14. Cuando la Palabra alcanza a ser Presencia, el alma conoce el estar de Dios en su ser. Es un estar que no pasa desapercibido; más aún, se tiene conciencia de su realismo y consistencia,bien sea en su dimensión silenciosa, como en la clamorosa que puede llegar a ser atronadora. No importa la dimensión, lo importante es que el alma se sabe habitada.
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