Sabed que el Señor es Dios: que Él nos hizo y somos suyos. Su pueblo y ovejas de su rebaño. (Salmo 99).
Como a la oveja perdida, Él nos busca hasta encontrarnos y nos coje en brazos, nos lleva con infinita paciencia.... porque no nos dejamos. Nos resistimos...
Y Él con infinito amor nos va atrayendo, con sus palabras, y cuando comprendemos que no hay nada que se pueda comparar a su amor, nos dejamos guiar por Él cuando nos parte la palabra, y como a los dos de Emaús, hace que arda nuestro corazón... y eso pasa .... lo he experimentado.
¡Bendito sea Dios que nos quiere así!
(Carmen Pérez)
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