presente” y no es precisa esa cualidad de los humanos de recordar pasado, que, en definitiva es la memoria.
Viene esta apreciación al hilo de varias ocasiones en que se pone en tela de juicio la veracidad de las enseñanzas del Evangelio. El Evangelio, Palabra de Jesucristo revelada por el Padre, inspirada a los autores sagrados-evangelistas-, fue comenzado a escribir aproximadamente noventa años después de la muerte de Jesús. No olvidemos que el último evangelista, Juan, vivió alrededor de esa edad.
Hasta entonces las palabras de Cristo eran enseñadas por “tradición oral”. De ahí pasaban de unos a otros. Por eso es tan importante “beber de las fuentes” de los primeros “Santos Padres” de la Iglesia Católica, como san Ignacio de Antioquia, discípulo de san Juan, san Atanasio, san Basilio, san Gregorio, san Juan Crisóstomo, san Cirilo, san Juan Damasceno, san Clemente, Orígenes…
Pero aparece el “Príncipe de la Mentira”, Satanás para envenenar al mundo. Y así, con él, los enemigos de la Iglesia inundan con sus mentiras diciendo que no es posible que después de tanto tiempo las Palabras contenidas en el Evangelio fueran exactamente las que dice, sino que pueden ser incluso, inventadas. Y con estos falaces argumentso “prostituyen” la Palabra de Dios.
“…Cuando venga el Espíritu de la Verdad os guiará hasta la Verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará de lo que oiga, y os explicará lo que ha de venir…” (Jn 16,13)
“…Él recibirá de lo mío y os lo explicará todo…” (Jn 16-14)
¡Qué bien conocía Jesús el corazón humano! ¡Cómo sabía que el diablo retorcería sus Palabras para infundir error…!
“…yo os digo la Verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito…y cuando venga convencerá al mundo en lo referente al pecado, a la justicia y al juicio…” (Jn 16,7)
El Espíritu Santo, Espíritu de la Verdad, nos recordará todo y hablará de lo que oiga al Padre. Más claro no puede estar: las Palabras que dijo Jesús a lo largo de su vida pública, fueron transcritas, y en consecuencia, RECORDADAS, con autenticidad total, como quedó proféticamente explicado antes de que sucedieran los hechos.
De ahí que este “recordar”, es como si el Paráclito, actuase como esa “memoria” que necesitamos los humanos, tan frágiles y desconfiados a la hora de creer.
(Tomás Cremades) comunidadmariamadreapostoles.com
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