Desde niños sabemos que la palabra Evangelio significa Buena Nueva. Sin embargo, la palabra evangelio la empleaban los emperadores romanos cuando, llenos de soberbia y de poder terrenal, con ampulosidad y grandilocuencia se llenaban de las buenas noticias que llegaban de los triunfos bélicos en sus campañas; y se arrogaban el beneficio de ser dioses, sin derecho alguno.
Es decir, todo lo opuesto al mensaje de Jesús: efectivamente Evangelio es por excelencia la “Buena Nueva”, la “Buena Noticia” que Dios nos envía por medio de su Hijo Único Jesucristo,
El Evangelio no es una proclama a título informativo; es la Fuerza de Dios para salvar y transformar el mundo. En Jesucristo se cumple lo que los emperadores pretendían y no podían cumplir: es la acción eficaz de Dios en el mundo.
Alabado sea Jesucristo
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