Hoy vemos cómo Jesús desautoriza todo formalismo y nos invita a mirar hacia nuestro interior, a no quedarnos sólo en la fachada, en el exterior, en la imagen, porque el interior es lo verdaderamente importante. Es una llamada a revisarnos por dentro, para comprobar por qué hacemos las cosas, cuáles son nuestras más sinceras intenciones y motivaciones. Se trata de intentar vivir en la verdad, de manera que no haya falsedad ni doblez en nuestra vida y los gestos externos que hagamos sean siempre expresión de nuestro interior.
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