martes, 1 de octubre de 2019

Líbrame del mal

Mis ojos se deshacen en lágrimas, día y noche no cesan (Jr 14, 17-21)
Llego a mi casa , cansada de tanto andar por los caminos buscando serenidad, pero no la encuentro.
Ya según entro por la puerta
me pongo a llorar.
Mi corazón está triste, y no lo puedo evitar, Señor, líbrame del mal.
Mis oraciones de la mañana son llorar y llorar, y por la noche cuando reflexiono sobre mis acciones del día, sigo llorando aún más.
Mis ojos se deshacen en lágrimas día y noche, no paran de llorar y yo no sé que puedo hacer para no derramar ni una lágrima más.
Tengo el corazón vacío y no lo puedo cultivar, mi cultivo es lo oración y el mal me tiene amarrada para que yo no pueda orar.
Señor, no sé si me lo merezco, pero te pido tu misericordia y tu perdón por no poder cultivar esa parcela que tu me diste, que es mi corazón.
Tengo el corazón prisionero, atenazado por el mal, mi corazón ya no puede aguantar y en cualquier momento puede estallar, así se va a hacer pedacitos y no lo volveré a recuperar, pero Señor, tu recoges los trocitos y los guardas en una cajita de cristal, pues si los pierdo nunca  podré volver a estar contigo, ni tanpoco podré amar.
Esto es lo que quiere el mal, que pierda la fé, la esperanza y la paz.
Gracias Señor por estar siempre a mi lado, en los momentos de desesperación.
Llevo un sufrimiento dentro que no me deja respirar, yo soy pecadora y tengo que saber perdonar, pero hay algo que me está quemando por dentro y hasta que no se apague este fuego, no podré descansar.
Señor acógeme en tu seno, para que pueda reposar, pues el fuego que me está abrasando, no lo puedo apagar.
Señor, dejo esta hoguera en tus manos, pues eres el único que la podrá  apagar.
Elia - comunidadmariamadreapostoles.com

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