18-08-2015
TOQUES DEL ALMA
(Por el P. Antonio Pavía Martin-Ambrosio )
No hay mayor belleza que la del discipulado. Esa serena belleza que suavemente desata de nuestro ser todo lo superfluo. Y lo más sorprendente: todo lo superfluo, que se ha ido dejando de lado en el seguimiento al Señor Jesús, fue considerado en su día como valores irrenunciables.
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