28. Velar con amor sobre la Palabra hasta que ésta se abra y podamos contemplar en ella al que en ella vive. Es entonces cuando el Encuentro se ata con un lazo indisoluble al Anuncio; el alma se descubre a sí misma como incansable…, necesita hacer partícipe a sus hermanos de lo que “ha visto y oído de Dios”.
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