Cada día, en esta batalla por sobrevivir al mundo, veo caer a quien me hostiga a mi izquierda y a mi derecha.
Veo mi camino hacia Ti con más claridad y confirmo que sólo existe una posibilidad, seguirte, escucharte.
Quien no me deja respirar, vive dentro de mi pero tu mano siempre aparece, tendida en el momento preciso.
Uno la sujeta y aunque la necedad le impide estar convencido de que es la solución correcta y duda, dentro muy dentro, sabe que esa mano, esa misma mano, asida en momentos de desesperación, es la mano de un Padre cuyo deseo es conducir nuestra vida a la Eternidad,aquí, ahora, desde ya mismo.
Cada día , esta batalla me saluda de nuevo y aunque me fallen las fuerzas, algo dentro de mi si sostiene mi perseverancia como lo hacía con el anciano Simeón a las puertas del Templo.
Cada dia , esta batalla y cada día, testaruda y resistente, esta misma esperanza de ver tu mano tendida, tu mano segura, sólida, llena de Amor.
Tu mano que agarro y me salva.
Tu mano cogida a mi mano y yo esperando, como Simeon, a que un día, detrás de esa mano, aparezca tu rostro, Señor.
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