Que difícil me resulta hablar del dolor sino me duele,
dar esperanza sino la siento,
saber lo que es el sufrimiento sino he sufrido,
ponerme al lado de mi hermano y quizás
sólo en silencio, acompañar esos momentos
en que las palabras sobran y falta el aliento.
Pero ahí! es cuando el Padre sale a mi encuentro
y me dice “no estás sola”.


Yo estoy con el que sufre, con el hambriento,
con el sediento, con el enfermo,
“Abrete a mi Palabra” y encontrarás ese alimento
que nutre tu espíritu y le da fuerzas al cuerpo
y si te dejas llevar, flotarás como en una nube,
no pasará ni el tiempo, también flotara el dolor y el sufrimiento,
Solo tu y Yo estaremos, pero en realidad seremos cientos,
que unidos en oración pediremos por el que sufre,
tiene hambre, tiene sed, por el enfermo..
Y después de ese momento, soló puede darte “Gracias Padre”
por sentirte tan cercano y tan adentro.


(María García Soriano   25 septiembre, 2014)