lunes, 26 de diciembre de 2016

AMAR LA EUCARISTÍA-HISTORIA-CAPÍTULO 7

del libro Historia del Santísimo Sacramento.- Autor D. Francisco Menchén)
Las persecuciones al cristianismo y la Eucaristía
Los cristianos fueron pronto perseguidos. Así en el año 64 nos encontramos con la persecución de Nerón donde muchos cristianos murieron en el anfiteatro también perdieron la vida Pedro y Pablo; el primero crucificado y el segundo decapitado.
A principios del S.II, en la región de Bitinia, gobernada por Plinio el Viejo, se produce una gran persecución de los cristianos ya que estos rechazaban el culto a los Dioses paganos lo que suponía fuertes pérdidas para los artesanos de estos dioses y los templos de los mismos; por otro lado cada vez aumentaban más en número, de ahí que se exacerbasen los ánimos. Como quiera que Plinio por orden del emperador Trajano había prohibido las asociaciones y dado la animadversión de gran parte de la población pagana contra los cristianos, éste, no sabía cómo actuar de ahí que decidiera escribir al emperador para recibir instrucciones.
En su carta describe a los cristianos como un grupo que siguen con su costumbre de “reunirse en un día fijado antes de la salida del sol, de cantar un himno a Cristo como a un Dios, de comprometerse con juramento de no perpetrar crímenes, a no cometer latrocinios ni pillajes ni adulterios, a no faltar a la palabra dada. Ellos tienen también la costumbre de reunirse para tomar su comida, que no obstante las habladurías es comida ordinaria e inocua.” También le hace saber que la región de Bitinia está llena de cristianos “Es una muchedumbre de todas las edades, de todas las condiciones, esparcidas por las ciudades, en las aldeas y en el campo”.
Plinio refiere al gobernador que de su comportamiento no puede referirse nada malo, por lo que desoye las acusaciones de infanticidio e incesto, pero sí que hace ahínco en su negativa de sacrificar a los Dioses, de rendir culto al emperador y de formar una asociación.
La respuesta o Rescripto de Trajano va a sentar las bases de la actuación imperial romana en su persecución a los cristianos:
“Trajano a Plinio. Has seguido, Segundo mío, el procedimiento que debiste en el despacho de las causas de los cristianos que te han sido delatados. Efectivamente, no puede establecerse una norma general, que haya de tener como una norma fija. No se los debe buscar, sino son delatados y si quedan convictos, deben ser castigados; de modo, que quien negare ser cristiano y lo ponga de manifiesto por obra, es decir, rindiendo culto a nuestros dioses, por más que ofrezca sospechas por lo pasado debe de alcanzar perdón en gracia de su arrepentimiento. Los memoriales, en cambio, que se presenten sin firma, no deben de admitirse en ningún género de acusación, pues es cosa de pésimo ejemplo e impropia de nuestro tiempo”.
Así se sienta una forma de actuar contra el cristiano que, salvo excepciones, siempre será la misma. Al ser Roma un estado de derecho se exigirá la presentación de una denuncia formal, se abrirá un proceso ante un tribunal donde se tratará por todos los medios que el acusado acabe por sacrificar a los dioses romanos, si lo hace queda en libertad, sino será ejecutado.
Durante las persecuciones cristianas, a veces nos encontramos con periodos o jueces que permiten la asistencia de los miembros de la comunidad cristiana que se encuentran en la cárcel; se trata de miembros que han sido denunciados por algún particular y que la justicia no ha tenido más remedio que actuar; a veces los jueces trataban en principio de ser complacientes y de persuadir al acusado para que sacrificase a los dioses romanos, cosa que nunca lograban.
Como quiera que el juez tenía que seguir su procedimiento, los acusados eran llevados a la cárcel y a veces se les dejaba que se celebrasen eucaristías dentro de la misma. No obstante esto no era lo normal; muchas veces tan solo se le permitía las visitas de algunos miembros de la comunidad que le llevaban alimentos, así como la de los Diáconos que le llevaban el pan consagrado. Estos miembros que estaban en la cárcel eran sometidos a grandes tormentos para que apostatasen, la visita de los Diáconos se hacían en pocas ocasiones por lo cual estos solían llevar una cantidad más que suficiente de pan consagrado para que les ayudasen en ese gran combate que estaban librando. Este pan se ponía en el lugar más digno de la celda y era objeto de adoración por parte de los presos, que a menudo pasaban grandes ratos orando en presencia del pan consagrado e incluso hacían vigilias nocturnas orando frente al mismo y fue esta adoración la que inspiró a los demás miembros de la comunidad
