17. La muerte tiene algo, o bien, mucho, de indiscreta. Digo esto porque el secreto tan celosamente guardado por Dios, el de su relación íntima con sus amigos, deja de ser tal cuando su vida alcanza su ocaso. Es a partir de la muerte cuando lo oculto se pone al descubierto: se acabó la discreción. Con la muerte Dios se entrega totalmente a los suyos.
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