25. “El Señor es mi Pastor, nada me falta”. Esta feliz intuición del salmista, que hacemos nuestra, no es un principio moral, ni siquiera el resultado de un camino ascético, sino una constatación, fraguada por la experiencia de fe,que crece conforme el Evangelio -que es la misma savia de Dios- va empapando nuestraalma
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