... LA EUCARISTIA EN LA IGLESIA PRIMITIVA (del libro Historia del Santísimo Sacramento.- Autor D. Francisco Menchén)
En la Didadje también nos encontramos dos menciones interesantes acerca de la Eucaristía:
-Pero que nadie coma ni beba de vuestra eucaristía sin estar bautizado en el nombre de Jesús; pues de esto dijo el Señor: “No deis lo santo a los perros”
-En los Domingos del Señor, reuníos y partir el pan y hacer gracias, confesando antes vuestros pecados para que vuestro Sacrificio sea puro. El que tenga algún disgusto con su amigo, no asista a vuestra reunión hasta haberse conciliado a fin de que no se contamine vuestro sacrificio. Pues esto es lo que dijo el Señor: En todo lugar ofrézcanseme sacrificios limpios, porque soy yo rey grande, dice el Señor, y mi nombre es admirable entre las naciones.
Todos estos textos son bastante tempranos e indudablemente encuadrados en la Iglesia primitiva del S. I. Y nos cuentan un hecho esencial que marca el nacimiento del cristianismo que es la reunión de la asamblea para tomar el pan y el vino en recuerdo de Cristo.
Pero vayamos por partes: En primer lugar nos encontramos con unos apóstoles asustados, recluidos en la casa de Marcos que en la fiesta de Pentecostés dicen recibir el Espíritu Santo en forma de unas lenguas de fuego. Este hecho que sucedió en privado obviamente no ha podido ser atestiguado por elementos ajenos a esa comunidad. Lo que sí ha podido ser atestiguado es el discurso de Pedro a la multitud de Jerusalén; tras el cual, según Lucas en los hechos de los apóstoles (hech 4,4) hubo una conversión de unas cinco mil personas, número que no debe de ser tenido por exacto, pero sí que indica que se convirtieron una gran multitud de personas tras escuchar a Pedro hablar cada uno en la lengua de su país de origen. Este hecho viene atestiguado por la carta de Hilarion de Amastris a Quione. De esta gran cantidad de personas un buen número formó parte de la comunidad cristiana al haber sido bautizados, y todos ellos reunían una serie de características comunes:
-La de aceptar que Jesús murió y resucitó, idea no disparatada para una multitud que en parte le había seguido en su peregrinación desde Galilea hasta Jerusalén, y que poco antes de su muerte había resucitado a Lázaro. El hecho de que Jesús no solo fuera capaz de resucitar a una persona y que en la tradición judía existiera una tradición de resucitaciones, así como su aparición pública a 500 personas le lleva a David Flusser en su obra ”Jesús el judío” a afirmar que está científicamente probado la resurrección de Jesús. Por lo tanto frente a los argumentos inconsistentes de autores como Pagola o Crossnan, la afirmación de David Flusser, que en su día recibió el premio al mejor historiador de todos los tiempos, hace factible que mucha gente creyera en la resurrección de Cristo; ya que de todas las hipótesis posibles tras la muerte de Jesús y la ausencia de cadáver en la tumba: robo del cadáver, supervivencia a la crucifixión, etc. la resurrección de Jesús era y sigue siendo la salida más lógica a este enigma y más aún lo era en ese tiempo.
-Por otro lado, los cristianos al aceptar que Jesús había muerto, resucitado y se había presentado a sus discípulos, se acepta que la resurrección de Jesús es diferente a las anteriores resucitaciones bíblicas, Lázaro no resucitó para no volver a morir sino que murió; Jesús no, Jesús, resucitó para luego volver con su Padre.
Lo anterior suponía aceptar que Jesús era el Mesías prometido, el hijo de Dios, por lo tanto era Dios y la comunidad cristiana de Jerusalén pese a que seguía observando las costumbres y la ley mosaica introdujo una modificación en su culto. Por un lado seguía estudiando la Tanaj y por otro celebraba la fracción del Pan y el vino dentro de una ceremonia donde, junto a la lectura de pasajes de la Tanaj se predicaba el evangelio de Jesús. Fue precisamente la necesidad de leer con exactitud los dichos de Jesús lo que originó la redacción del Evangelio.
Pero vayamos por partes: En primer lugar nos encontramos con unos apóstoles asustados, recluidos en la casa de Marcos que en la fiesta de Pentecostés dicen recibir el Espíritu Santo en forma de unas lenguas de fuego. Este hecho que sucedió en privado obviamente no ha podido ser atestiguado por elementos ajenos a esa comunidad. Lo que sí ha podido ser atestiguado es el discurso de Pedro a la multitud de Jerusalén; tras el cual, según Lucas en los hechos de los apóstoles (hech 4,4) hubo una conversión de unas cinco mil personas, número que no debe de ser tenido por exacto, pero sí que indica que se convirtieron una gran multitud de personas tras escuchar a Pedro hablar cada uno en la lengua de su país de origen. Este hecho viene atestiguado por la carta de Hilarion de Amastris a Quione. De esta gran cantidad de personas un buen número formó parte de la comunidad cristiana al haber sido bautizados, y todos ellos reunían una serie de características comunes:
-La de aceptar que Jesús murió y resucitó, idea no disparatada para una multitud que en parte le había seguido en su peregrinación desde Galilea hasta Jerusalén, y que poco antes de su muerte había resucitado a Lázaro. El hecho de que Jesús no solo fuera capaz de resucitar a una persona y que en la tradición judía existiera una tradición de resucitaciones, así como su aparición pública a 500 personas le lleva a David Flusser en su obra ”Jesús el judío” a afirmar que está científicamente probado la resurrección de Jesús. Por lo tanto frente a los argumentos inconsistentes de autores como Pagola o Crossnan, la afirmación de David Flusser, que en su día recibió el premio al mejor historiador de todos los tiempos, hace factible que mucha gente creyera en la resurrección de Cristo; ya que de todas las hipótesis posibles tras la muerte de Jesús y la ausencia de cadáver en la tumba: robo del cadáver, supervivencia a la crucifixión, etc. la resurrección de Jesús era y sigue siendo la salida más lógica a este enigma y más aún lo era en ese tiempo.
-Por otro lado, los cristianos al aceptar que Jesús había muerto, resucitado y se había presentado a sus discípulos, se acepta que la resurrección de Jesús es diferente a las anteriores resucitaciones bíblicas, Lázaro no resucitó para no volver a morir sino que murió; Jesús no, Jesús, resucitó para luego volver con su Padre.
Lo anterior suponía aceptar que Jesús era el Mesías prometido, el hijo de Dios, por lo tanto era Dios y la comunidad cristiana de Jerusalén pese a que seguía observando las costumbres y la ley mosaica introdujo una modificación en su culto. Por un lado seguía estudiando la Tanaj y por otro celebraba la fracción del Pan y el vino dentro de una ceremonia donde, junto a la lectura de pasajes de la Tanaj se predicaba el evangelio de Jesús. Fue precisamente la necesidad de leer con exactitud los dichos de Jesús lo que originó la redacción del Evangelio.
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