Amar al que te odia, al que te hace daño, como dice Jesús en el Evangelio, depende del corazón.
Si tu corazón está presionado por las cosas de este mundo y que has hecho tuyas, las defenderás con uñas y dientes porque no tienes mas que eso: "estas cosas".
Ahora bien, si tu corazón es movido por la Fuerza del Evangelio hacia "las cosas De Dios", tienes la libertad y la elegancia de espíritu para sortear las ataduras y conflictos propios de quien esta sujeto a esas cosas del mundo. Quien se desvive por ellas es porque no tiene otra pertenencia. El discipulo de Jesús sí tiene otra pertenencia... La Pertenencia: DIOS. Por eso es un triunfador.
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