martes, 20 de octubre de 2020

Por la mañana te expongo mi causa, y me quedo aguardando (Sal 5)

....por la mañana te expongo mi causa,

y me quedo aguardando. Y me pregunto, ¿sabemos esperar a Dios? ¿sabemos crecer en esa espera?. La espera es parte de esa escuela que nos convierte en discípulos porque nos dice a nosotros mismos y a Dios que, de verdad aceptamos su voluntad y entramos en su tiempo. La espera en Dios siempre tiene respuesta, como la tuvo para el anciano Simeón (Lc 2, 29), "Ahora, Señor, puedes dejar a tu siervo irse en paz", y esa respuesta, aunque tarde según nuestro tiempo, viene acompañada de confianza y, por tanto de abandonarnos a la voluntad de  Dios como lo hicieron Abraham, Isaac, Jacob, Job, Jeremías... Cuánto nos cuesta esperar sin saber qué tendrá preparado para nosotros nuestro Señor y, sin embargo, sólo se puede crecer así, confiando, esperando, muriendo a nuestro tiempo, a nuestros planes, a nuestra propia desesperación y naciendo de nuevo al tiempo de Dios con un corazón paciente y entregado a su voluntad (Isaías 55:8). "Mis planes no son vuestros planes, mis caminos no son vuestros caminos". Esperar para crecer y hacerlo bajo sus alas, como esperó María a que se cumpliera la promesa que Dios le había dado a través del Ángel.  La esperanza de María fue como la esperanza de Abraham, de quien San Pablo dijo: “Esperó contra toda esperanza” (Rm.4,18).

Olga Alonso

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