En el caso de los mártires, nos encontramos con muchos de ellos, en especial en el norte de África, que dieron su vida por haber celebrado la Eucaristía; en sus actas judiciales nos encontramos con testimonios que dicen “que sin Eucaristía no se puede vivir” mientras que en otro lugar, una mujer afirma: “porque soy cristiana voy a la Eucaristía” lo que nos lleva a concluir que la Eucaristía es lo más importante para el cristiano.
Por lo tanto es evidente que se ha producido en el cristianismo, desde el punto de vista histórico, una clara evolución: Los Apóstoles consideraron que Cristo en la última cena transformó su cuerpo y su sangre en el pan y el vino que estos tomaron en la misma. A continuación cuando después del discurso de Pedro, tras Pentecostés, muchos judíos devotos se convirtieron al cristianismo; aunque estos siguieron observando las leyes y tradiciones mosaicas, introdujeron como parte fundamental de su comportamiento religioso dos elementos diferenciadores del judaísmo, que motivó la separación de la antigua religión: la creencia firme de que Jesús era el Mesías y el Hijo de Dios que había resucitado de los muertos y la celebración de la eucaristía, en las dos especies del pan y el vino, que eran consideradas como el cuerpo y la sangre de Cristo.
Pero fue durante las persecuciones cristianas, en las cárceles, donde los cristianos eran sometidos a tremendas torturas, lo que daba lugar a un combate espiritual terrible, lo que motivo que estos mártires tuvieran la necesidad de contar con el Pan Eucarístico, el cual era considerado como verdadero cuerpo de Cristo, para poder consumirlo y entrar en contacto con el mismo Cristo y al mismo tiempo, dado a que las eucaristías en las cárceles se hacían en rara ocasiones, este Pan Eucarístico era guardado en algún lugar de las celdas donde era adorado, y en muchas ocasiones estos mártires oraban delante del Pan de Cristo llegando a celebrar vigilias nocturnas, antes de dar su sangre en los anfiteatros, o simplemente por las torturas a que eran sometidos.
Por lo que podemos decir que la adoración al pan consagrado, considerado como presencia real de Cristo, nace de la sangre de los mártires. Hay que tener en cuenta que los cristianos tenían la costumbre de orar en vigilias bien en la casa familiar o bien reuniéndose varias familias ya que solían vivir varias familias cristianas en el mismo barrio. Los mártires, al estar experimentando una lucha tremenda entre una fuerza que les tentaba a apostatar y salvar su vida y otra que les llevaba a reafirmarse en su convicción de que solo había un solo Dios, necesitaron no solo comulgar y tomar el pan eucarístico sino también recurrieron a la oración ante el pan consagrado, pasando grandes ratos e incluso vigilias de noches enteras de oración frente al pan eucarístico; y , fue por lo tanto la sangre de los mártires lo que dio lugar a la adoración eucarística, ya que de las cárceles esta adoración pasó a las casas y luego a los monasterios e iglesias
Como hemos dicho antes, el pan que sobraba se llevaba a las casas; en un principio se solía comer pero más tarde se dejaba en un lugar preferente de la misma donde la familia solía reunirse para orar ante la presencia de pan consagrado que se tenía como la presencia del mismo Jesús. Esto dará lugar a que pronto se estableciese un culto al pan consagrado, considerado este como la persona presente de Cristo. En ese sentido tenemos la Traditio de Hipólito, el cual nos da testimonio de este hecho, así como una serie de recomendaciones para que el pan eucarístico se ponga en un lugar adecuado que evite ser comido por los ratones.
Por consiguiente poco a poco se fue expresando la teoría de la transubstanciación, que si bien no llegó a ser doctrina permanente en la Iglesia hasta el IV Concilio Laterano bajo el Papa Inocente III en el año 1215, ratificado en el Concilio de Trento, como hemos visto desde siempre la Iglesia ha estado convencida de este dogma, aunque tardara bastante tiempo en hacerlo presente; de hecho es en el Concilio de Trento donde se fija de un modo definitivo la doctrina de la Iglesia en referencia a la Eucaristía y la adoración al Santísimo Sacramento, siendo una reacción al protestantismo, el cual señala que durante los seis primeros siglos de la Iglesia ésta no creía en la transustanciación, lo cual hemos visto que no es así, de hecho toda la Iglesia estaba convencida de la presencia del cuerpo y la sangre de Cristo en la Eucaristía. 

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