De los diez leprosos curados por Jesus, solo uno se volvio hacia Él,y arrojándose a sus pies le adoró, reconocio que le había curado su lepra interior, se sintió limpio por dentro; es que los dioses que solemos acoger en el alma la dejan llena de impurezas.
Este leproso era consciente de ello y por eso se volvió a Jesús y le adoró. Los otros nueve no se enteraron de nada preocupados solo de sus heridas exteriores y nos de las interiores que son las mas dañinas. El que se volvió y adoró a Jesús como Señor, nos indica que lo mas digno y sublime que puede hacer un hombre es adorar al Dios Vivo...y uno aprende a adorar ante el Sagrario..
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