Entre los múltiples atributos de Dios, la Justicia resuena mucho en nuestro corazón. El hombre se encuentra perseguido por multitud de problemas a los que no encuentra solución inmediata, la justicia humana brilla por su ausencia, y reclama con prontitud la ayuda de Dios
Hazme justicia, oh Dios, Defiende mi causa, contra gente sin piedadDel hombre traidor y falso Líbrame (Sal 42,1)
Pero, en general, cuando hablamos de “justicia”, entendemos como “justicia distributiva”, en el sentido de dar a cada uno lo que le corresponde. El trabajador demanda el salario que le corresponde en justicia según lo pactado con el patrono…
Hay otra vertiente catequética que nos ayuda a encontrar a Dios: La palabra “justicia” viene de “ajustar”, de la misma forma que una mano se ajusta a otra cuando las enlazamos. Ajustar es ajustarnos al Plan de Dios en nuestra vida, y así lo expresó Jesús cuando fue bautizado por Juan en el río Jordán: “…Soy yo el que necesita ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?”
Jesús le respondió: “Deja ahora, pues conviene que así cumplamos toda justicia” (Jn 3, 14-15)
Es decir, “conviene que así, siendo yo – Jesucristo - bautizado por ti Juan -, nos ajustemos al plan de Dios para Mí”
Alabado sea Jesucristo
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