Observando la forma externa en que los fieles reciben la comunión, se me ocurre que, por falta de formación, en ningún caso por falta de amor hacia el Cuerpo de Cristo que van a recibir, no se realiza con el debido respeto a quien es dueño y Señor de la historia y del universo, que se abaja a nosotros por Amor, para entrar en lo más íntimo de nuestro propio ser.
“…Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, tomó la condición de esclavo pasando por uno de tantos…” (Fp,2 6-11)
Las formas externas dicen mucho del pensamiento del que realiza una acción. Y así, vemos que unos reciben la Comunión en la lengua, otros cogen la Hostia con una mano como quien coge algo de un mostrador; otros ponen las manos con las palmas hacia arriba esperando así recibir a Dios como quien recibe una limosna.
En los primeros tiempos de la Iglesia, se comulgaba tomando el Cuerpo de Cristo con la mano, aunque posteriormente la Iglesia consideró que era mejor recibirlo directamente en la lengua. Actualmente, a raíz del Concilio Vaticano ll, la Iglesia ha vuelto a sus orígenes permitiendo las dos formas.
La forma mejor es así: si se puede, recibirla de rodillas. Hemos de ser conscientes que recibimos a la Santísima Trinidad, en el Cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo, realmente presente y vivo bajo la forma de las Especies Sacramentales.
Muchas veces, sobre todo las personas mayores, no pueden mantener esta postura por dificultad física, y entonces se recibe de pie. Pero es importante al presentar la Sagrada Forma el sacerdote, hacer una pequeña inclinación con la cabeza en señal de respeto, y sobre todo, de adoración. Sólo Él es digno de recibir la adoración, sólo Dios.
Y si comulgamos tomando el Cuerpo de Cristo con las manos, éstas deben estar en forma de cruz, la mano izquierda bajo la derecha, para que, una vez depositada en ellas, se pueda tomar con la mano derecha y llevarla a la boca.
La cruz es Cruz redentora, que nos ilumina en el camino de salvación, y de esta forma llevamos en nuestras manos en forma de cruz, todos nuestros pecados, para que sea Él quien los tome y nos limpie.
Alabado y adorado sea Jesucristo
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