miércoles, 11 de enero de 2017

EL CORAZON SINCERO (por Tomás Cremades)

Con qué benevolencia miramos nuestros actos y cuánta maldad hay en nuestros juicios a los demás. Bien nos dirá el Señor Jesucristo:”… ¿Cómo puedes decir a tu hermano: deja que saque la brizna que hay en tu ojo, si no ves la viga que hay en el tuyo?…” (Lc 6,42)

Y nos recordará: “…No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados, perdonad y seréis perdonadoscon la vara que midáis seréis medidos.. (Lc 6,37)
Y lo malo, lo perverso de juzgar, es que inmediatamente sale el juicio condenatorio.
El rey David, en el Salmo 50, nos recordará que hemos de pedir a Dios esa sinceridad de corazón que nos haga reconocer, en lo más profundo de nuestro ser, nuestras propias maldades. Él pide la sabiduría, la que procede de Dios, la Sabiduría con mayúsculas…

Te gusta un corazón sincero, y en mi interior me inculcas sabiduría (Sal 50)
 

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