Jesús ¡qué grande es tu amor! ¡Nos sentimos tan amados por ti! Voluntariamente quisiste ofrecer tu Vida por nosotros ¡Cuánto amor!. Nadie te quitaba la vida, Tú la ofreciste voluntariamente por nuestra salvación. Nos amaste hasta el extremo.
Ahora estamos de rodillas ante ti Jesús, Misericordia infinita. Te adoramos Jesús, que estás vivo en este trocito de pan. Estás vivo y realmente presente en cuerpo, alma y divinidad. ¡Qué grande es tu amor!, no quisiste dejarnos solos y decidiste quedarte en cada Hostia Consagrada. Bendito seas Señor en el Santísimo Sacramento del Altar ¡Bendito y alabado seas Señor Dios Vivo y Verdadero que haces maravillas.


Enciende en nosotros el fuego de tu amor y que tu Presencia inunde por completo nuestro ser para poder amar como Tú amabas. Gracias Jesús por tanto amor, por perdonar nuestros pecados en el sacramento de la reconciliación. Tú nos perdonas por medio de tus sacerdotes. Gracias Jesús.
Queremos amar como Tú dándonos a los demás y para ello, tenemos que morir a nosotros mismos. “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo, pero si muere, da mucho fruto”. Éste morir para darnos sólo lo podemos hacer contigo Jesús porque sólo Tú Jesús puedes establecer una revolución en las leyes del corazón colocando acogida donde había resistencia, perdón donde había venganza, dulzura donde había repugnancia y suavidad donde había violencia. Por ejemplo, para darnos en forma de perdón, hemos de morir al instinto de venganza. Sin ti Jesús no podemos hacer nada.
Concédenos Señor amarte con locura. Haz que nunca nos apartemos de ti. Pon tu mano sobre cada uno de nosotros para que te seamos siempre fieles. Derrama tu Espíritu con todos sus dones y frutos sobre el mundo entero. Haz que seamos dóciles a la acción del Espíritu Santo. Concédenos la gracia de una conversión permanente, así como la gracia de permanecer firmes en la Fe y perseverantes en la oración hasta el fin de nuestros días. Enséñanos Jesús a guardar y a cumplir tu Voluntad de todo corazón.
Danos tu Sabiduría para saber lo que es grato a tus ojos, Fortaleza para hacer frente a las adversidades de la vida y a las tentaciones del demonio, Llénanos de tu Paz siempre y en todo momento, especialmente en los momentos de cruz. Jesús, manso y humilde de corazón haz mi corazón semejante al tuyo. Que nada pueda perturbar mi paz y asustarme.
Aumenta nuestra Fe y concédenos la gracia del abandono y confianza en Ti. Jesús, unidos a ti y sostenidos por ti podremos seguirte con nuestra cruz de cada día y podremos dar frutos para tu Gloria tanto en la prosperidad como en la adversidad. Danos también tu Sabiduría y Fortaleza para asumir el fracaso como parte integrante de la Fe. Haz que seamos ante el mundo testigos de tu amor con nuestra forma de vivir y también con nuestras palabras. Queremos alabarte con nuestra boca, pero sobre todo con el corazón y con nuestra vida. Haz Señor que nuestra vida sea un canto de alabanza y de acción de gracias por siempre.
Jesús, tenemos hambre de ti. Tú eres el Pan Vivo. Pan que nos alimentas en la Palabra y en la Eucaristía. Cuán reconfortante es tu Alimento. Sin él, no podríamos vivir. Desfalleceríamos, moriríamos.
Cuánto deseamos que todo el mundo te conozca y te ame. Hoy de rodillas ante ti te pedimos por los que no tienen Fe, no creen en ti, no te aman y por todos los que viven en tinieblas y en sombras de muerte, para que se conviertan a ti. Te presentamos Señor a todos los que sufren y a todos los enfermos del mundo entero y sus familias. Concédeles paz, fortaleza y consuelo en sus sufrimientos y si es tu Voluntad ¡sánalos Señor!. Te presentamos a todos los cristianos perseguidos a causa de la Fe en Ti. Que tu Espíritu Santo les sostenga y fortalezca.
Jesús, te pedimos por la paz en el mundo, en cada familia y en cada corazón y también por todas las necesidades de la Iglesia y por sus frutos. Jesús, que todos seamos santos porque Tú eres santo y crezcamos en la unión contigo.
Gracias Jesús por habernos regalado a María por Madre. Que como ella sepamos decir siempre HÁGASE. María, madre nuestra, queremos consagrarnos a ti y que nos enseñes a adorar a Jesús como tú lo adoras. Ruega por nosotros pecadores y enséñanos a amar a Dios como tú lo amas. Madre, ayúdanos a guardar de todo corazón la Palabra de tu Hijo.
Bendito y alabado seas Jesús. Nada ni nadie podrá separarnos de tu amor.

(Paloma Sebastián.- 18 noviembre, 2014 )