La importancia de la “venia”
En el ámbito jurídico “la venia” se utiliza con frecuencia. En general, se puede asimilar a “dar permiso”. Durante un juicio, un abogado tiene que pedir permiso al Juez para hablar y lo hace pidiendo la venia (la conocida frase de “Con su venia, Señoría…”).
Pero en la liturgia de la Iglesia Católica, hay un momento en que los fieles solicitan también “la venia”.
Cuando una persona, un fiel que asiste a la celebración de la Eucaristía, es revestido del honor de realizar las lecturas de la Misa, y se acerca al Ambón, que es el sitio preparado para proclamar la Palabra de Dios, no el Evangelio, sólo reservado a presbíteros y diáconos, sino las Lecturas de la Misa, muchas de las veces se observa que no sabe cómo hacer a su llegada.
Unos se acercan tranquilamente, se colocan las gafas de leer y comienzan la lectura.
Otros, algo más cuidadosos, hacen una reverencia al altar, lugar donde se celebran los Misterios. Hay quien se dirige al lugar reservado al Santísimo. Por último los hay que hacen una leve inclinación con la cabeza hacia el presbítero.
Eso es lo correcto. ¿Por qué? El Presbítero representa a Jesucristo, Único y Eterno Sacerdote de Dios. Y se solicita “la venia”, el permiso, para proclamar las Palabras santas de las lecturas, reveladas por el mismo Dios.
Alabado sea Jesucristo
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