Se nutren de lo sabroso de tu casa
Tú socorres a hombres y animales
¡Qué inapreciable es tu Misericordia, oh Dios!
Los humanos se acogen a la sombra de tus alas
Se nutren de lo sabroso de tu casa
Les das a beber del torrente de tus delicias
Porque en ti está la fuente viva
Y tu Luz nos hace ver la luz(Sal 35)
Los hombres nos acogemos a la sombra de las alas de Dios. Las alas de Dios, son los brazos abiertos de Cristo en la Cruz redentora. Así como un águila incita a su nidada, revolotea sobre sus polluelos, así Él despliega sus alas, los toma y los lleva sobre su plumaje (Dt 32, 11)
El hombre que confía en Dios se nutre de lo sabroso de su casa. Y para saber qué es lo sabroso de su casa, nos detenemos un poco en el Salmo 62, cuando dice: “…Me saciaré como de enjundia y de manteca, y mis labios te alabarán jubilosos…” El alimento de los hombres de su tiempo era la grasa de los animales, lo más sabroso; en el contexto del Salmo, el salmista anhela encontrar también “lo sabroso” de la casa de Dios; por eso le dice: “…mi alma está sedienta de Ti y mi carne tiene ansia de Ti…”, busca esas corrientes de agua de agua que le sacien y aneguen su alma. Y lo expresa poéticamente cuando dice: “…como busca la cierva corrientes de agua, así te busca mi ser, Dios mío…” (Sal 42)
En el encuentro de Jesús con la samaritana, (Jn 4, 10-35), Él le dice: “…Si conocieras el don de Dios y quién te pide de beber, tú le habrías pedido a Él, y Él te habría dado Agua Viva…” Esa agua Viva es el mismo Dios que se ofrece como alimento para el hombre. Y más tarde, en este mismo episodio, se lo recuerda a sus discípulos: “…Yo tengo para comer un alimento que vosotros no conocéis; es hacer la Voluntad del Padre y llevar a cabo su obra…”
En el Salmo propuesto, el salmista profetiza cuando habla del torrente de sus delicias. Este torrente, es el mismo Jesucristo; Él mismo se define como el Agua Viva que brota para la Vida Eterna.
Ya había profetizado Isaías: “…Yahvé es mi salvación, y sacaréis aguas con gozo de los hontanares de la salvación…” (Is 12, 3)
Estremece el pensar que toda la vida de Jesús está ya profetizada en la Escritura, Salmos, Isaías, etc
Jesucristo es ese Torrente de Delicias, ese Pan vivo bajado del cielo, sus Palabras son verdaderos “hontanares de salvación”. En Él está esa fuente viva que nos hace ver su Luz. No en vano nos dirá: “…Yo Soy la Luz del mundo…”(Jn 8,12)
Ahora podemos entender mejor qué es “lo sabroso de su casa”, y cómo nutrirnos de Él, con su Palabra, que es su santo Evangelio.
Alabado sea Jesucristo
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