El vaso de agua
“El que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no quedará sin recompensa"(Mc 9,41).
Puede extrañarnos en un principio cómo el gesto aparentemente banal de ofrecer un vaso de agua puede tener una respuesta tan desproporcionada como lo es una recompensa de parte de nuestro Señor. En realidad ni es un gesto banal ni se trata de un vaso corriente de agua.
Esta agua es en realidad el Agua Viva del que habla Jesús a la samaritana (Jn,4), muy diferente del agua corriente que bebemos cada día :”Si conocieras el don de Dios , y quién es el que te dice: dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva…Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás.” Es el Agua que sacia al hombre de su sed “insaciable” de eternidad, de belleza , de amor…Ninguna otra agua es capaz de lograr este efecto.
Es además un Agua que otorga al que la toma el poder de convertirse a su vez en fuente de vida para otros, “el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna”.
Cada vez que predicamos el Evangelio estamos dando un vaso de Vida a nuestros hermanos. Esto no es un gesto banal sino el gesto más precioso que se puede tener hacia el prójimo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario