La Navidad permite personificar la adoración en “Alguien”: Jesucristo, nuestro Señor, en lugar de creer en “algo”.
La Navidad, es la Encarnación de Dios en la historia humana, a través de su Hijo Jesucristo. Junto a Él y con Él se crea y recrea una nueva humanidad, de vida eterna tras la muerte.
La Navidad es la confirmación dada por Dios del valor y dignidad que tiene toda vida humana al asumir su propio Hijo, Jesucristo, nuestra naturaleza encarnándose en ella. Y así LA ELEVO A TAL GRADO, que puede ser templo o tabernáculo espiritual, donde la misma Trinidad divina pueda residir, si la aceptamos por la Fe.
La Navidad nos hace tomar conciencia de nuestra cercana filiación con Dios, por asumir el mismo Hijo de Dios, Jesús de Nazaret, nuestra humanidad. Y así se nos permite por y con El, tener al mismo Dios Creador como Padre nuestro. Estableciéndose una corriente espiritual de vida, afectiva, efectiva y teológica tan cercana como Presente, capaz de vencer al mal.
La Navidad nos devuelve la herencia perdida, por la desobediencia a Dios de una pareja humana en el principio, la de Adán y Eva. Y fué a través de otra pareja singular, la de Jesucristo, el Hijo de Dios, encarnado en nuestra humanidad y por María, mujer elegida inmaculada, quien por su “Si” acepto dicha encarnación en su vientre. Esta extraordinaria pareja, de Jesús y María, fue obediente y fiel a la voluntad de Dios y por Ella se nos rehabilito la entrada a su Gloria Eterna.
¡FELIZ NAVIDAD PARA TODOS Y SEA ESTA PERMANENTE
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